/ viernes 2 de diciembre de 2022

La brujería acabó con su vida y su fortuna

Un hombre que tenía gran poder y dinero fue embrujado por su esposa luego de que le pegara una bofetada; relato que ocurrió entre Veracruz y Tabasco, según revela una familiar que lo cuidó hasta su muerte en Villahermosa

La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.

Un hombre que tuvo gran poder y dinero terminó muerto entre una terrible pobreza; se dice que su esposa fue la causante de su mal a través de la brujería, según reveló un pariente de la víctima. Los hechos que a continuación se relatan sucedieron en dos lugares, el puerto de Veracruz y Tabasco.

Lee más: Duendes le quitaron la vida a un bebé en Cunduacán

Los hechos que a continuación se relatan sucedieron en dos lugares, el puerto de Veracruz y Tabasco. Foto: Cortesía | Pixabay

Salvador tenía un oficio arriesgado, por cuya paga valía la pena exponerse al constante peligro que representaba estar al margen de la ley, entre los caminos aún de terracería transportaba su mercancía (por llamarla de una manera). Con el tiempo fue ganando notoriedad con sus jefes y lo dejaron encargado de la zona porteña y parte de Tabasco.

¿Cómo justificaba las muertes Salvador?

El contrabando de drogas le había dado algo que de niño le faltó: Dinero. Llegó a tener una fortuna que le permitía vivir en una casa lujosa, casi una mansión. Sus trajes eran blancos, ese color le gustaba, lo veía como elegante. Saco, pantalón, zapatos todos en una misma tonalidad y, por su puesto, el sombrero. Todos los que le conocían sabían a qué se dedicaba, pero sólo lo comentaban de puertas adentro.

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La imagen que proyectaba era la de Humphrey Bogart, aquel actor que protagonizó la película Casa Blanca; de acuerdo a su entender, su vestimenta era como la de ese famoso de Hollywood (habría que ver la película para comprobar tal apreciación). Su piel morena contrastaba con la claridad de su atuendo, y su estatura cubría un poco el sobrepeso que tenía. Pese a dedicarse a lo ilícito su rostro era amable, pero eso sólo era una fachada; el verdadero instinto aparecía cuando sentía que las fuerzas del orden estaban cerca de su teatro de operaciones. En su conciencia tenía uno que otro uniformado, eso no le quitaba el sueño, morir o vivir, el riesgo implícito de los que se dedican a este negocio, así justificaba las muertes de otros.

Entre toda esa maldad, había una hermana, vivía en Villahermosa con su esposo e hijo de apenas cinco meses de nacido. Los momentos en que la visitaba, significaban salir de aquel estilo de vida que había escogido. Cuando llegaba a la vivienda de su pariente le llevaba ropa, jabón, talco para el bebé y para ella uno vestido o pedazo de tela para que confeccionara lo que se le ocurriera. En varias ocasiones la mujer le pidió que dejara ese ‘trabajo’, pero él simplemente respondía que todo lo tenía controlado, nadie le podía hacer daño.

El contrabando de drogas le había dado algo que de niño le faltó: Dinero. Llegó a tener una fortuna que le permitía vivir en una casa lujosa, casi una mansión. Sus trajes eran blancos, ese color le gustaba, lo veía como elegante Foto: Cortesía | Pixabay

Pese a la zozobra en que vivía, temiendo que en cualquier momento una bala acabara con él, decidió formar una familia con una joven de nombre Flor. Llevaban tres años de casados y por algún motivo no tenían hijos; no se sabía de quien era el problema, en esos tiempos ir al doctor por tal cuestión no era una opción, eso se arreglaba buscando otra mujer u otro hombre, según el caso.

¿Por qué discutía Salvador con su esposa?

La falta de un descendiente frustraba a la pareja: Constantemente reñían, ambos se echaban la culpa; preferían vivir de las greñas a buscar ayuda, y en una de tantas peleas, Salvador le dio una cachetada a Flor, la dejó sangrando de la boca y tirada en la sala de la casa; a nadie le permitía que le alzara la voz, ni subordinados y menos una mujer. Salió, dejando a la esposa con un sentimiento de rabia e impotencia. Pasados unos minutos, se levantó, secó sus lágrimas y a partir de ese momento una idea surgió: se las tenía que pagar.

La mujer fue con un tío que vivía en una comunidad cerca del puerto, dedicado a la brujería, le contó lo que había sucedido. Él le dio tres botellas pequeñas, con goteros. La sustancia se las debía echar en sus alimentos, así hasta que se acabara el líquido de los envases. Conforme los tomara con más frecuencia su voluntad iba desaparecer y el hombre le haría caso en todo a la muchacha.

