El cerebro de los loros es diferente al de los pájaras cantores y los colibríes por la presencia de una estructura a la que científicos llaman, el caparazón.
Expertos de la Universidad de Duke, Estados Unidos, fueron los que realizaron el análisis y la investigación fue publicada en la revista Plos One. En general, se encontraron diferencias claves que pueden explicar la capacidad de las aves para imitar sonidos, entre ellos las palabras.
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Pese a los resultados, señalaron que no había evidencia que estos animales tuvieran alguna articulación extra que reprodujera el lenguaje de las personas. Sin embargo, imitar sonidos implica una capacidad cerebral compleja. La información, primero debe codificarse; segundo, decodificarse y tercero, reproducirse.
¿Qué hace posible que loros hablen?
A partir de considerar esta secuencia, los también catedráticos encontraron que el proceso de imitación de los loros es posible por la combinación de la estructura en cuestión y el sistema motor, permitiendo que la información auditiva se relacione con los comportamientos.
De esta manera, se explica por qué los especímenes que están en cautiverio repiten las palabras que escuchan de sus cuidadores, y los que están en libertad no.
La capacidad de repetir sonidos es por una membrana que se localiza en la tráquea, órgano que recibe el nombre de siringe. El cual, permite una gran precisión al replicar lo que escuchan, dando la impresión que estos animales tienen un lenguaje similar al del humano. Sin embargo, la falta de capacidad de cognición hace imposible que determinen el significado y significante, fundamental en una conversación.
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¿Qué más debes saber de los loros?
Lo antes descrito, ha convertido a estas aves en compañía desde tiempos remotos. Ya en el Egipto faraónico eran considerados loritos reales.
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Por otra parte, el tráfico de especies los coloca en todo el mundo. Detrás de su venta está la industria de la casa que ha diezmado sus poblaciones silvestres, al apartarlos de sus hábitats: las regiones tropicales del hemisferio sur.
Cabe señalar que hay más de 300 especies, de las que 70 se encuentran en peligro de extinción o ya desaparecieron.