La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
Dos apariciones caminan por el puerto de Frontera, en Centla, los sábados en la tarde, pero al llegar el final del día, como por arte de magia desaparecen; esas almas en vida llevaron el nombre de Rosa y Ema, madre e hija, y andan penando por la trágica forma en que murieron, según las personas que aseguran haberlas visto. El relato es parte de la tradición oral del municipio y de los hechos paranormales del estado.
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Todo comienza a principios del siglo XX en la comunidad citada, en donde las mujeres salían a pasear todos los sábados por la mañana; sus caminatas al comenzar el fin de semana eran ya una costumbre, los lugareños sabían a que hora se vería al par. Al igual que ellas, familias enteras paseaban por la zona, para olvidarse por unas horas de las actividades de la semana.
Les gustaba ver el mar
A las dos les gustaba ver el mar, pasaban horas y horas observando el movimiento de sus aguas, contemplando el horizonte; de esta manera fueron pasando los años hasta que Ema se convirtió en una jovencita.
Los pescadores se acostumbraron a sus habituales visitas, ya las identificaban físicamente y de nombre; las siluetas de ambas eran conocidas a la distancia y su presencia cada vez se hizo más familiar entre los pobladores.
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En uno de estos paseitos, unos hombres las invitaron a subir a su embarcación, aceptaron, ese recorrido lo habían hecho en otros ocasiones, no tan seguido, porque, pese a gustarles el mar no sabían nadar. Junto a la madre y la hija iban otros tripulantes, todos con la intención de ver más carca las aguas y uno que otro pez nadando.
Todos cayeron al agua
El trayecto de ida fue sin problemas, el viaje en bote cumplió su cometido; las personas pasaron un rato agradable contemplando el cielo, las aguas y los peces. De pronto todos cayeron al mar debido al choque contra un barco, la gente comenzó desesperadamente a dar manotazos para llegar lo más pronto posible al pequeño transporte acuático, el desorden fue tal que nadie le puso atención a las dos mujeres, que al no saber nadar se ahogaron.
Después de aquella tragedia, las siluetas de las difuntas comenzaron a ser vistas, según algunos pobladores, y como lo hacían en vida, cada sábado salen a dar su caminata por el puerto y, cuando llega la tarde, de pronto desaparecen.