Al estudiar a Jesús de Nazaret desde un ámbito histórico, se suele utilizar su nombre propio. Tanto Cristo como Jesucristo son términos utilizados en el contexto de la religión ¿A qué se debe esto?
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Al hablar del personaje de Jesucristo, se suelen emplear diferentes términos dependiendo de si tratamos desde un punto de vista histórico y religioso, siendo el nombre de Cristo, reservado exclusivamente en el contexto bíblico.
El término proviene del griego: Christós, el cual significa "ungido" y era empleado por Pablo de Tarso, una de las figuras más prominentes en el cristianismo antiguo, mismo que ayudó a difundir las enseñanzas de Jesús de Nazaret en el Imperio Romano.
De raíces judías, Pablo de Tarso tuvo una formación en las culturas griega y romana, habiendo nacido en el área de Cilica, hoy Turquía. Fue conocido como "El apóstol de los gentiles" porque supo llevar la palabra de Jesús de Nazaret a la cultura helénica.
Cuando hablaba de Jesús se refería a él como "Jesús el ungido", que posteriormente se contrajo a Jesucristo; dada la influencia de sus escritos dentro de los orígenes del cristianismo, el término fue adoptado en el contexto religioso para hablar del aspecto espiritual del personaje, mientras que el nombre propio; Jesús, se usaba al referirse al hombre en un ámbito histórico.
¿Pero por qué se llamaba a Jesús como "el ungido" y qué significado tiene?
La palabra "ungido", se refiere al acto de ungir; es decir, untar o embadurnar con aceites. Esta práctica fue un rito común en civilizaciones antiguas, ya que creían que mediante el uso de aceites, la persona contaría con una protección divina, siendo incluso considerado represente de Dios.
A raíz de esto, el ritual pronto se usó para establecer la legitimidad de los sacerdotes y algunos monarcas, incluso entre el pueblo hebreo la unción es mencionada en la Torá como el procedimiento por el cual los reyes de Israel adquirían una doble aprobación: Una en el nombre de Dios, y la otra en el nombre del pueblo.
En el idioma hebreo, la palabra ungido se conoce como "mashíaj", que dio origen al término "mesías"; no obstante, el título no se limitaba al "Rey de los judíos", pues en la tradición judía se utilizaba para nombrar a una variedad de personajes considerados como enviados de Dios, entre los cuales se incluyen los patriarcas e incluso emperadores, como Ciro "El Grande".
Este último, fue famoso por liberar al pueblo judío de su exilio en Babilonia y además, patrocinó la construcción del Segundo Templo de Jerusalén.