Frecuentemente, las noticias de desastres naturales, como el terremoto de 8.2 grados ocurrido el 7 de septiembre de 2017, son frías y sólo dan cuenta de números y estadísticas; sin embargo, detrás de cada víctima, hay una tragedia familiar y una historia de lucha contra la adversidad.
En el caso de de la familia Méndez Valencia, de Tacotalpa, el drama comenzó mucho antes de que la tierra se estremeciera, y sus repercusiones se extendieron más allá de aquel funesto día en que el temblor le arrebató la vida al pequeño Jesús Manuel, de 9 años de edad, a quien le cayó encima la barda de su humilde casa, ubicada en la ranchería Puyacatengo Segunda Sección.
La historia la contó vía telefónica Eber de la Cruz Valencia, primo de la víctima. Y la cuenta a manera de llamado de auxilio, pues en torno al deceso del menor, hay una familia herida de muerte.
Eber afirmó que su tía, Manuela, es madre soltera. A Jesús Manuel le sobreviven, además de su madre, sus tres hermanas; Heidi, Paola y Yuliana. Yuliana es la mayor de edad pero tiene problemas de salud, ya que no puede hablar.
La noche del sismo, el más violento en la historia reciente de México, la familia de cinco miembros dormía en su hogar, como tantas otras familias tabasqueñas.
"Esa noche todos pensamos que Yuliana fue quien presintió el temblor. Le dijo; mamá levántate. Manuela se levantó, entre sueños, y fue a ver a su hija. Estaba sorprendida porque habló. Al aproximarse, se dio cuenta de que no podía caminar. Pensó que estaba mareada, ya que le dolía la cabeza. En eso, se percató que la pared se movía. Alarmada, le habló a Heidi, quien dormía con su hermanito. Cuando se aproximó ya no pudo hacer nada; Hubo un apagón y la pared se derrumbó sobre sus hijos" relató Eber.
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Al derrumbarse la pared, Manuela entró en shock. Gritó para que le ayudaran a rescatar a sus hijos. Entre los escombros, intentaron sacar a Jesús Manuel. Su hija, Heidi le dijo "no mamá, ya mi hermano falleció".
Las personas de la comunidad y vecinos fueron para tratar de rescatar al niño, pero ya no había nada qué hacer.
El sábado fue su entierro.
Como ocurre en las trágicas muertes de niños, el sepelio fue multitudinario, triste, desgarrador.
El pequeño Jesús Manuel fue acompañado por familiares y amigos, en vehículos que avanzaron por un camino enlodado por la lluvia, hasta el cementerio.
Pero el dolor no termina ahí.
"El Presiente municipal de Tacotalpa dijo que se nos iba a poyar, pero hasta ahora, nada. Paola sigue en el hospital con el brazo fracturado y golpes en las piernas. Primero los doctores no la querían atender en el Hospital General de Teapa; decían que no era algo de riesgo para su vida. Yuliana, desde la muerte de su hermanito, no se ha levantado de la cama. Necesita terapia psicológica, atención especializada. Paola también sigue en shock. no se diga su mamá", añade Eber.
"Mi tía Manuela es de escasos recursos. No tiene esposo. Sale adelante lavando ropa, haciendo labores del hogar; ha sido una vida difícil para ella. El fallecimiento de su hijo la tiene muy mal. Se culpa a sí misma. No lo jalé, no lo levanté, se dice".
De acuerdo con el relato de su primo Eber, Jesús Manuel era un niño muy obediente. "Un niñito que se ganaba su comida, su dulce, su paleta. Hacía siempre los mandados de todos, iba por el pozol del abuelo, del tío, iba a buscar el tomate, el frijol. Nunca decía que no. Siempre estaba dispuesto. Toda su familia, sus amiguitos lo lloraron, nadie pasábamos a creer que la noche del sismo, durmió un sueño del que no se iba a despertar".
Jesús Manuel estudiaba el quinto año en la Escuela Primaria Enrique C. Rebsamen de Puyacatengo, segunda sección.
"Dios sabe por qué hace las cosas. La pérdida de Jesús Manuel es irreparable, pero el resto de la familia necesita mucha ayuda. Atención especializada. Porque si uno estando bien, como persona, todavía seguimos un poco traumados, por el sismo, imagínese cómo estarán ellos, que se les cayó su casa y perdieron a un hijo. Por eso pedimos apoyo a las autoridades o a quien nos quiera escuchar", finalizó Eber.