Al llegar la noche, entre las 11 y 12, regresó a su casa Salvador, su compañera lo recibió con una sonrisa, cosa que le extraño, pero no le dio importancia, cenaron los dos, pero previamente Flor puso las tres gotas en la comida de su cónyuge. Todo transcurrió normal, se fueron a dormir; pasaron los días, la salud del supuesto embrujado seguía igual, parecía cada vez más sano.

Sin embargo, en una entrega de paquetes, entre los límites de Tabasco y Veracruz, sintió mareos, y tanto fue su malestar que se recostó en el asiento de atrás del vehículo en que iban él y otros dos. Esperaban a otra unidad, sus tripulantes le comprarían la droga. La transacción se llevó sin ningún problema, pero Salvador no pudo estar en el momento de la entrega, pues los dolores y nauseas que sentía le obligaron estar dentro del auto.

¿Quién cuidó a Salvador en sus últimos días?

Un hombre que tuvo gran poder y dinero terminó muerto entre una terrible pobreza; se dice que su esposa fue la causante de su mal a través de la brujería, según reveló un pariente de la víctima. Foto: Cortesía | Pixabay

Tras lo sucedido fue a ver a un médico, le realizó los exámenes correspondientes, mas no le encontró nada que indicara algún tipo de enfermedad, únicamente le recetó unas pastillas para los nervios. Conforme fueron pasando los días se sentía débil y cansado, además comenzó a perder peso. Los cambios físicos eran notorios, los doctores de Veracruz le dijeron que fuera al Distrito Federal, los hospitales allá tenían mejor equipo y tal vez descubrirían que tenía. Así lo hizo, pero el resultado fue el mismo.

Su salud no fue lo único que perdió, debido a su estado ya no pudo seguir dedicándose a su negocio, sus jefes y subordinados lo dieron por olvidado, y con el tiempo la mujer, lo abandonó, no sin antes quedarse con la casa. Sus últimos días los pasó en Villahermosa, acá lo vino a dejar su esposa.

La hermana de Salvador, quien le cuido hasta que expiró, comentó que ya no tenía control de su esfínter, y como un recién nacido había que limpiarlo. A su muerte, corrió el rumor que su esposa le había hecho brujería para deshacerse de él porque tenía un amante, hombre joven y vigoroso. Nunca se supo si fue cierto o si simplemente, la enfermedad no fue tratada adecuadamente.

La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.

Un hombre que tuvo gran poder y dinero terminó muerto entre una terrible pobreza; se dice que su esposa fue la causante de su mal a través de la brujería, según reveló un pariente de la víctima. Los hechos que a continuación se relatan sucedieron en dos lugares, el puerto de Veracruz y Tabasco.

Lee más: Duendes le quitaron la vida a un bebé en Cunduacán

Los hechos que a continuación se relatan sucedieron en dos lugares, el puerto de Veracruz y Tabasco. Foto: Cortesía | Pixabay

Salvador tenía un oficio arriesgado, por cuya paga valía la pena exponerse al constante peligro que representaba estar al margen de la ley, entre los caminos aún de terracería transportaba su mercancía (por llamarla de una manera). Con el tiempo fue ganando notoriedad con sus jefes y lo dejaron encargado de la zona porteña y parte de Tabasco.

¿Cómo justificaba las muertes Salvador?

El contrabando de drogas le había dado algo que de niño le faltó: Dinero. Llegó a tener una fortuna que le permitía vivir en una casa lujosa, casi una mansión. Sus trajes eran blancos, ese color le gustaba, lo veía como elegante. Saco, pantalón, zapatos todos en una misma tonalidad y, por su puesto, el sombrero. Todos los que le conocían sabían a qué se dedicaba, pero sólo lo comentaban de puertas adentro.

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La imagen que proyectaba era la de Humphrey Bogart, aquel actor que protagonizó la película Casa Blanca; de acuerdo a su entender, su vestimenta era como la de ese famoso de Hollywood (habría que ver la película para comprobar tal apreciación). Su piel morena contrastaba con la claridad de su atuendo, y su estatura cubría un poco el sobrepeso que tenía. Pese a dedicarse a lo ilícito su rostro era amable, pero eso sólo era una fachada; el verdadero instinto aparecía cuando sentía que las fuerzas del orden estaban cerca de su teatro de operaciones. En su conciencia tenía uno que otro uniformado, eso no le quitaba el sueño, morir o vivir, el riesgo implícito de los que se dedican a este negocio, así justificaba las muertes de otros.

