La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
Un beliceño llegó a la colonia de San Miguelito, en Tenosique, era alto de figura esbelta, quienes lo veían por primera vez quedaban impresionados por su estatura, decían que media uno con noventa, a su tamaño se agregaba el color de su piel, negra, que al darle el Sol daba la impresión que brillaba cuando sudaba, sin embargo, su físico no era lo más impresionante, sino que era un brujo nahual.
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Al mismo tiempo, comenzó aparecer en los caminos un chivo negro imponente, que a más de uno asustó con su presencia. Pese a que no lo decían en público, de puertas adentro, los lugareños relacionaban las andanzas del animal con el fuereño, aunque no sabían cómo, pero la intuición los alertaba, había algo en él que no era normal.
¿Cuándo se apareció el brujo nahual?
En cierta ocasión un habitante de la demarcación iba rumbo a su casa, se le había hecho tarde, ya pasaba de la media noche, la Luna hacia la llena, y como en ese tiempo no había alumbrado público, el astro y las estrellas eran la única luminosidad del camino. Al no haber luz eléctrica, el brillo natural de la bóveda celeste creaba la ilusión que todo lo que había en el cielo nocturno era más grande.
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Es sabido que la noche provoca temor al ser humano, un miedo instintivo que los hombres de ciencia saben explicar a detalle, ese sentimiento estaba presente en el caminante, a quien poco le importaba el espectáculo que la noche le ofrecía, pues algo en su interior (llámenle conciencia, corazonada o poder sobrenatural) le gritaba abandonara ese lugar lo más pronto posible.
Aquel individuo sentía lento sus pasos, como si no pudiera andar rápido, a sus espaldas había la sensación que lo observaban, a la revolución de emociones se sumo una silueta, poco a poco la figura se fue descubriendo a los ojos del asustado sujeto, hasta tener a cinco metros un chivo, peludo, negro, de gran tamaño y ojos rojos, que parecían estar llenos de sangre. Sin pensarlo mucho, casi en forma mecánica, el hombre se echó a correr, la sensación de lentitud desapareció. Atrás venía la bestia, lanzaba gruñidos no propios de su especie.
¿Qué sucedió con el brujo nahual?
Al día siguiente, aún con el recuerdo de la terrible experiencia, decidió dar una vuelta por el centro de Tenosique, pasó por el mercado público, ahí había un café, ese establecimiento era frecuentado por el beliceño, como se conocían este le preguntó: “¿Qué cosa te sucedió por la noche que venías gritando como loco?”, el interrogado le contestó con otra pregunta: “¿Cómo sabes que me sucedió algo?” Así comenzó una serie de cuestionamientos de ambos, que llevaron a relatar lo sucedido. Al final, la plática concluyó con una frase del extranjero: “Eso suele pasar a los que andan caminando por la madrugada”, y lanzó una carcajada.
Detrás de esa expresión burlona estaba la explicación del porqué la presencia del animal en el camino, pues resulta que el chivo negro era el hombre de Belice, un nahual que por las noches le gustaba perseguir a cuanto fulano se topara en su camino y a quien alcanzaba lo mataba, y los más afortunados terminaban asustados, comentando el avistamiento. Por esta razón a la colonia San Miguelito se le conoció por mucho tiempo como la colonia El Chivo Negro.
Por muchos años, el brujo aterrorizó a los habitantes del lugar, porque aparte de transformarse en una bestia de cuatro patas, también lo hacía en un búho, cuyo canto avisaba que alguien iba a morir, la gente al escucharlo se persignaba para evitar que su aviso mortal la alcanzara. Con el tiempo, del extraño no se supo que fue de él, así como llegó, de la aparente nada, desapareció, unos dicen que no se ha ido, lo que pasa es que ahora ronda en su forma de animal.