La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
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El suceso paranormal que aquí se relata ocurrió en la década de los noventas en una secundaria de Villahermosa, cuyo nombre nos reservamos. La persona que narra la historia asegura que la vivió una compañera suya. Todo comenzó un día que un grupo de estudiantes se encontraban en el baño de la institución educativa jugando “los lápices para invocar...”. Dentro de lo que cabía, todo transcurría en forma normal.
Los uniformes gris con blanco era lo que predominaba; las risas de Anahí (nombre ficticio) y sus compañeros se escuchaban hasta afuera del área antes mencionada. Estaban inmersos en un diabólico frenesí, pero inconscientes del mal que iban a invocar.
Una de las ahí presentes preguntó: “estas aquí”, las puntas de los lápices, que eran sostenidos en ambos extremos formando un rectángulo, se dirigieron hasta encontrarse y unirse, lo que indicaba una respuesta afirmativa. No sabían razón por la cual se movían; parecía que una fuerza extraña los controlaba.
Todo transcurría de manera aparentemente normal. Las miradas estaban centradas en el movimiento de los objetos alargados, que parecían tener vida propia. Una curiosidad morbosa se había apoderado de los adolescentes; carcajeaban en forma nerviosa, sabían que había algo corrompido, pero aún así seguían con su asunto. Era la manera de continuar desafiando lo desconocido.
La siguiente pregunta fue; “¿estás vivo?”; los lápices se cerraron de nuevo. Los ahí reunidos se cuestionaron en silencio: ¿quién era este ser que afirmaba estar vivo, pero no veían?
Seguían los jóvenes en su enfermiza situación, a lo que continuaron preguntando al ente: “¿Eres el diablo?” La respuesta fue afirmativa. Entonces el ánimo de los presentes se enardeció; embriagados de curiosidad malsana alguien dijo: “¿Te gusta alguien de nosotras?” La respuesta fue un sí.
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“¿Quien?”, preguntaron los curiosos muchachos; como la respuesta sólo podía ser “sí” o “no”, hubo un atrevido que mencionó: “¿Anahí?”, y el movimiento fue hacia adentro, lo que indicaba una afirmación. Toda la concurrencia quedó en silencio y en una esquina de la parte superior del baño, vieron a un murciélago de gran tamaño con los ojos rojos que voló hacía la joven, quien se desmayó. Lo único que recordó es que estaba en el hospital. De lo sucedido tenía vagos recuerdos, como una pesadilla, donde un ser monstruoso la perseguía.