Entre toda esa maldad, había una hermana, vivía en Villahermosa con su esposo e hijo de apenas cinco meses de nacido. Los momentos en que la visitaba, significaban salir de aquel estilo de vida que había escogido. Cuando llegaba a la vivienda de su pariente le llevaba ropa, jabón, talco para el bebé y para ella uno vestido o pedazo de tela para que confeccionara lo que se le ocurriera. En varias ocasiones la mujer le pidió que dejara ese ‘trabajo’, pero él simplemente respondía que todo lo tenía controlado, nadie le podía hacer daño.

El contrabando de drogas le había dado algo que de niño le faltó: Dinero. Llegó a tener una fortuna que le permitía vivir en una casa lujosa, casi una mansión. Sus trajes eran blancos, ese color le gustaba, lo veía como elegante Foto: Cortesía | Pixabay

Pese a la zozobra en que vivía, temiendo que en cualquier momento una bala acabara con él, decidió formar una familia con una joven de nombre Flor. Llevaban tres años de casados y por algún motivo no tenían hijos; no se sabía de quien era el problema, en esos tiempos ir al doctor por tal cuestión no era una opción, eso se arreglaba buscando otra mujer u otro hombre, según el caso.

¿Por qué discutía Salvador con su esposa?

La falta de un descendiente frustraba a la pareja: Constantemente reñían, ambos se echaban la culpa; preferían vivir de las greñas a buscar ayuda, y en una de tantas peleas, Salvador le dio una cachetada a Flor, la dejó sangrando de la boca y tirada en la sala de la casa; a nadie le permitía que le alzara la voz, ni subordinados y menos una mujer. Salió, dejando a la esposa con un sentimiento de rabia e impotencia. Pasados unos minutos, se levantó, secó sus lágrimas y a partir de ese momento una idea surgió: se las tenía que pagar.

La mujer fue con un tío que vivía en una comunidad cerca del puerto, dedicado a la brujería, le contó lo que había sucedido. Él le dio tres botellas pequeñas, con goteros. La sustancia se las debía echar en sus alimentos, así hasta que se acabara el líquido de los envases. Conforme los tomara con más frecuencia su voluntad iba desaparecer y el hombre le haría caso en todo a la muchacha.

Al llegar la noche, entre las 11 y 12, regresó a su casa Salvador, su compañera lo recibió con una sonrisa, cosa que le extraño, pero no le dio importancia, cenaron los dos, pero previamente Flor puso las tres gotas en la comida de su cónyuge. Todo transcurrió normal, se fueron a dormir; pasaron los días, la salud del supuesto embrujado seguía igual, parecía cada vez más sano.

Sin embargo, en una entrega de paquetes, entre los límites de Tabasco y Veracruz, sintió mareos, y tanto fue su malestar que se recostó en el asiento de atrás del vehículo en que iban él y otros dos. Esperaban a otra unidad, sus tripulantes le comprarían la droga. La transacción se llevó sin ningún problema, pero Salvador no pudo estar en el momento de la entrega, pues los dolores y nauseas que sentía le obligaron estar dentro del auto.

¿Quién cuidó a Salvador en sus últimos días?

Un hombre que tuvo gran poder y dinero terminó muerto entre una terrible pobreza; se dice que su esposa fue la causante de su mal a través de la brujería, según reveló un pariente de la víctima. Foto: Cortesía | Pixabay

Tras lo sucedido fue a ver a un médico, le realizó los exámenes correspondientes, mas no le encontró nada que indicara algún tipo de enfermedad, únicamente le recetó unas pastillas para los nervios. Conforme fueron pasando los días se sentía débil y cansado, además comenzó a perder peso. Los cambios físicos eran notorios, los doctores de Veracruz le dijeron que fuera al Distrito Federal, los hospitales allá tenían mejor equipo y tal vez descubrirían que tenía. Así lo hizo, pero el resultado fue el mismo.

Su salud no fue lo único que perdió, debido a su estado ya no pudo seguir dedicándose a su negocio, sus jefes y subordinados lo dieron por olvidado, y con el tiempo la mujer, lo abandonó, no sin antes quedarse con la casa. Sus últimos días los pasó en Villahermosa, acá lo vino a dejar su esposa.

La hermana de Salvador, quien le cuido hasta que expiró, comentó que ya no tenía control de su esfínter, y como un recién nacido había que limpiarlo. A su muerte, corrió el rumor que su esposa le había hecho brujería para deshacerse de él porque tenía un amante, hombre joven y vigoroso. Nunca se supo si fue cierto o si simplemente, la enfermedad no fue tratada adecuadamente.

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