La hallaron asesinada en la habitación 306 del hotel Carranza, ubicado en pleno centro de Villahermosa. Estrangulada a mano limpia.
Por los meandros urbanos que la mujer frecuentaba (bares, hoteles de paso y callejuelas del primer cuadro de la ciudad) todo el mundo la conocía, pero nadie quiere aceptar que la vio o tuvo tratos con ella el día de su muerte. Como si fuera una mujer "fantasma" cuyo caso no resuelto también parece ser invisible para las autoridades.
La "Mari" tendría unos 42 o 43 años de edad. La apodaban "La Cindi" porque le faltaban varias piezas dentales. Pero dicen los que la conocieron que «salvo por ese detalle», su cuerpo parecía no denotar la intensa «vida galante» que le venía dando desde hace varios años.
El reporte de la Policía Ministerial, cuya investigación estuvo a cargo del comandante Medina, asienta que fue las 08:00 horas del viernes 21 de marzo de 2008 cuando una mucama del citado hotel encontró el cadáver desnudo de "La Mari", tendido sobre la cama del cuarto.
Por su parte, el encargado del negocio declaró a la Policía que la mujer ingresó al hotel durante la noche del jueves 20, acompañada de un hombre no identificado, quien cubrió el costo de la habitación.
Esta versión fue corroborada por quien esto escribe gracias al testimonio de la recepcionista, una mujer ya mayor que en forma anónima afirma: «yo no vi nada, ese día no estaba aquí porque era Semana Santa, yo me enteré hasta el sábado, un día despúes (del homicidio). Lo que sí sé es que esa mujer se dedicaba a eso (la prostitución), o al menos es lo que me han platicado. Por algo le pasó lo que le pasó. Y si usted está necio en querer entrar a ver ese cuarto, lo que va a pasar es que le van a venir a jalar los pies».
LA ESCENA DEL CRIMEN
El Hotel Carranza, en el número 806 de la calle del mismo nombre, es un modesto edificio de veintiuna habitaciones. El negocio data del año 2000, fecha en que abrió sus puertas a los aventureros de la noche que requerían un puerto de sábanas dónde echar amarras.
Antes de eso, la construcción fue primero un domicilio particular; también perteneció a oficinas administrativas de Pemex, y después al Seguro Social.
El alquiler de los cuartos cuesta (dinero del 2008) entre 200 y 300 pesos.
La habitación 306, en la que aquella noche aciaga asesinaron a "La Mari", está pintada de un estridente color verde pistache.
Pese a las advertencias de la recepcionista, pago el alquiler para entrar y tal vez hacer un par de fotografías.
Unos ganchos de plástico cuelgan de un tubo en el clóset vacío. También tiene un minúsculo baño, una televisión vieja y un ventilador que gira sus aspas con ociosidad. Y un cuadro con una escena primaveral que no consigue distrae la vista de una enorme mancha de humedad, plagada de hongos, que cubre las paredes y el techo.
«Ya cambiamos todo» dice el joven responsable del mantenimiento. «Hasta las sábanas», remata con involuntario humor macabro. Cuando se le pregunta acerca del día de los hechos, responde que «sí era muy conocida (La Mari), pero en ese entonces no andaba yo por aquí. No vi nada».
La versión de la camarera, quien solicitó el anonimato, publicada al día siguiente del crimen, señala que "La habitación estaba revuelta, porque presuntamente se había dado un enfrentamiento entre la pareja".
Durante el rastreo criminalístico que los peritos de la entonces PGJ efectuaron, no se halló ninguna acreditación de la víctima. Sólo algunas prendas de vestir y un par de vasos vacíos daban cuenta del violento drama desarrollado en la víspera; los técnicos se los llevaron para tratar de localizar huellas dactilares.
El cadáver de "La Mari" fue envuelto en la misma sábana del hotel sobre la cual fue hallado, cargado en vilo por tres miembros del Ministerio Público y bajado tres pisos para ser llevado a las planchas del Servicio Médico Forense.
"La Mari" había entrado viva, y salió muerta menos de 24 horas después.
LA CANTINA DE OVIDIO
A cincuenta pasos del hotel Carranza está "La Cantina de Ovidio".
Según uno de los vigilantes de este lugar, la mujer «era tranquila y tenía mucha chamba» con varios sujetos que la frecuentaban.
El vigilante se niega a dar mayores datos en cuanto ve una cámara fotográfica. «Me voy a buscar un problema», afirma; vuelve a adentrarse en la sordidez del congal.
Empero, la Policía y los vecinos especulan que "La Mari" salió de la cantina acompañada, rumbo al hotel, como solía hacerlo cada noche.
El nombre de un sujeto, un tal "Roberto" se menciona en el parte policial, pero el Ministerio Público carece de más datos. Ni siquiera poseen su media filiación. Otro "invisible".
Cuando la noticia del asesinato fue publicada, un anónimo posteó un comentario con facha de denuncia;
«Leí su nota sobre la persona muerta y sé también con quién anduvo anteriormente (Sic), ella andaba con un sujeto de nombre Miguel (...) al parecer ella andaba con él como pareja pero este no sabía que ella se dedicaba a l prostitución, y fue por eso que me imagino que la mató o la mandó matar porque en 2 ocasiones lo dijo (la amenazó), este sujeto vive por (...) no sé bien el domicilio pero el tel de su casa es (...) vive con su esposa, y su propia esposa anda con otros también, a lo mejor le puede hacer lo mismo (a ella) su número de cel de este sujeto es (...) y tengan mucho cuidado con él porque es una persona muy peligrosa, gracias».
De noche, las cantinas de la zona bullen de parroquianos ávidos de alcohol y acción. «Cualquiera la pudo haber matado», afirma "La Licha", una veracruzana que oferta sus favores cerca de ahí, en el parque Juárez de esta ciudad.
Medrosa y desconfiada, finalmente acepta que conoció a "La Mari", lo mismo que otras de las sexoservidoras que comparten el coto de caza.
Pero al parecer ninguna entabló mucha amistad con la difunta.
«Aquí andamos todavía, pero cualquier día de estos me toca a mí», dice "La Licha".