Un jaguar copuló con una mujer y esa unión dio origen a seres fantásticos, poderosos y feroces, llamados hombres jaguar, pero por desafiar a los dioses fueron castigados con hambre y sequía, según los mitos olmecas.
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De acuerdo a esta civilización, estos híbridos tenían ojos fluorescentes, cuatro grandes colmillos, eran de gran tamaño; su piel verde con manchas negras y poseían una gran ferocidad y fuerza. Por sus características los consideraban semidioses.
La brutalidad con que atacaban los hacían seres muy temidos, y tenían a su cargo el cuidado de sacerdotes y dioses; además, se les atribuía poderes mágicos. Según los relatos, había hechiceros que se podían convertir en estas bestias.
Otra muestra de su importancia es que al hombre jaguar lo veían como dios supremo del panteón mesoamericano. Sobre su aspecto físico se han encontrado imágenes en piedra y piezas de jade en Veracruz y Tabasco, representaciones que muestran la importancia que tenía entre este pueblo, de igual manera estudios, desde el punto de vista cultural, no dejan de considerarlo un ser sobrenatural.
El origen de esta raza, como se mencionó, fue por la concepción de una humana por un felino, pero que fue escogida por ser virtuosa, así se menciona en el relato que hace referencia al mito, del sitio https://www.mitos-cortos.com/mitos-mexicanos/hombre-y-bebe-jaguar/.
Los hombres y las mujeres descendientes de esta relación se distinguieron en la guerra y las artes. Habitaban en tierras fértiles, vivían pues en una bonanza; sin embargo, la prosperidad se vio interrumpida por la ira de los dioses. El motivo: una joven de esta raza se fijó en alguien que no era de su pueblo.
Pese a que las deidades desaprobaban el amor entre los jóvenes, la unión se consumó y nació un niño. La cólera de los grandes señores no se hizo esperar; la sequía y hambruna se apoderaron de las bastas y prósperas regiones. El sufrimiento del pueblo fue tanto que el muchacho ofreció a su hijo en sacrificio a cambio de levantar el castigo divino.
La ofrenda se cumplió; las lluvias regresaron, devolviéndole a la tierra su fertilidad, niños, mujeres, ancianos y hombres volvieron a sonreír, aunque el padre y su descendiente terminaron convertidos en piedra; una advertencia para que las futuras generaciones comprendiesen que debía respetarse la dinastía jaguar.
Actualmente este felino deambula por donde habitó el mito del pueblo creado a partir del hombre y el animal, y de acuerdo al relato, jamás volverá a ser dueño de la tierra, mas no se extinguirá, como si ese fuera el verdadero escarmiento.