La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
Cuenta una leyenda chontal que hace mucho tiempo un grupo de personas se encontraban conversando, hablaban de todo y de nada a la vez. A una, se le ocurrió hacer una apuesta con los demás. Del pensamiento pasó a la palabra y les comunicó lo que tenía en mente.
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Al mencionar su propuesta, todos se quedaron pensativos por un momento, pero después aceptaron. Les pareció divertida la idea, a ninguno se le había ocurrido algo así. Pero como la cosa no era tan fácil fueron con el sabio del lugar, él sería el testigo del ganador del concurso.
Las personas se dirigieron a la casa del anciano, le comentaron y este con una seriedad que contrastaba con la actitud de los visitantes, les dijo que se reunirían al día siguiente en un lugar fuera del pueblo. Los hombres y mujeres aceptaron, se retiraron.
Ya en la mañana se dirigieron a la vivienda del abuelito, él, ya los estaba esperando, con voz firme les dijo a los visitantes que lo siguieran, así lo hicieron, se detuvieron cerca de un árbol, se sentaron formando un circulo y se quedaron viendo al horizonte.
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La apuesta en la que iban a participar consistía en adivinar que aparecería primero en el cielo y el hombre entrado en años sería el testigo del ganador. Para hacer tiempo, todos comenzaron a decir lo que aparecería en el cielo, uno dijo un pájaro, otro una nube, y así estuvieron un buen tiempo. Estaban tan metidos en sus pensamientos que no se dieron cuenta que un perro había llegado, se acercó, le llamó la atención lo que hacían.
De pronto, una luminosidad comenzó a verse en lo alto, su brillo era tan intenso que no podían distinguir lo que era. Todos, como si estuvieran programados, se llevaron la mano a la altura de la frente para protegerse de aquella luz.
El can de vista más desarrollada, no tenía ninguna dificultad para ver lo que estaba saliendo de la parte alta del cielo. El anciano, le preguntó a los hombres y mujeres si sabían qué era ese disco dorado, la intensidad de la radiación no les permitía adivinar.
“Es el Sol”, se escuchó de pronto, comenzaron a buscar al que había adivinado y se dieron cuenta que fue el animal. El anciano sin pensarlo le dio una cachetada, y con voz enérgica le dijo: “no hablarás más en tu vida”, desde entonces, los perros perdieron la capacidad de pronunciar palabra y para comunicarse desarrollaron un sonido, que ahora se conoce como ladrido.
