Leyenda de terror: Las apariciones del Diablo en el río Grijalva

Cuentan que el Diablo se aparecía en los márgenes del afluente, no para llevarse las almas de los mortales, sino para vaciar las canoas que llevaban mercancías

José Gómez | El Heraldo de Tabasco

  · martes 29 de octubre de 2024

Cuentan que en una parte del río Grijalva que pasa por Villahermosa, hace mucho tiempo se aparecía en sus márgenes el mismísimo Diablo con la intención de llevarse algo, no las almas de los mortales, más bien las mercancías Foto: Cortesía | Pixabay

La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.

Cuentan que en una parte del río Grijalva que pasa por Villahermosa, hace mucho tiempo se aparecía en sus márgenes el mismísimo Diablo con la intención de llevarse algo, no las almas de los mortales, más bien las mercancías, telas, perfumes, entre otras cosas, que transportaban las canoas por las aguas del caudaloso afluente.

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Los habitantes en más de una ocasión se enfrascaron en el tema. Unos afirmaban haber visto al ente, otros, en cambio, dudaban de que fuera algo sobrenatural; opinaban que el asunto era cosa de la delincuencia. Como sea, algo era cierto: Los artículos no llegaban a sus destinatarios.

Los habitantes en más de una ocasión se enfrascaron en el tema. Unos afirmaban haber visto al ente, otros, en cambio, dudaban de que fuera algo sobrenatural; opinaban que el asunto era cosa de la delincuencia Foto: Cortesía | Pixabay

¿Cómo era el ente que se aparecía en el Grijalva?

Aquellos que por mala fortuna se toparon con el ser (si es que en realidad así fue) lo describían de color negro como una silueta, de ojos brillantes rojos, extremidades inferiores como de caballo, una cola que terminaba en punta y un brillo rodeaba su cuerpo, luminosidad que permitía distinguirlo a pesar de la noche, porque en las horas de sol no se aparecía. Tenía, lógica -decían los narradores-, porque el maligno sólo ataca en la oscuridad; la luz es de Dios y de sus huestes celestiales.

A la increíble descripción de los testigos, se sumaba el gran tamaño que tenía la aparición, al compararla, decían su medida era la de un árbol, de esos que llevan años. Pero lo más aterrador, el gruñido que lanzaba, parecido al sonido de un trueno. Sus pesuñas, al golpear la tierra, provocaban una vibración, la cual se hacía más intensa conforme se acercaba aquel ser malvado. De sus brazos, decían que eran largos con manos afiladas y de su boca se podían ver unos colmillos, echados hacia adelante, como si fuera una deformidad. Debía ser así, su aspecto desagradable era un castigo del Todopoderoso por haberlo desafiado, finalizaban con este decir algunos de los supuestos atacados.

Debía ser así, su aspecto desagradable era un castigo del Todopoderoso por haberlo desafiado, finalizaban con este decir algunos de los supuestos atacados. Foto: Cortesía | Pixabay

¿Qué opinaban los ciudadanos que no creían en la aparición?

Pese a las nutridas historias y los juramentos que hacían aquellos, había personas que ponían en tela de juicio el relato, sus argumentos, no tan sorprendentes, pero llenos de lógica, señalaban que el tan llevado y traído Diablo, eran los tripulantes de las canoas y sus dueños. Tal afirmación se basaba en un patrón detectado.

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Primero alguien (normalmente el conductor de la embarcación), llegaba con las autoridades todo asustado, con voz agitada comenzaba su historia, y en palabras más, palabras menos, aseguraba que el Diablo lo había despojado del transporte acuático. Segundo, transcurridas las horas, los restos quemados del vehículo flotante eran encontrados en alguna parte del río sin la mercancía y tercero, al no haber evidencia, el caso se cerraba.

Además, debido a las constantes historias, las autoridades comenzaron a patrullar los márgenes del río, lo mismo de noche que de día, pero nunca se toparon con el entre maligno Foto: Cortesía | Pixabay

Además, debido a las constantes historias, las autoridades comenzaron a patrullar los márgenes del río, lo mismo de noche que de día, pero nunca se toparon con el entre maligno. ¿Acaso es que este no quería problemas con la ley?, mencionaban en tono de sarcasmo aquellos que no creían en la aparición, agregando que el mal si estaba en ese lugar, debía ser en la mente de los lancheros y sus patrones que vieron una oportunidad de lucrar a costa de la ignorancia de muchos.

El asunto con el correr de los años y hacerse más grande la ciudad se fue olvidando. Los avistamientos del maligno se fueron desvaneciendo conforme el río dejó de ser la vía de transporte. Cierto o no, el relato se convirtió en uno más de los que cuentan las personas y de los que no hay más fuente que la tradición oral.