¿Sabías que en el vaticano se encuentra resguardada la cabeza de una monja que presuntamente estaba endemoniada? La extremidad es propiedad de la exmonja María Rosenthal, y pese a que han pasado más de 300 años, la cabeza permanece casi intacta.
Durante cientos de años, la iglesia vio las malformaciones, enfermedades, el color de piel, de ojos, y la inteligencia, entre otras cosas, como algo diabólico, por lo que daban graves castigos a quienes, para ellos, adoraban al diablo sólo por ser diferentes a los demás.
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De hecho, a muchos de ellos se les acusaba de estar poseídos y con esa premisa buscaban asesinarlos o hacerles daño, y muchas veces lo consiguieron. Una de esas ocasiones quedó marcada en la historia, donde una monja fue violentada y humillada sólo por padecer una condición que actualmente sólo el 1 por ciento de la población tiene.
María Rosenthal: La historia de la monja maldita
Pese a que suena como una historia de fantasmas, lo cierto es que la historia de la monja María Rosenthal va más allá de eso, es algo muy triste que relata la maldad que las personas tenemos por dentro.
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Para empezar con la historia, debemos remontarnos al año de 1742 en el monasterio de Hohenwart, en Alemania. Ahí, una monja de nombre Josephine Rosenthal resultó embarazada, sin embargo, ella aseguraba que eso era imposible pues nunca había tenido relaciones sexuales con nadie.
Debido a ello, la monja fue sometida a distintas pruebas, donde como resultado obtuvieron que efectivamente, ella seguía siendo “virgen”, pero nadie se explicaba cómo eso habría ocurrido.
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Josephine Rosenthal fue trasladada al Consejo de Benedicto XIV en el vaticano, cuando tenía 8 meses de embarazo, para realizarle más pruebas y reconfirmar que ella nunca había tenido relaciones sexuales. Al concluir con las revisiones, se afirmó que la monja había recibido una inmaculada concepción, por lo que ese suceso se convirtió en un evento sagrado.
Debido a que fue un acontecimiento único, Josephine Rosenthal empezó a ser vista como una santa, por lo que fue trasladada a una capilla para que fuera adorada. En ese lugar, fue donde dio a luz, pero lamentablemente fue el mismo sitio donde momentos después perdió la vida, por problemas en el parto.
María Rosenthal fue humillada tras descubrir que era hermafrodita
La hija de Josephine llevó por nombre María Rosenthal, quien fue recibida de buena forma por las otras monjas, pero no por el papa Benedicto XIV, pues al momento del parto se dieron cuenta que tanto la madre como la hija eran hermafroditas, algo que veían como algo demoniaco.
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La palabra hermafrodita viene del griego Hermaphróditos, hijo del dios Hermes y la diosa Afrodita que tenía ambos sexos, femenino y masculino. En la biología se refiere a la presencia de órganos sexuales femeninos y masculinos en un mismo individuo.
Al pasar de los años, María Rosenthal fue humillada y acosada constantemente por monjas y sacerdotes, que más allá de ver su nacimiento como un milagro, lo veían como algo diabólico e incluso le impedían salir del monasterio.
De igual forma, la gente del pueblo empezó a enterarse de que María era hermafrodita, por lo que empezaron a temerle e incluso odiarla por la mismas razones.
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Debido a eso, ella empezó a escribir un libro que era un tipo diario donde relataba todos los abusos, humillaciones y maltratos que recibía por parte de la gente del pueblo y de las monjas y sacerdotes.
Tras plan malévolo de la iglesia, María Rosenthal decide quitarse la vida
Para que el nombre de María no se viera “manchado” y que la gente no dejara de tener fe, las autoridades eclesiásticas crearon un plan siniestro, en el que la joven debería morir a los 33 años, que fue la edad a la que murió Jesucristo, para que la gente siguiera creyendo en la iglesia y pensara en ella como una santa o una mujer milagrosa.
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El macabro plan llegó a los oídos de María, quien no quería morir a manos de la iglesia, por lo que decidió ella misma suicidarse realizándose un corte profundo en el cuello. Al ocurrir eso, ella no sabía que al igual que su madre, estaba embarazada sin haber tenido relaciones sexuales, sin embargo, el feto falleció antes de que ella se suicidara.
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Tras el suicidio de María Rosenthal, los sacerdotes ordenaron a las monjas que le quitaran la cabeza, la cual embalsamaron y guardaron en una caja junto con una cruz, un frasco con su sangre, un candado y algunos de los escritos que ella dejó en su diario.
Originalmente publicado en El Heraldo de Chihuahua