El nombre de un hijo es uno de los temas más importantes para los futuros padres, tanto así que muchos de ellos toman meses para poder elegir el que consideren adecuado. Sin embargo, pese a que desde su nacimiento se le proporciona un nombre que tendrá que cargar toda su vida, muchas veces se utilizan otras palabras en la comunicación, de las cuales no dimensionamos la importancia que tienen.
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Las palabras negativas también son como nombres
Según la Universidad Estatal de Michigan el lenguaje las palabras se utilizan para clasificar, etiquetar y definir y las utilizamos para nosotros mismos o para las personas que nos rodean. Sin embargo, aunque en la edad adulta somos capaces de discernir si las etiquetas que nos imponen son o no ciertas, en la niñez no siempre es así.
Esto se debe a que los niños son como esponjas que absorben todas las palabras que les lanzamos para describirlos. ¿Te has detenido a pensar cuáles estás usando para definirlos?
Las palabras y las emociones
Aunque por sí solas las palabras no poseen ninguna carga emocional, ciertamente si se les infiere un significado consensuado basado en el contexto psico social en el que fue desarrollado.
¿Cuando se escucha la palabra “terco” qué viene a la mente? por supuesto nada positivo, utilizar este tipo de palabras para referirse a un menor en lugar de ayudar a que este mejore su actitud, lo encasilla en un tipo de comportamiento determinado
Además de usar palabras con asociaciones emocionales, a menudo también usamos palabras que están polarizadas o que se sienten negativas o positivas. Un ejemplo de ello es cuando nos referimos a alguien como “tranquilo”, para algunos esto puede sonar como algo bueno, mientras que para otros podría sonar aburrido.
¿Cómo hacer que nuestras descripciones sean positivas?
Según especialistas el primer paso que hay que hacer es prestar atención al lenguaje que se está teniendo, además del tono de voz en el que se está hablando. Puedes hacer una lista de nombres y pensar si son buenos o malos.
En caso de que consideres que son negativos, podrías cambiarlos. Por ejemplo, si tu hijo es muy artístico y al pintar o dibujar hace un desastre, no le digas que es desordenado, más bien que es muy creativo.