La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
Una noche dos hombres hablaban afuera de la casa, estaban sentados en sillones de madera, dispuestos uno frente al otro en una angosta banqueta. Debido a la presencia de los muebles, los transeúntes tenían que bajar de la acera, pero nadie les reclamaba a los sujetos, pues la calle era poco transitada.
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Los individuos eran tío y sobrino, el primero rebasaba los 70 años y el segundo entraba a los 40; ambos tenían una gran pena: el hermano del más joven, se había quitado la vida, ahorcándose. Un mes había pasado de aquella tragedia. Como se acostumbra entre los católicos, al difunto lo enterraron y después le realizaron los nueve días, con su respectiva 'levantada' de sombra.
El surgimiento de una macabra idea
Aquel hecho fue difundido en los medios de comunicación y en las redes sociales de estas empresas, con titulares que consignaban lo sucedido, con leyendas como: ‘Hombre se quita la vida en su vivienda’, ‘Salió por la puerta falsa’, ‘Tragedia: su esposa lo encontró colgado’; a la lista de encabezados, se sumaban otros más despiadados: ‘Con una soga pasó al más allá’, ‘Hallado colgado y echando sangre por la boca’, ‘Aún movía los pies cuando lo hallaron’.
Aquellas personas recordaban al fallecido, no se explicaban qué lo llevó a tomar la fatal decisión; su vida parecía resuelta. Casado, con hijos y un buen trabajo. Sin embargo, tras la pandemia, había caído en cuadros depresivos; de momento pasaba de la felicidad a la tristeza, de la tranquilidad a la intranquilidad. Los cambios de humor se convirtieron en noches de insomnio; ni los potentes medicamentos recetados pudieron controlar su padecimiento.
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Al continuar recordándolo, el hermano se preguntó hacia él mismo: ¿Qué ve una persona que está muriendo ahorcada? La idea se la guardó, no se la comentó al tío; conforme avanzaba la conversación, en su interior seguía esa insana curiosidad. Las anécdotas sobre el difunto siguieron, era para el tío y sobrino una forma de sentirse cerca del que dejó el mundo de los vivos.
La plática terminó, el hombre de 40 se despidió, ya que él era la visita. Como era ya tarde, casi las once de la noche, tomó un taxi que lo condujo por calles estrechas, casi callejones, hasta llegar a una vivienda pintada de verde, con una puerta metálica dividida en la parte superior por varios ventanales verticales, y a la misma altura de estos, a pocos metros, un marco de aluminio con dos estructuras corredizas donde están colocadas ventanas de vidrio. Tanto la puerta como el ventanal están protegidas por estructuras metálicas. La que corresponde al umbral, se abre y se cierra, de manera que, de día, la casa está abierta, pero si se quiere entrar, hay que pasar primero por estos barrotes y como está bajo llave, sólo los dueños pueden permitir el paso.
Una propuesta descabellada
El hombre entró a la sala de su casa, paso forzoso para ir a otras partes; se topó con su esposa en el comedor, quien había preparado café, ella por costumbre tomaba una taza antes de irse a dormir. Mientras terminaba, la mujer se puso a platicar con su marido, y durante la conversación, él le comentó que se quería colgar para saber lo que había sentido su hermano minutos antes de morir. Obviamente la mujer reaccionó horrorizada, le dijo que estaba loco y que dejara de pensar en eso (ahorcarse).
Con una tranquilidad que a la esposa le dio escalofríos, el hombre le dijo que no se alarmara, porque ella contaría con un machete la soga, después de unos minutos. Esa noche, la pareja se fue a la cama disgustada, la descabellada propuesta terminó en una discusión; y no era para menos, aquel quería prácticamente quitarse la vida por puro gusto.
Pese al enojo de su compañera, el sujeto siguió con sus planes, y una tarde afiló un machete, preparó una lía, la cual había comprado para llevar a cabo su experimento. La cuerda la pasó por unos de los montenes que soportaban el techo de lámina, preparó la soga, y llamó a su mujer, le enseñó el machete que estaba en una de las esquinas del cuarto, le dijo que esperara alrededor de 10 minutos y después cortara la lía.
Trataba de evitar la asfixia, pero era inútil
Ni los regaños y amenazas que lo abandonaría si continuaba con esto hicieron que el hombre desistiera. Puso una silla debajo de la soga, se subió y rodeó el cuello con esta, ya cuando se sintió seguro, tumbó la silla, y quedó colgado. Lo primero que hizo fue llevarse las manos a donde estaba la cuerda, la cual se aferraba más a la piel, los dedos trataban de encontrar espacio para evitar la asfixia, pero era inútil.
Los pies en el aire se movían en diferentes direcciones sin sentido, mientras el rostro se empezaba a poner de color rojizo y luego morado, la esposa no esperó los diez minutos y tomó la silla caída, la enderezó y la puso junto al cuerpo colgado, se subió y con el machete comenzó a contar la lía hasta que, por fin, el cuerpo cayó al suelo.
Una terrible aparición
La mujer salió corriendo del cuarto y se fue a la cocina donde estuvo por varios minutos, hasta que el hombre reaccionó y llegó hasta ella. Días después, fue a visitar a su tío, le contó lo que había hecho, este al escuchar se sorprendió y horrorizó, pero quería saber los pormenores, y su curiosidad fue mayor a lo que sentía.
Su sobrino le contó que sintió como le faltaba la respiración, al mismo tiempo que se empezaba a desesperar porque no podía quitarse la lía; la desesperación creció cuando vio al diablo encima de sus hombros con dos bolsas de oro en cada mano, este comenzó a saltar y cada vez que lo hacía sentía como se le iba la vida, enseguida escuchó que le decía: ‘Te voy a llevar, eres un alma más ganada para mí’.
En espera que su muerte concluya
Aquel individuo comenzó a sentir que moriría al ver que ya no estaba en su cuarto, sino en el infierno, con gente quemada y gritando, y las torturas a las que eran sometidas. De pronto, sintió un golpe y cuando se despertó vio que estaba en la habitación. A como pudo se incorporó y buscó a su esposa, la cual se encontraba llorando en la cocina. Se acercó y la calmó, entendió que ella había cortado la soga y después salió corriendo.
El tío le preguntó al sobrino por qué había huido la mujer, respondiendo que su pareja le comentó que al momento de evitar que muriera, le salieron unos perros negros grandes que la siguieron y al llegar a la cocina ya no estaban.
Tras aquella experiencia, la vida del que se atrevió a saber qué sentía un ahorcado momentos antes de morir, ya no ha sido la misma. Ahora está convencido que el diablo volverá por él, ya que su muerte quedó inclusa y sólo es cuestión de tiempo para que termine sus días como su hermano.