Cuenta la leyenda que uno de los mantos lagunares que tiene Huimanguillo fue el escenario de una brutal y despiadada muerte dando origen una leyenda que durante mucho tiempo habitó solo en las memorias de algunos ancianos.
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Muchos años atrás vivía en la región una indígena increíblemente hermosa, era tanta su belleza que era cortejada por el encomendero de la zona·, sin embargo, aquella dama nunca le prestó atención, su corazón ya pertenecía a otro.
La pareja de enamorados ya no podían disimular el amor que sentían, por lo que muchas veces amparados por la reinante oscuridad de la noche se veían escondidas, en ocasiones se ocultaban detrás de una ceiba, pero su lugar favorito era la enorme laguna la que podían contemplar el reflejo de la luna.
Era tan tan grande y fuerte el lazo de amor que los unía que ambos se juraron amor eterno así fuera en este mundo o en cualquier otro. No pasó mucho tiempo para que aquel hombre se enterara de quien le había robado el amor de la hermosa indígena pasó horas sentado dándole vueltas a la situación hasta que después de tanto pensar urdió un malévolo plan así que tan pronto como pudo mandó a sus fieles servidores a que lo buscaran y que en el momento mismo lo asesinaran creyendo que solo así podría tener los favores de la joven india.
Después de andar casi todo el día en su búsqueda y a punto de caer la tarde los secuaces del malévolo cacique encontraron al prometido de la muchacha modelando en barro un utensilio, sin decir nada lo tomaron bruscamente aunque se resistió al ataque al final lograron someterlo, con una soga de fibra natural le ataron las manos a un tronco que descansaba sobre sus hombros. Después de haber caminado cerca de una legua, llegaron a un claro en medio de la selva y con un cuchillo de obsidiana salvajemente le hicieron profundas heridas y se sentaron en un tronco a ver como lentamente el indio iba perdiendo la vida.
Dos días después de lo sucedido llegó hasta la novia la fatal noticia, cuentan que lloró hasta que sus ojos quedaron secos y marchitos, se encerró en su choza y pasó días sin comer y sin dormir.
Insensible al dolor que la hermosa joven sentía, el encomendero la mandó a buscar, pero enfrente de todos ella lo volvió a rechazar, el iracundo hombre no pudo soportar semejante desprecio y humillación rápidamente urdió un maléfico plan. Durante la víspera del solsticio de verano la llevó hasta las aguas cristalinas de la laguna y sin que nadie se percatara la ató de manos y pies, antes la había desfigurado el rostro con un fierro al rojo vivo, la llevó aguas adentro cargándola y la dejó en las profundidades, la mujer no emitió un solo grito, únicamente dijo unas palabras que fue una invocación al dueño de las tinieblas.
Algunos años después de ese cruel asesinato empezaron a suceder cosas extrañas e inexplicables en la laguna, durante unos meses los pescadores sacaban sus redes vacías, se podían ver las aguas completamente quietas como si en ella no existiera vida alguna. Pero lo más aterrador estaba por ocurrir, inexplicablemente dos hombres habían desaparecido, justo cuando caminaban de noche cerca de la enorme laguna.
Durante la noche de San Juan un grupo de españoles recién llegados a esta comarca, se encontraban disfrutando de la vida cantando, bailando y embriagándose alrededor del fuego que minutos antes habían encendido lo curioso es que aun con el pasar de las horas como parte de magia no se apagaba, así duró cerca de tres horas, cuando a la medianoche uno de los hombres llamado Gonzalo se separó del grupo.
Entre el humo de la hoguera y la niebla espesa, Gonzalo había alcanzado a ver a lo lejos la silueta de una mujer, caminó con pasos inseguros por la embriaguez hasta donde se hallaba de espaldas, la mujer tenía la cabeza agachada, portaba una bata blanca, traía pies descalzos y su cabellera era negra, larga y lacia, su brazo tenía un color pálido como si no corriera sangre por sus venas.
Cuando estuvo cerca la quiso abrazar, la mujer sin decir nada se adentró en la laguna, Gonzalo sin darse cuenta caminó atrás de ella. Cuando ya se encontraban sus cuerpos casi sumergidos en el agua, la espectral mujer volteó hacía el hombre, lentamente él fue quitando el velo de la cara, cuentan que fue tanta la impresión al verla que se llevó las manos al pecho para después poco a poco hundirse.
Desde entonces durante la noche de San Juan una mujer espectral se aparece a los hombres trasnochados a los cuales atrae de manera sensual hasta llevarlos a la laguna con la intención de mostrarles su rostro desfigurado cadavérico, tétrico y horrible que termina por matarlos de la impresión o ahogándolos en las profundas aguas lagunares.
