Esta icónica fuente se encuentra en la confluencia de dos de las principales avenidas de Villahermosa, específicamente en el cruce de la 27 de Febrero y Usumacinta. Originalmente, la fuente albergaba a 11 niños, pero en la actualidad, solo quedan 8.
Inaugurada en 1962 por Adolfo López Mateos, entonces presidente de la República, y con Carlos Alberto Madrazo Becerra como gobernador de Tabasco en ese periodo, la fuente es atribuida al propio gobernador Madrazo, quien se dice que diseñó la estructura inspirado por la escena que observaba desde el balcón del Palacio de Gobierno.
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Desde allí, contemplaba a los niños jugar, nadar y aventurarse en el río Grijalva desde la orilla de Las Gaviotas, donde las garzas eran abundantes.
Fue esta escena la que le inspiró a crear una fuente que capturara la esencia de la infancia tabasqueña, reflejando la inocencia, libertad y diversión que experimentaban al interactuar con el elemento vital que representa el agua para los tabasqueños. La responsabilidad escultórica recayó en Augusto Escobedo, un artista nacido en la Ciudad de México en 1914, quien los realizó en bronce.
A pesar de su designación como monumento artístico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de ser un ícono reconocido en Villahermosa, la fuente ha sido objeto de diversos incidentes y actos vandálicos a lo largo de los años, lo que ha contribuido a su paulatino olvido.
Deterioro paulatino
El primer incidente tuvo lugar en los años ochenta cuando un "conocido médico" —sin registro preciso— chocó su automóvil contra la fuente.
Luego en 2004, durante una protesta, manifestantes cubrieron las esculturas de los niños con pañales. Ese mismo año, vándalos locales dañaron las instalaciones eléctricas.
En 2006 y 2010, varios vehículos se estrellaron contra la fuente, causando graves daños.
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El 25 de abril de 2013, el Ayuntamiento de Centro pintó las esculturas que eran de un verde patinado, de negro, desatando una protesta ciudadana que obligó a revertir el cambio y restaurar las estatuas a su color original.
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En 2018, un "niño" fue robado, y en 2019, un individuo de Centroamérica intentó llevarse otra figura, siendo detenido a tiempo. Desde entonces, dos más han desaparecido. Reemplazar cada niño perdido implicaría un costo aproximado de 500 mil pesos, considerando que están hechos de bronce y pesan más de 25 kilogramos cada uno, hasta el momento no hay un comunicado oficial sobre la restauración del histórico monumento.