Es irónico pensar que herramientas que ayudan a proteger vidas, también son altamente contaminantes y hoy en día de los desechos más preocupantes a nivel mundial. Si, nos referimos de los cubrebocas y demás materiales de salud como guantes, botellas de sanitizantes, etc.
Y es que en medio de una crisis global, la producción de mascarillas desechables ha aumentado considerablemente. Según cifras de las Naciones Unidas, el 75 por ciento de las mascarillas utilizadas, así como otros residuos utilizados en la pandemia, acabarán en vertederos o mares, lo que lo convierte no solo en un problema de contaminación, sino a su vez, en un problema de salud pública.
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Y es que el mal manejo de estos residuos, aunado a la quema o incineración incontrolada de las mascarillas infectadas, puede provocar la liberación de toxinas en el medio ambiente, y por ende la transmisión secundaria de enfermedades en los seres humanos.
Elementos adicionales en la contaminación de los océanos
En un día, una sola persona trabajando en áreas COVID-19 puede requerir hasta 16 cambios de guantes, cuatro batas, cuatro cubrebocas desechables, una mascarilla N-95 y cubrebotas: Raquel Briseño, del ICML de la UNAM.
La Coalición de Playas del Pacífico, señala que debido a la pandemia de Covid-19 ha habido un notable aumento en la cantidad de equipo de protección desechado que llega a las costas.
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Lynn Adams, presidenta de la Coalición, reveló para Chicago Tribune, que los mamíferos grandes pueden comerse los desechos y alterar la cadena alimenticia del océano.
Un informe de la organización OceanAsia reveló que casi 1.600 millones de tapabocas podrían haber ido a parar a los océanos en el 2020. OceanAsia afirmó que puede tomar 450 años degradar esos equipos.
“Obviamente, el EPP es vital en estos momentos, pero sabemos que se está usando más plástico y que buena parte termina en los océanos, lo que puede representar una gran amenaza para los mamíferos marinos y la vida marina en general” señaló Adam Ratner para Chicago Tribune.
Una producción cada día en aumento
Una investigación realizada por Mónica Garduño para Forbes, señala que si cada mexicano que labore cinco días por semana utiliza una mascarilla al día, estaría desechando en promedio más de un kilo de mascarillas cada dos semanas, tomando en cuenta que cada mascarilla tiene un peso de aproximadamente 30 a 150 gramos.
Meteored señala que según una investigación realizada por universidades conjuntas, usamos 129 mil millones de mascarillas quirúrgicas al mes en todo el mundo, lo que significan tres millones de mascarillas por minuto.
Esto sin contar con que tanto en México, como en América Larina, el sistema de reciclaje está rezagado, lo que significa que casi el 90 por ciento de las mascarillas terminará en vertederos o en el océano.
Además, Forbes, en su investigación, da a conocer que en promedio una mascarilla tarda más de 400 años en desintegrarse, convirtiéndose en una amenaza no solo para las especies marinas, sino también para los humanos.
La producción de mascarillas ha sido tanta, que incluso superó a la de las botellas de plástico, ya que a diferencia de las mascarillas, un 25 por ciento de las botellas se reciclan, mientras que en caso de los cubrebocas, no existe una guía oficial para su reciclaje.
¿Qué hacer al respecto?
La Universidad Anáhuac sugiere que en el caso de los cubrebocas de tela, se pueden reutilizar después de lavar, desinfectar, secar y reutilizar.
En el caso de los cubrebocas quirúrgicos, si está seco, con las capas intactas y no está roto, se puede reutilizar durante tres días. Sin embargo, una persona con infección confirmada o probable, no puede reutilizarlo.
Los respiradores N95 deben guardarse en un recipiente de plástico cerrado y dejarlo secar durante tres o cuatro días, estos deben ser desechados en unidades que cuenten con eliminación de residuos biomédicos.