/ domingo 29 de abril de 2018

Rancho Ecológico, una manera amable de cultivar

En tres hectáreas al sur de la Ciudad de México, se promueve un mejor estilo de vida y conviven animales con sustentabilidad ambiental

La Ciudad de México no sólo es la “terrible” mancha urbana, contaminación y tráfico, en San Miguel Topilejo, parte de la delegación Tlalpan, hay aún áreas verdes y aire limpio para respirar que además se conjugan con modelos de ecotecnias y maneras más amables de tratar a la tierra.

El Rancho Ecológico El Arco, de alrededor de tres hectáreas, es la muestra de la manera en la que los suelos explotados se transformen en lugares que promueven usos sustentables de los recursos y mostrar a las personas la manera de hacerlo, explicó la coordinadora del lugar, María Teresa Brambila.

Recordó que hace alrededor de diez años comenzó este proyecto con la finalidad de aprovechar los recursos y cuidar los elementos naturales para así motivar un cambio en el estilo de vida en favor de un mejor ambiente.

“Es un proyecto en el que se cierran otros de aprovechamiento y cada uno de los residuos que sobran de un proceso es un insumo para otro proceso, por lo que en el lugar no hay botes de basura; ello, aunado a que no se cuenta con servicios públicos como agua, luz y drenaje”.

Lo que sí existe, aclaró Brambila, son servicios alternos como baños secos, que no tienen drenaje lo que ayuda a reducir la cantidad de agua que se usa; ello, así como ecotecnias de captación de agua pluvial, generación de gas, y un sistema híbrido para la producción de luz a partir de energía eólica y solar.

El rancho, también ofrece programas de educación ambiental autorizados por la Secretaría de Educación Pública, así como de ecotecnología y sustentabilidad, estancias en las que las personas conocen su huella ecológica y la manera de reducirla mediante la elaboración de productos amables con el medio ambiente como repelentes, jabones, shampoos e insumos de uso personal.

Ubicado en el corredor Chihinautzin, considerado como un nicho ecológico por los aztecas, es un lugar destinado a la reproducción y crianza de conejos, dos vacas que producen leche, carne y quesos frescos, panela, oaxaca y requesón; ahí mismo, transforman el queso panela en delicias con piña y ajonjolí, o epazote, cebolla y chile.



CARNE DE CONEJO, UNA OPCIÓN

La coordinadora del rancho detalló que en México existe aún poco consumo de carne de conejo, “ya la deberíamos tener como parte de la dieta cotidiana, así como tenemos el pollo, el pescado, la carne de res, porque el conejo es el único animal terrestre que nos comemos que no genera grasa dentro de su masa muscular, toda la tiene por fuera, estamos hablando de carne magra, que es cero grasa, cero colesterol”.

Ello, aunado a que es baja en sodio, lo que ayudaría a reducir los índices de obesidad en el país; además, ofrece una versatilidad culinaria y tiene una calidad de proteína casi comparable con la del pescado; sin embargo, el costo de este alimento es aún elevado debido a que no se consume de manera masiva, “si se consumiera como el pollo podría bajar su precio tal vez hasta más que el pollo, podría ser sumamente accesible”.

Explicó que muchas personas no consumen carne de conejo debido a que consideran que es de difícil preparación, pero se pueden elaborar hamburguesas, platillos gourmet o aquellos tan tradicionales como el mole, incluso en una preparación de mole al cacao acompañado con plátano frito; la idea, comentó es hacer las mismas recetas que se realizan con carnes de res y pollo, pero con carne de conejo.

En plena delegación Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, el lugar cuenta con un área de reproducción consciente de conejos para después utilizar sus insumos para consumo de carne, elaboración de abono y de artículos de vestir

“Del conejo se puede aprovechar todo; así, con el excremento de estos animales se hace composta para la producción de abono orgánico, en tanto que otra proporción se destina a un sistema biodigestor para la producción de gas; además, el abono que se produce con los deshechos de los conejos se utiliza en el campo de cultivo del rancho; ahí, se cultivan hortalizas que sirven para alimentar a los conejos”.

