Misterioso manuscrito evidencia supuesta intervención divina

La intervención divina decidió el destino de una batalla a favor de tabasqueños y españoles contra piratas en 1598, según un documento encontrado en una iglesia

José Gómez | El Heraldo de Tabasco

  · viernes 13 de agosto de 2021

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La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.

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El Santo Cristo de Astapa tomó la forma de un guerrero cubierto con armadura negra para darle la victoria a tabasqueños y españoles sobre un ejército de piratas. Tal fue el terror de los invasores que dejaron regadas sus armas en el campo de batalla y abandonaron estas tierras. Un manuscrito supuestamente cuenta el hecho, sin embargo no se sabe que fue de éste y sólo se menciona en fuentes que hablan de leyendas y tradiciones del estado.

En el libro Historia y monografía de Jalapa, refieren que estuvo guardado hasta 1837 en la iglesia de Astapa en un arcón donde se colocaba la plata, también se hace referencia a un hombre, cuyo nombre fue José Víctor Jiménez, quien aseguran lo tuvo en sus manos. Por su parte en la obra: Tradiciones y leyendas tabasqueñas de Justo Cecilio de Santa-Anna, se habla del hecho en el capítulo: Una victoria milagrosa. En este apartado se indica que la historia quedó registrada en un manuscrito encontrado en la iglesia del pueblo de Astapa y se cree que el autor del documento fue un sacerdote.

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De acuerdo al contenido en ambas obras, en 1598 unos piratas ingleses se apoderaron de Villa de Santa María de la Victoria, nombre con el que se le conoció a Villahermosa. Españoles, nativos y mestizos se habían replegado hasta el pueblo de Astapa (en esa época uno de los más importantes de los "Sahuatlanes").

El margen izquierdo del arroyo de los Cacaos fue el lugar escogido para presentar batalla contra los filibusteros. Como parte de la estrategia tenían que dificultar el paso del enemigo, por lo que el puente, colocado sobre el afluente, contruido desde la Conquista, lo derribaron.

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Los soldados y voluntarios apenas si tuvieron tiempo para instalar las obras de defensa. Por su parte los invasores, dejaron sus pequeñas embarcaciones donde confluyen los ríos Teapa y Jalapa, dirigiéndose a pie por la margen derecha de este último, pues pretendían llegar hasta la Villa de Tacotalpa, donde se habían refugiado los principales de la comarca con todas sus riquezas.

La situación ponía en desventaja a los defensores, ya que el enemigo los superaba en número. Sólo quedaba encomendarse a Dios, y resulta que en Astapa era venerado el Santo Cristo (moreno, como los nativos devotos). Creyentes se encomendaron a la imagen, prometían grandes festejos si les daba la victoria; pero detrás de los rezos y oraciones había miedo, sabían que podían morir.

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Así, en el quinto viernes de Cuaresma, los soldados de la corona e improvisados guerreros estaban colocados en las trincheras esperando a los piratas, de pronto, detrás de unos árboles se divisó una nutrida columna de hombres decidida a saquear. Los primeros disparos comenzaron, pasaban entre los árboles, impactaban contra la humanidad de aquellos colonos, quienes no acostumbrados al sonido de la batalla apenas si podían reaccionar, por su parte los soldados hacían lo propio, sin embargo era inútil contra la "marabunta" que tenían enfrente.

Los cuerpos quedaban entre la maleza, no había tiempo para recoger el cadáver del compañero, el embate de los malhechores no podía ser detenido, el resultado era el esperado, pues por un lado había hombres acostumbrados a las faenas del campo, contra expertos en el manejo de las armas y causantes de muchas muertes.

El enemigo ya había tomado la orilla, sólo un milagro podía salvarlos, algunos ya estaban resignados a su suerte, otros rezaban, mientras los militares, únicamente esperaban morir peleando. Cuando la desesperanza había invadido el corazón de estos valientes, los filibusteros comenzaron a correr en sentido contrario, en sus rostros el terror se reflejaba.

En su alocada carrera dejaban las armas tiradas, la mayoría no se explicaba el comportamiento, sin embargo, hubo quienes aseguraron que el Santo Cristo de Astapa se apareció en el campo de batalla, enfundado en una armadura negra y una espada del mismo color, con la que despedazaba a los enemigos de un solo golpe, se abría paso entre los hombres. Cada mandoble era acompañado con el sonido de un trueno.

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Aún con el miedo en sus rostros llegaron a Santa María de la Victoria, donde fueron desalojados por el ejército español. Nada se llevaron, pues lo único que les interesaba era embarcarse y no volver a estas tierras.

Finalmente, hoy en día se pueden ver afuera de esta comunidad, cuatro cañones que le quitaron a los filibusteros. Las armas son detonadas en las fiestas dedicadas al Santo Cristo.

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Otros casos similares

Eventos donde una fuerza sobrenatural interviene en un campo de batalla se encuentran a lo largo de la historia, relatos que se mezclan con la creencia popular y el hecho.

Uno de estos acontecimientos, se puede leer en el Viejo Testamento. El texto bíblico menciona que los asirios habían invadido el territorio de Israel, sólo faltaba Jerusalén. De tal manera que el ejército enemigo llegó a las puertas de la ciudad, sus habitantes esperaban lo peor, si bien les iba serían convertidos en esclavos; sin embargo de un día para otro, los soldados levantaron el campamento y se retiraron.

Los sorprendidos israelíes no daban crédito a lo que veían sus ojos, pero tal decisión se debió a la muerte de 185 mil guerreros bajo la espada de un Ángel enviado por Dios, pues Jerusalén estaba consagrada a él.

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Siglos después, el 25 de julio de 1531, durante la Conquista, españoles y chichimecas estaban enfrascados en una sanguinaria batalla, de ambos bandos los cadáveres eran incontables. De pronto, una figura a caballo se apareció y en el cielo una cruz, tal prodigio hizo que los nativos se convirtieran al cristianismo. Soldados aseguraron, según cronistas de la época, que el jinete era Santiago Apóstol.

Otro suceso atribuido a fuerzas celestiales se dio en 1914, durante la Primera Guerra Mundial, cuando la fuerza expedicionaria británica se había replegado a Le Cateau, Francia, debido al embate de los alemanes. No teniendo más alternativa tuvieron que combatir en este lugar, las bajas eran muchas, en un instante todo cambió, una figura a caballo emergió del humo de los morteros y se abalanzó contra el enemigo, cambiando el curso de los hechos. Este ser, según los ingleses era San Jorge.