Un amor malsano fue la desgracia de dos personas, una encontró en sus acciones consecuencias fatales y la otra perdió la cordura. Así es la leyenda de la Cruz Verde, un relato de la antigua San Juan Bautista, hoy Villahermosa.
Se cuenta que en la ciudad vivía una joven de nombre Elvira que todos los días iba a la misa. Sin embargo, la fe y la creencia no la movían, su verdadero motivo era el sacerdote, hombre joven, que había robado su corazón.
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Pese a sus sentimientos, tenía claro que era un amor imposible, así que sólo se conformaba con verlo dando el sermón.
Al igual que ella deseaba a alguien, un capitán, de nombre Rodrigo, tenía un sentimiento similar por la muchacha. Su deseo fue creciendo al grado de idear un plan para hacerla suya.
La oportunidad se le presentó cuando entró a la iglesia y encontró al religioso durmiendo sobre una silla, tenía ropa de calle, vio que la sotana colgaba de un clavo, sin pensarlo mucho la tomó y se la puso y salió rumbo a casa de Elvira.
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Al llegar a la propiedad vio una cruz, color verde, que adornaba el patio, ese era el distintivo del inmueble. Los latidos del corazón guiaban las acciones del hombre, el deseo de ver a su amada crecía; como si las palpitaciones lo guiaran llegó hasta la ventana de la muchacha, tocó, frente a él apareció el bello rostro. Le suplicó que lo dejara entrar, justificó su presencia diciendo que tenía un problema y necesitaba ayuda.
Creyendo que era el sacerdote le permitió pasar. Pese a las dudas que había en ella, pues no sería bien visto que encontraran un hombre en su cuarto, le ofreció su ayuda.
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Las horas transcurrieron y amaneció, unos vendedores que pasaron por el lugar se persignaron al estar cerca de cruz, pues se veía desde el portón de la casa. Grande fue su sorpresa al ver un cuerpo ensangrentado al pie del monumento y en uno de los brazos extendidos una sotana colgando.
A pocos metros estaba Elvira, fuera de sí. Nadie sabe que ocurrió, ni los enfermos que cuidaron a la desquiciada, que fue ingresada al Hospital San Hipólito en noche de tormenta.
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Cuentan que a veces decía: "Él se quería aprovechar de mí... La ventana estaba abierta... Nunca quise matar a un sacerdote".