/ jueves 23 de febrero de 2023

Cuidado, la procrastinación puede ser un signo de ansiedad

Dejar para otro momento las cosas no es un signo de flojera, sino de ansiedad o de temor al rechazo y la crítica

En nuestro día a día, muchas veces vamos postergando cosas que podríamos ‘finiquitar’ para dar paso a otros proyectos o compromisos.

Luego se nos viene encima una gran bola de nieve -que puede convertirse en avalancha- por no organizar nuestro tiempo y actividades; a veces afectando a otras personas. Esta actitud tiene un nombre, que cada vez ocupa más espacios, se llama procrastinación y tiene relación con la ansiedad y el autoestima.

Lee también: La importancia de la salud mental en tiempos de pandemia

¿Qué es la procrastinación?

El área de psicología y psiquiatría del Hospital Universitario Dexeus, en Barcelona, España, define este término como la capacidad de posponer de manera deliberada tareas que son importantes, pese a que tengamos la oportunidad de realizarlas.

Ejemplos de esto son hacer ejercicio, dejar de fumar, realizar pagos que le traerán cargos de intereses, disculpas por pedir o tomar decisiones fuertes de otro tipo. Los procrastinadores crónicos saben, tienen conciencia, de las consecuencias que puede tener su tendencia a posponer (a procrastinar).

Las consecuencias personales procrastinar son tener sentimientos de frustración, reacciones de ansiedad o baja autoestima, sin lograr que esto los motive a ponerse en marcha.

El blog de la misma universidad señala que la procrastinación crónica afecta a entre 15 y 20% de la población adulta, mientras que en la población estudiantil pueden tenerla entre 50 y 90%.

Esto de aplazar lo que tenemos que hacer puede tener relación con el sentimiento de rechazo, de temor a no hacer bien las cosas, al sentimiento de frustración o de incapacidad por no concluir con nuestros proyectos.

¿Cómo identificarla?

Si sientes que dejas demasiadas cosas para el último momento, si consideras que pierdes el tiempo en cosas inútiles o que dejas de trabajar en algo importante para dedicar ese tiempo para hacer algo trivial, luego te sientes abrumado o culpable por lo que sucederá por no haber roto tus compromisos o no cumplir en tiempo, no lo dudes, se trata de procrastinación.

Las formas de dejar de posponer… O procrastinar

Una vez que has identificado lo que podrías tener y quieres combatirlo, puedes comenzar por alejarte de tu zona de confort; si no sabes cómo hacerlo, aprende a organizar y tener un mejor manejo de tu tiempo; procura encontrar una forma de proteger tu autoestima y de aliviar la ansiedad.

Debes relajarte porque tu probable autoexigencia sea lo que te genera angustia, hacer que decaiga el ánimo y que tengas miedo de no lograr tus objetivos, buscándote y encontrándote defectos e incapacidades que no tienes.

No anticipes resultados negativos, mantén la calma, no busques hacer las cosas perfectas.

Por su parte, también sobre este tema, Laura García, del blog del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, señala que la clave más importante para no procrastinar es suprimir las tentaciones de todo aquello que pueda ser una distracción para alcanzar tus objetivos; no olvides que debes aprovechar el tiempo para que no te alcancen las prisas.

Tips para no quedarte en el “hubiera”

Para activarte en lo que debes hacer ya sea por compromiso profesional, laboral o personal debes vencer la desidia al iniciar; al comenzar con tus ‘pendientes’, así, al transcurrir cinco minutos, el cerebro será tu aliado porque va crearte la ansiedad necesaria para terminar.

También se recomienda que evites los argumentos que son autopermisivos, es decir, dejar de pensar “no pasa nada por un día que entregue tarde”, “nada más veré el Facebook un ratito”, “comienzo la dieta ( o a ir al gimnasio, o dejar de fumar) el lunes”, o con acciones de autosabotaje de no querer iniciar pensando que te va salir mal.

Si fraccionas el tiempo en el que realizarás una actividad, podrás darte algunos pequeños descansos que servirán como motivación para seguir hasta terminar tu proyecto; además, recuperarás tu fuerza física y mental por lo ya realizado, porque el cansancio puede potenciar tu desinterés y hacer que reduzca tu capacidad de esfuerzo.

Otro factor que puede ayudarte a dejar de procrastinar es comunicar las decisiones o compromisos que vayas a asumir; hacer público lo que traes en mente es definir plazos de tiempo, lo más seguro es que hagas todo lo posible por cumplir con tu palabra.

Laura García señala que aplazar o alargar el tiempo en el que debes realizar algo tiene mucha relación con el miedo al fracaso o el exceso de perfección… Así que ya sabes cómo ir mejorando esa actitud, solo falta que no pro-cras-ti-nes para aplicarlo a tu vida.