Los conejos que viven en el lugar no se les agregan medicamentos, anabólicos, ni nada que acelere su crecimiento y se utiliza un sistema de reproducción no extensiva; en ésta nacen los gazapos y de inmediato se vuelve a montar a las hembras, por lo que además de estar gestando, amamantan a sus crías, lo que es un desgaste para los animales.

Además de la utilización de los abonos de los conejos para la siembra de hortalizas, se usa la piel, con la que se elaboran artículos de piel artesanales, las cuales son curtidas y trabajadas en el rancho para elaborar pantuflas, bolsos, pijameros y prendas de vestir que sean de uso cotidiano, para que tengan una larga vida útil, expuso.



SUSTENTABILIDAD Y BUENAS PRÁCTICAS

Además del área en la que habitan los conejos y las vacas se cuenta con parcelas donde se producen hortalizas; así como plantas aromáticas, flores comestibles y árboles frutales, aunado a que es parte de un programa de autosuficiencia alimentaria.

Destaca un huerto en espiral en la que en dos metros de superficie se pueden cosechar hasta 10 kilogramos de productos por temporada, ello, debido a que está diseñado para funcionar con las posiciones del sol y los hemisferios terrestres, en donde se consideran maneras más provechosas de cultivo.

En la actualidad, y con el uso de ecotecnologías y principios de sustentabilidad ambiental, el rancho genera ya tres productos como Suelo Sano con abonos orgánicos; El Conejo del Mesón, con producción de carne y Puesta de Sol, para la producción de plantas aromáticas y flores comestibles, los cuales ofrecen en el programa de mercado de productores de la FAO y en Consume Local de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) que impulsa el consumo de productos que se producen en las localidades.

“Se nos olvida que la Ciudad de México no es solo la temible mancha urbana, sino que tenemos una franja rural enorme que en superficie es mayor que la urbana y que aquí estamos produciendo una gran cantidad de alimentos“.


La Ciudad de México no sólo es la “terrible” mancha urbana, contaminación y tráfico, en San Miguel Topilejo, parte de la delegación Tlalpan, hay aún áreas verdes y aire limpio para respirar que además se conjugan con modelos de ecotecnias y maneras más amables de tratar a la tierra.

El Rancho Ecológico El Arco, de alrededor de tres hectáreas, es la muestra de la manera en la que los suelos explotados se transformen en lugares que promueven usos sustentables de los recursos y mostrar a las personas la manera de hacerlo, explicó la coordinadora del lugar, María Teresa Brambila.

Recordó que hace alrededor de diez años comenzó este proyecto con la finalidad de aprovechar los recursos y cuidar los elementos naturales para así motivar un cambio en el estilo de vida en favor de un mejor ambiente.

“Es un proyecto en el que se cierran otros de aprovechamiento y cada uno de los residuos que sobran de un proceso es un insumo para otro proceso, por lo que en el lugar no hay botes de basura; ello, aunado a que no se cuenta con servicios públicos como agua, luz y drenaje”.

Lo que sí existe, aclaró Brambila, son servicios alternos como baños secos, que no tienen drenaje lo que ayuda a reducir la cantidad de agua que se usa; ello, así como ecotecnias de captación de agua pluvial, generación de gas, y un sistema híbrido para la producción de luz a partir de energía eólica y solar.

El rancho, también ofrece programas de educación ambiental autorizados por la Secretaría de Educación Pública, así como de ecotecnología y sustentabilidad, estancias en las que las personas conocen su huella ecológica y la manera de reducirla mediante la elaboración de productos amables con el medio ambiente como repelentes, jabones, shampoos e insumos de uso personal.

