Un ser peludo con ojos que parecen llamas y dientes puntiagudos y afilados como lanzas ronda por un poblado llamado Acahual, en Balancán, El nombre de este ser que parece salido del infierno se le conoce como la tía Nati. Unos afirman que es una mujer de aspecto monstruoso, otros que es una bruja.
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La leyenda señala que aparte del pueblo antes mencionado la han visto en las cercanías de otras comunidades; cuyo motivo es buscar niños y adolescentes para quitarles su juventud, de esta manera ella vive más tiempo. Los relatos dan cuenta de que nadie ha sobrevivido a sus hechizos.
Una de estas historias, así la cuentan, sucedió a una niña de nombre Silvia, ella vivía en el campo junto a su hermano y sus papás, doña Eustaquia y don Remigio. La casa alejada de la comunidad de Acahual era de tablas y techo de guano. Entre las maderas que hacían de paredes se formaban pequeños espacios por donde se introducía el viento, por lo que el fresco, a veces llegando a frío, se sentía en el interior del humilde hogar.
Los señores dedicados a las labores del campo, cada día cumplían con la rutina correspondiente a su actividad, entre las actividades estaba la de buscar agua a un río cercano, lo que hacían los hijos. Nunca imaginó la pareja que uno de los viajes para buscar el vital líquido se convertiría en una desgracia bañada por el terror, y sería Silvia la que viviría tan espantosa situación.
Todo comenzó cuando la menor se ofreció a traer el líquido del lugar de donde habitualmente lo hacía, los padres le dieron permiso. Ella con su cántaro se encaminó pero detrás de ese ofrecimiento, la intención de la infante era correr entre los montazales y subirse a los árboles. Ya entre las tonalidades verdosas con café que pintaban los troncos con las hojas, el cuerpo delgado de la niña ascendía para después descender, así se divertía. Sin darse cuenta se fue alejando.
La diversión a campo abierto muy pronto le daría paso al miedo, pues a la distancia una mirada diabólica observaba a la pequeña. Poco a poco la antes sonriente se dio cuenta que se encontraba lejos de su hogar, en ese momento también le entró una sensación de ansiedad, acompañada de un escalofrío que le bajaba la espalda y se clavaba en el estómago hasta convertirse en un calambre que le impedía moverse.
En este mar de emociones insanas su mirada alcanzó a ver una silueta de mujer, por unos segundos se tranquilizó, no era un animal salvaje, aunque al tener más cerca la figura, la zozobra se volvió a apoderar de ella. El temor fue sustituido por el espanto; ante los ojos inocentes se levantaba un ente peludo, con una mirada llameante que por momentos parecía la sangre misma, la que observaba le pareció ver en las órbitas de los ojos de 'eso' que estaba entre la frontera de lo sagrado y profano a niños pidiendo ayuda para ser salvados.
Después de habituarse a la deformidad que veía, aún con el corazón latiendo fuerte, la niña pegó un grito, tan potente que los pájaros salieron de los árboles sin dirección precisa, El tremendo alarido alcanzó a ser escuchado por los padres, los cuales llevaban un buen tiempo buscando a su hija, al fin la encontraron, pero no como ellos hubieran querido, el cuerpo estaba tendido cerca del río, su mirada pérdida y sin poder hablar, don Remigio la cargó llevó a la casa, sin embargo, ya nada fue igual, conforme pasaron los días la menor fue perdiendo las fuerzas hasta que murió.
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