Publicado originalmente en El Sol de Hermosillo

En nuestro día a día, muchas veces vamos postergando cosas que podríamos ‘finiquitar’ para dar paso a otros proyectos o compromisos.

Luego se nos viene encima una gran bola de nieve -que puede convertirse en avalancha- por no organizar nuestro tiempo y actividades; a veces afectando a otras personas. Esta actitud tiene un nombre, que cada vez ocupa más espacios, se llama procrastinación y tiene relación con la ansiedad y el autoestima.

Lee también: La importancia de la salud mental en tiempos de pandemia

¿Qué es la procrastinación?

El área de psicología y psiquiatría del Hospital Universitario Dexeus, en Barcelona, España, define este término como la capacidad de posponer de manera deliberada tareas que son importantes, pese a que tengamos la oportunidad de realizarlas.

Ejemplos de esto son hacer ejercicio, dejar de fumar, realizar pagos que le traerán cargos de intereses, disculpas por pedir o tomar decisiones fuertes de otro tipo. Los procrastinadores crónicos saben, tienen conciencia, de las consecuencias que puede tener su tendencia a posponer (a procrastinar).

Las consecuencias personales procrastinar son tener sentimientos de frustración, reacciones de ansiedad o baja autoestima, sin lograr que esto los motive a ponerse en marcha.

El blog de la misma universidad señala que la procrastinación crónica afecta a entre 15 y 20% de la población adulta, mientras que en la población estudiantil pueden tenerla entre 50 y 90%.

Esto de aplazar lo que tenemos que hacer puede tener relación con el sentimiento de rechazo, de temor a no hacer bien las cosas, al sentimiento de frustración o de incapacidad por no concluir con nuestros proyectos.

¿Cómo identificarla?

Si sientes que dejas demasiadas cosas para el último momento, si consideras que pierdes el tiempo en cosas inútiles o que dejas de trabajar en algo importante para dedicar ese tiempo para hacer algo trivial, luego te sientes abrumado o culpable por lo que sucederá por no haber roto tus compromisos o no cumplir en tiempo, no lo dudes, se trata de procrastinación.

Las formas de dejar de posponer… O procrastinar

Una vez que has identificado lo que podrías tener y quieres combatirlo, puedes comenzar por alejarte de tu zona de confort; si no sabes cómo hacerlo, aprende a organizar y tener un mejor manejo de tu tiempo; procura encontrar una forma de proteger tu autoestima y de aliviar la ansiedad.

Debes relajarte porque tu probable autoexigencia sea lo que te genera angustia, hacer que decaiga el ánimo y que tengas miedo de no lograr tus objetivos, buscándote y encontrándote defectos e incapacidades que no tienes.

No anticipes resultados negativos, mantén la calma, no busques hacer las cosas perfectas.

Por su parte, también sobre este tema, Laura García, del blog del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, señala que la clave más importante para no procrastinar es suprimir las tentaciones de todo aquello que pueda ser una distracción para alcanzar tus objetivos; no olvides que debes aprovechar el tiempo para que no te alcancen las prisas.

Tips para no quedarte en el “hubiera”

Para activarte en lo que debes hacer ya sea por compromiso profesional, laboral o personal debes vencer la desidia al iniciar; al comenzar con tus ‘pendientes’, así, al transcurrir cinco minutos, el cerebro será tu aliado porque va crearte la ansiedad necesaria para terminar.

También se recomienda que evites los argumentos que son autopermisivos, es decir, dejar de pensar “no pasa nada por un día que entregue tarde”, “nada más veré el Facebook un ratito”, “comienzo la dieta ( o a ir al gimnasio, o dejar de fumar) el lunes”, o con acciones de autosabotaje de no querer iniciar pensando que te va salir mal.

Si fraccionas el tiempo en el que realizarás una actividad, podrás darte algunos pequeños descansos que servirán como motivación para seguir hasta terminar tu proyecto; además, recuperarás tu fuerza física y mental por lo ya realizado, porque el cansancio puede potenciar tu desinterés y hacer que reduzca tu capacidad de esfuerzo.

Otro factor que puede ayudarte a dejar de procrastinar es comunicar las decisiones o compromisos que vayas a asumir; hacer público lo que traes en mente es definir plazos de tiempo, lo más seguro es que hagas todo lo posible por cumplir con tu palabra.

Laura García señala que aplazar o alargar el tiempo en el que debes realizar algo tiene mucha relación con el miedo al fracaso o el exceso de perfección… Así que ya sabes cómo ir mejorando esa actitud, solo falta que no pro-cras-ti-nes para aplicarlo a tu vida.

Publicado originalmente en El Sol de Hermosillo

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