La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
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Un fraccionamiento de Villahermosa ha sido escenario de sucesos sobrenaturales, como apariciones, ruidos escalofriantes, objetos que se mueven sin que nadie los manipule entre otros. Manifestaciones de almas en pena surgidas por que al realizar los trabajos de edificación profanaron sus tumbas, de acuerdo a la historia de terror de Tabasco titulada “La Laguna de los Muertos”.
El relato no menciona en qué parte de la ciudad se encuentra este lugar; la única referencia es que antes había una laguna, la cual fue secada para edificar las viviendas. Las experiencias que viven o han vivido sus propietarios los mantienen en constante temor; miedo surgido de las experiencias paranormales, mezcladas con una paranoia rocambolesca que no permite distinguir el límite entre la cordura y la locura.
Albañiles encontraron cadáveres
Ubicar el inicio de la narrativa es remitirnos al momento del contacto entre lo profano con lo terrenal; lo que es tangible, cuando un grupo de albañiles que desempeñaban su labor a fuerza de golpes con sus herramientas para escarbar a una profundidad determinada, encontró un conjunto de cuerpos putrefactos que aún se les distinguían las prendas de vestir, unas más despedazadas, pero se alcanzaba a ver el color. El proceso de descomposición había dejado sus huellas, los cabellos crecidos en lo que tiempo atrás fueron rostros de hombres y mujeres, era el último vestigio de humanidad en ellos. Es a partir de esa acción, la cual no tuvo la intención de provocar un mal, que se desencadenó el terror que más adelante sentirían los futuros habitantes del fraccionamiento.
Los contratistas para llevar a cabo el proyecto secaron el lugar, era indispensable si querían parar casas de dos y un piso. Fue en este cuerpo de agua extinto que los empleados día tras día iban cubrieron de cemento la superficie. Al final, el ecocidio quedó enterrado, pero los muertos no iban a callar, si bien sus voces ya no serían escuchadas, su presencia espectral reclamaría el sitio; tenían derecho, como todo aquel que pasa a mejor vida, a un sueño profundo, que solo sería interrumpido hasta el Día de Juicio, sin embargo, alguien los despertó de ese descanso, ganado desde el momento de su nacimiento, porque al final de cuentas todos vamos hacía la muerte.
Mujer se desvanece
Las jornadas laborales se acumularon hasta que acabaron el complejo viviendístico, los espacios se pusieron a la venta, entonces, llegaron los clientes, se cumplió con todo el papeleo. La felicidad se veía en sus rostros, la satisfacción evidente con el paso de los años se fue desvaneciendo, al grado de arrepentirse por la transacción.
Una de las propietarias que se encontraba en esta situación había presenciado en varias ocasiones situaciones inexplicables, en una vio a una mujer de la tercera edad sentada al pie de un árbol, pensó que era alguien pidiendo caridad, su apariencia de pobreza así lo indicaba. El suceso se tornó escalofriante en el instante que la anciana se desmaterializó. El asombro junto con el miedo hicieron desandar sus pasos y que se metiera a su casa.
Cuadro se mueve
En otra, visitó a una vecina, ambas estaban platicando en la sala, lo cual se interrumpió cuando en un lapso, segundos a lo mucho, un cuadro quedó mal colocado, como si alguien lo hubiera movido, A la anfitriona no pareció sorprenderle, simplemente se rió. Le explicó a su amiga que tal situación pasaba constantemente, incluso había ocasiones que caía. Al preguntarle por qué no se deshacía del objeto, esta le respondió que una tía le había recomendado no hacerlo, al parecer absorbía las malas vibras y espíritus que deambulaban por su casa.
Niño fantasma
Otra historia, es la de una señora que cuenta le pasó a su nieto, él después de la escuela salía a jugar todos los días con otros compañeros del fraccionamiento, los papás le daban permiso, pues la entrada siempre estaba cerrada, custodiada por unos guardias instalados en una caseta, ellos solo abrían los portones de rejas si alguien salía o entraba, sea que viniera a pie o en automóvil.
El niño al regresar le contó a su abuela que había conocido a un nuevo amigo, con quien estuvo jugando por largo tiempo futbol. Según el menor, su compañerito era delgado, de piel extremadamente blanca y su apariencia la de un enfermo. Entre plática y plática en una ocasión le mencionó que él ya estaba muerto y su cuerpo enterrado cerca. Lo que parecía un relato sacado de la imaginación de un pequeño, pronto quedó en la duda si era verdad o no. Resulta que en ese tiempo, ninguna familia llegó a vivir al lugar y menos, un infante.