"Esquizofrenia, discapacidad mental e intelectual severa permanente", es lo que señala la constancia médica que recibió la señora Amada Pérez por el padecimiento de sus dos hijos gemelos, Jahir Lenin y Jairo Eduardo, ambos de 32 años de edad y a quienes desde las inundaciones del 2007, la depresión los llevó a ser ingresados en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Salud Mental Villahermosa.

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Cada tres meses, la mujer de 70 años de edad, acude a la colonia José María Pino Suárez a buscar el medicamento que ayude a sus hijos a estar controlados y relajados en su casa, que se ubica en el Fraccionamiento Gracias México, en la calle Nuevo Amanecer número 22.

Como cada tres meses, la madre de familia acudió a buscar los medicamentos, que por fortuna encontró; Olanzapina con 14 tabletas, y Clonazepan con 30 grageas, son los dos medicamentos que los jóvenes Jahir y Jairo deben consumir de manera permanente.

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"Yo viene a buscar mi medicina; como no puede venir mi enfermo, nos dan la oportunidad de venir con la receta; tengo dos pacientes, son gemelos, la Olanzapina es para que estén tranquilos, y la Clonazepan es para dormir; esta medicina la deben tomar por las mañanas; cada tres meses nos la dan, y si por alguna situación ellos se desesperan, los traemos a urgencias; los dos pacientes están en la casa, porque dicen que nosotros tenemos que cuidar a nuestros familiares, están tranquilos, están cuidados, con sus alimentos, ropa limpia, tienen su espacio", afirmó la septuagenaria.

Sobre cómo inició la enfermedad de los gemelos, recuerda "se enfermaron a los 19 años, por el tiempo de la creciente. Empezaron con depresión; uno comenzó a ponerse triste y no quería estar en el albergue, me pedía que nos fuéramos. Primero uno de ellos cuidaba a su hermano, luego como a los 4 meses se enfermó el otro, y ahora los dos están enfermos desde hace 13 años: les dan crisis nerviosas, de miedo de angustia, y a veces que se enojan un poco, pero lo que más les ocurre es el miedo y la angustia".

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La entrevistada tiene otros hijos que la ayudan: "tengo un hijo de 42 años que maneja combi, una de 52 años que está en Coatzacoalcos, y una hija más chica de 35 años; mi hija de Coatzacoalcos me dijo que si los internábamos en Orizaba, pero le dije que allá había mucho frío, y que mejor nos quedáramos aquí. La casita que nos dieron tiene protección, pero no por mis hijos, sino para que no se vayan a robar el tanque de gas; tenemos un patio, ellos duermen separados, uno en cada cuarto".

En algún momento de su enfermedad mental, los gemelos han sido internados en el hospital de salud mental: "sólo han estado un mes, o 15 días. Ya están más tranquilos, a veces razonan , pero no están al ciento por ciento”.

Difícil estar ingresado

A las afuera del hospital, Bogar "N" acudió a buscar su medicamento, ya que desde los 22 años fue diagnosticado con esquizofrenia, y hoy a sus 39 años sigue tomando su tratamiento.

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Luego de más de 10 ingresos al hospital psiquiátrico, recuerda que ha tenido una recuperación importante, pero debe seguir tomando el medicamento controlado. Recuerda que fue llamado a comer y así estuvo algunas semanas, internado.

Mencionó que a muchos pacientes nunca los van a visitar, pero en su caso no fue así, aunque sufre de un malestar en uno de sus oídos, que hasta el momento sigue padeciendo, ya que no lo atendieron a tiempo.

Hospital: una fortaleza

Una característica de los hospitales en Tabasco, es la falta de información, y el hospital de salud mental no es la excepción; se sabe que hay más de 30 pacientes que desde hace años no los visitan, otros mas siguen con sus tratamientos; aunque se han escudado en la pandemia para no dar ningún tipo de información sobre las condiciones en que están los pacientes.

Se sabe que antes de la pandemia, las visitas eran de jueves a sábado.