Una fuerza militar sin precedentes se estableció en Tabasco desde los días previos a la catástrofe, y permanecieron hasta enero del 2008, ayudando en labores de vigilancia, alimentación y servicios a la población afectada.
Comenzaron a llegar desde el 29 de octubre, y siguieron arribando durante todo el periodo que duró la emergencia. Provenían de los cuarteles en las zonas militares de Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Distrito Federal, Estado de México, Jalisco y por supuesto, Tabasco.
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Los miembros de las fuerzas armadas (Ejército y Marina) se desplegaron por todo el territorio estatal para llevar acabo las labores de rescate, vigilancia, alimentación y servicios a la población afectada, colaborando con las autoridades locales y federales. Establecieron su base operativa en la Ciudad Deportiva, desde donde despegaban incesantemente los helicópteros que salvaron a decenas de tabasqueños que quedaron atrapados en los techos de sus casas.
De acuerdo con los partes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar), en el operativo participaron 5 mil Soldados del cuerpo de Infantería, 2mil marinos y 160 médicos militares.
Los números de estas dependencias revelan además que se movilizaron 100 embarcaciones, 30 camionetas Hummer, 30 camiones anfibios, 10 helicópteros de rescate, 10 lanchas rápidas de salvamento y 5 camiones-cocina de doble remolque que fueron apostados en diversos puntos de la ciudad y los municipios con más daños.
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En las cocinas comunitarias los soldados repartieron millones de raciones preparadas y habilitaron albergues para los damnificados, muchos de ellos de alta tecnología, climatizados y con servicios especiales como área de juegos y actividades para los niños.
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Antes de que las aguas bajaran en las colonias más dañadas, como las Gaviotas, los efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Armada de México realizaban rondines por las calles todavía insalubres y llenas de escombros para salvaguardar lo que quedaba de las pertenencias de miles de ciudadanos. Ofrecieron servicios sanitarios y consultas médicas en todos los albergues. Se hicieron cargo de la seguridad pública, de la operación y disposición de las miles de toneladas de basura que dejó la inundación y fumigaron casa por casa para descartar brotes infecciosos y de fauna nociva, además de instalar puestos de vigilancia permanente a la vera de los ríos.
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Los últimos se retiraron hasta entrado el mes de enero, poco antes de la visita número 11 del presidente Felipe Calderón. Silenciosamente, el pueblo de Tabasco les dio las gracias.
* Tomado del libro "2007: Tabasco bajo el agua", del escritor Ángel Vega