Los mitos olmecas, mayas y otras culturas prehispánicas describen a seres humanoides; cuerpo de hombre y cabeza de animales, reptiles, insectos entre otros. Los relatos de estas civilizaciones pueden estar contando la historia de la Tierra antes de la humanidad y el investigador francés Anton Parks, a través de lo que él ha denominado el ‘bestiario celeste’, estaría confirmando tal suposición.
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El ensayista y escritor ha combinado sus propias experiencias personales con una amplia investigación arqueológica, histórica, pictográfica y lingüística en busca de una serie de razas alienígenas que en el pasado visitaron la tierra para manipular genéticamente al ser humano, nos dice el ufólogo David Parcerisa acerca del europeo.
Las agrupaciones extraterrestres estarían enfrentadas entre sí y en un momento el campo de batalla pasó de las estrellas a los bosques, mares, desiertos y demás rincones del planeta. Como prueba de sus planteamientos, los signos que conforman el zodiaco aluden a los visitantes.
De acuerdo al autor, en estas facciones encontramos híbridos reptiles, felinos y hasta etéreos, es decir, carentes de cuerpo. Dentro de esta clasificación, los mitos olmecas, mayas, aztecas entre otros parecen encajar, sin dejar de olvidar que todo cae en el terreno de la suposición empírica.
Pese a que el vínculo no va más allá de un razonamiento meramente subjetivo, llama la atención que entre las razas que menciona Parks, está una llamada Los Urmah, la cual define como grandes guerreros; hombres con cabeza de león. Al enfrentar esta conceptualización con la de los hombres jaguar, perteneciente a la ‘cultura madre´, parece que estamos frente a las piezas de un rompecabezas que simplemente esperan ser unidas.
Al ensamblarlas en nuestro imaginario, encontramos que ambas historias describen conglomerados expertos en la guerra, cuyos individuos poseen una gran ferocidad y fuerza, cualidades que los hace temidos, y en el centro la característica felina.
Una parte que parece agregar más elementos similares al entramado, es el relato de Kukulkán, la serpiente emplumada maya. Igual que el caso anterior, parece haber una concordancia con otra raza contemplada en el ‘bestiario celeste’, Las Amasutum, especie de sacerdotisas reptiloides que custodiaban el conocimiento universal, capaces de trasladarse a la cuarta dimensión, además se dice que conocían el secreto de la resurrección.
Por su parte, el mito indica que la deidad tenía poderes sobre el mundo terrenal, lo que incluye el volver a la vida; de nueva cuenta encontramos en esta búsqueda intuitiva un punto de unión, en el sincretismo del dominio sobre lo terrenal, como es la inmortalidad. Además, de la figura del reptil en las dos perspectivas.
Cabe señalar que dentro de lo planteado por Anton Parks, el hombre es considerado un animal más, cuyo origen es a partir de la manipulación genética, y en cualquier momento logrará un avance en todos los sentidos.