Los perros ladran por muchos motivos. Ladran como señal de alerta (¡ey, hay algo ahí!), por aburrimiento o cuando quieren pedir algo. Pero los canes también ladran por miedo. Otras veces, a consecuencia del estrés. Y hasta lo hacen cuando juegan.
Los ladridos que emite un perro cuando quiere jugar son distintos a los que produce cuando protege un hueso de otro can e incluso cuando trata de asustar a un extraño.
El primero son los "ladridos de alteración". Se producen ante algo inesperado para el can, como cuando un extraño llama a la puerta. "Estos ladridos son más intensos y graves, de frecuencia más bajas", describe.
El segundo tipo de ladridos son los llamados "ladridos de soledad o aislamiento", que se dan cuando el can sufre ansiedad por separación de su humano o padece estrés consecuencia de la soledad excesiva.
Un tercer tipo son los ladridos de juego. "Tanto los ladridos de soledad como los de juego son de frecuencias más altas, más agudos, y son vocalizados con un mayor número de tonos y modulaciones de frecuencias", explica la veterinaria.
DEL “HOLA” AL “QUIERO JUGAR”
Los ladridos graves, de forma general, expresan un mensaje más dominante e incluso amenazante. Mientras que los ladridos agudos dicen lo contrario: inseguridad y miedo o excitación.
Por el contrario, el ladrido sin pausa y con un tono más grave es lo que se conoce como el "ladrido de alarma básico": está más agitado, aunque sin ansiedad. Esto sucede, por ejemplo, cuando hay una persona extraña cerca o en una situación desconocida para el animal.
Uno o dos ladridos cortos es el saludo típico canino. Es un "Ey, amigo, ¿cómo estás?", en versión perruna. Mientras, un secuencia de ladridos alargados y solitarios, tipo aullidos, con pausas entre ellos, es su modo de decir que está solo y quiere compañía.