La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
Un relato que está entre lo cómico y lo extraño se cuenta en Teapa, dedicado a todos los que se llaman Manuel (porque así se llama el sujeto de la historia, de ahí la generalización). La historia tiene como protagonistas a un hombre que le gustaba el dinero, pero que no quería trabajar, en pocas palabras era un flojo, y a una voz misteriosa que al parecer salía de una ceiba.
Lee más: El Salvaje: La bestia devora humanos de Teapa
Resulta que en el municipio hace mucho tiempo, cuando la urbanización no había llegada a ningún rincón de Tabasco, existió un hombre de gran importancia, pero que le huía a cualquier faena, solo se le veía cabalgando por los distintos rincones del lugar.
En una ocasión tomó un camino que conduce a Tacotalpa, que tenía forma de herradura y se conocía como ‘la subida de la piedra’ y al final una ceiba. El individuo no iba alguna parte en específico, únicamente se encontraba pasando el tiempo, en lo que era experto.
La tranquilidad con la que el corcel trotaba se interrumpió cuando una voz se empezó a escuchar, primero parecía el viento haciendo ruido entre las hojas, sin embargo, el sonido se fue haciendo cada vez más nítido, y formar palabras. El animal estaba tan inquieto que el jinete no cayó gracias a su experiencia.
Recibe a partir de ahora las noticias más importantes directo a tu WhatsApp
Manuel con la rienda medio logró dominar al equino, quien daba pequeños reparos en el mismo lugar. Una voz masculina grave mencionó el nombre del individuo, le preguntó dos veces: Manuel ¿quieres dinero?
La impresión de escuchar el cuestionamiento, saliendo aparentemente del gran árbol le hizo picar con sus espuelas las costillas del caballo, quien al sentir los golpecillos comenzó a galopar a gran velocidad hasta que el hombre llegó a su casa. Ya en la vivienda le contó a su esposa e hijos lo que le había sucedido.
Tras concluir su relato, la esposa le preguntó: ¿Y tú qué respondiste? Y Manuel mencionó: “Pues nada”. Al escuchar la mujer, comenzó con una serie de reclamos que incluyeron los calificativos que no lo bajaban de ‘animal’ o ‘bruto’.
Al concluir el regaño, la señora prácticamente le ordenó que regresara al lugar y si la voz le volvía a preguntar que diera una respuesta afirmativa. Así, de mala manera regresó el hombre al camino, se acercó a la ceiba y como había sucedido un día anterior, la voz volvió a pregunta: “Manuel ¿quieres dinero?, a lo que Manuel respondió: “Sí, si quiero”. Y obtuvo una contestación: “Pues trabaja c…? Fin de la historia.