EL AÑO NEGRO.- El 26 de noviembre de aquel año de 1833, o "año del cólera grande", como fue conocido, fue cuando comenzó en San Juan Bautista, lo que hoy es la ciudad de Villahermosa, Tabasco, la terrible epidemia que entonces invadía al mundo, desde las bocas del Ganges; era el cólera morbus o cólera asiático.
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EL PACIENTE CERO.- El primer enfermo fue un soldado de artillería de la milicia local. El morbus llegaba a Tabasco por Chiapas y Guatemala; el centro de la República mexicana ya estaba invadido desde hacía meses del asiático mal; los rebeldes de Guanajuato fueron diezmados por el morbus en esa ciudad; la capital de la República, Puebla, Guadalajara, Orizaba, Veracruz, Oaxaca etc., ya eran presas desde meses antes y aún no convalecían del maligno huésped.
LOS SÍNTOMAS.- "Comienzan con un ligero malestar en la cabeza, seguido una hora después de un insoportable dolor que enloquece, en la misma parte del cuerpo. «Al cabo de media hora, desapareciendo el dolor de repente, deja esperar que estos primeros síntomas no tendrían ninguna consecuencia. Pero apenas transcurría un cuarto de hora, el estómago era presa de un fuerte calambre que se repetía bien pronto en las extremidades y particularmente en la planta de los pies. Entonces sobrevenían frecuentes vómitos que agotaban la fuerza del enfermo y que persistían de ordinario durante dos horas poco más o menos; las materias expulsadas eran verdes y mezcladas de bilis. Una vez calmados los vómitos cesaban todos los dolores y los pies comenzaban a enfriarse. Un invencible sopor, que al principio de la epidemia se tomaba por un resultado de los esfuerzos del paciente, embotaba los sentidos y las facultades; después se perdía el conocimiento y tras una hora de agonía, el enfermo expiraba …», escribió el checoslovaco Federico Maximiliano, Barón de Waldeck, que por esa época pasó por San Juan Bautista.
LOS TESTIMONIOS.- Horribles escenas se veían en las casas, en las calles. Un testigo ocular refiere que al cruzar el dintel de una casa, se presentó ante sus ojos un terrible espectáculo verdaderamente impresionante: «Todos los habitantes de la humilde mansión habían sucumbido a los ataques del cólera, y yacían ante mí el padre sobre su lecho de cañas, una de sus hijas tendida en el suelo al lado de la madre que tenía entre sus brazos un niñito muerto. Las otras dos hijas sobre el suelo de la cocina. Juzgué que cuando menos tenían tres días que estas pobres gentes habían muerto, y nadie, fuera de mí, había desde entonces penetrado bajo ese lúgubre techo…» Escribe Humberto Muñoz Ortíz en su libro Biografía de una ciudad.
LA PROCESIÓN.- Ese año, con motivo del cólera y de las festividades del Cristo Negro de Esquipulas se sacó al santo en procesión por las calles de San Juan Bautista: «Ocho robustos indios llevaban sobre sus hombros, por medio de cuatro largos maderos, una mesa sobre la cual yacía, adherido a su cruz, el Cristo de tinte negro. El cortejo en medio del cual avanzaba esta imagen, era numeroso y pintoresco. Delante del Dios los altos dignatarios eclesiásticos y civiles de Tabasco: El gobernador; el comandante de las armas y una música cuya audición deseo por castigo a mis más crueles enemigos. En seguida, una compañía de soldados, una masa del pueblo y mujeres vestidas de blanco llevando en la mano una vela encendida y acompañando la infernal música con los roncos acentos de sus voces».
EL SALDO MORTAL.- La terrible epidemia pronto hizo estragos en San Juan Bautista y sus alrededores, muriendo 2 mil 500 personas. Su fuerza mayor la tuvo en noviembre, diciembre, enero y febrero, disminuyendo algo en marzo y abril, recrudeciendo nuevamente en mayo, junio, julio, agosto y parte de septiembre de 1834, cuando finalizó; casi diez meses de horror, de miseria y desesperación entre las familias.
BIBLIOGRAFÍA
López Reyes, Diógenes. (1980) Historia de Tabasco – (P. 188) Consejo Editorial del Estado de Tabasco. Villahermosa, Tabasco.
Muñoz Ortiz, Humberto. (1975). Biografía de una ciudad, su tiempo y sus hombres 1519-1975. Villahermosa, Tabasco.