Ubicado en el corredor Chihinautzin, considerado como un nicho ecológico por los aztecas, es un lugar destinado a la reproducción y crianza de conejos, dos vacas que producen leche, carne y quesos frescos, panela, oaxaca y requesón; ahí mismo, transforman el queso panela en delicias con piña y ajonjolí, o epazote, cebolla y chile.



CARNE DE CONEJO, UNA OPCIÓN

La coordinadora del rancho detalló que en México existe aún poco consumo de carne de conejo, “ya la deberíamos tener como parte de la dieta cotidiana, así como tenemos el pollo, el pescado, la carne de res, porque el conejo es el único animal terrestre que nos comemos que no genera grasa dentro de su masa muscular, toda la tiene por fuera, estamos hablando de carne magra, que es cero grasa, cero colesterol”.

Ello, aunado a que es baja en sodio, lo que ayudaría a reducir los índices de obesidad en el país; además, ofrece una versatilidad culinaria y tiene una calidad de proteína casi comparable con la del pescado; sin embargo, el costo de este alimento es aún elevado debido a que no se consume de manera masiva, “si se consumiera como el pollo podría bajar su precio tal vez hasta más que el pollo, podría ser sumamente accesible”.

Explicó que muchas personas no consumen carne de conejo debido a que consideran que es de difícil preparación, pero se pueden elaborar hamburguesas, platillos gourmet o aquellos tan tradicionales como el mole, incluso en una preparación de mole al cacao acompañado con plátano frito; la idea, comentó es hacer las mismas recetas que se realizan con carnes de res y pollo, pero con carne de conejo.

En plena delegación Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, el lugar cuenta con un área de reproducción consciente de conejos para después utilizar sus insumos para consumo de carne, elaboración de abono y de artículos de vestir

“Del conejo se puede aprovechar todo; así, con el excremento de estos animales se hace composta para la producción de abono orgánico, en tanto que otra proporción se destina a un sistema biodigestor para la producción de gas; además, el abono que se produce con los deshechos de los conejos se utiliza en el campo de cultivo del rancho; ahí, se cultivan hortalizas que sirven para alimentar a los conejos”.

Los conejos que viven en el lugar no se les agregan medicamentos, anabólicos, ni nada que acelere su crecimiento y se utiliza un sistema de reproducción no extensiva; en ésta nacen los gazapos y de inmediato se vuelve a montar a las hembras, por lo que además de estar gestando, amamantan a sus crías, lo que es un desgaste para los animales.

Además de la utilización de los abonos de los conejos para la siembra de hortalizas, se usa la piel, con la que se elaboran artículos de piel artesanales, las cuales son curtidas y trabajadas en el rancho para elaborar pantuflas, bolsos, pijameros y prendas de vestir que sean de uso cotidiano, para que tengan una larga vida útil, expuso.



SUSTENTABILIDAD Y BUENAS PRÁCTICAS

Además del área en la que habitan los conejos y las vacas se cuenta con parcelas donde se producen hortalizas; así como plantas aromáticas, flores comestibles y árboles frutales, aunado a que es parte de un programa de autosuficiencia alimentaria.

Destaca un huerto en espiral en la que en dos metros de superficie se pueden cosechar hasta 10 kilogramos de productos por temporada, ello, debido a que está diseñado para funcionar con las posiciones del sol y los hemisferios terrestres, en donde se consideran maneras más provechosas de cultivo.

En la actualidad, y con el uso de ecotecnologías y principios de sustentabilidad ambiental, el rancho genera ya tres productos como Suelo Sano con abonos orgánicos; El Conejo del Mesón, con producción de carne y Puesta de Sol, para la producción de plantas aromáticas y flores comestibles, los cuales ofrecen en el programa de mercado de productores de la FAO y en Consume Local de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) que impulsa el consumo de productos que se producen en las localidades.

“Se nos olvida que la Ciudad de México no es solo la temible mancha urbana, sino que tenemos una franja rural enorme que en superficie es mayor que la urbana y que aquí estamos produciendo una gran cantidad de alimentos“.


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