El 27 de febrero de 1864 un grupo de militares se embarcó en un buque por el río Grijalva, para no volver a San Juan Bautista (hoy Villahermosa). El contingente era parte del Ejército Imperial de Francia. Los hombres al mando del Coronel Eusebio Castillo Zamudio los habían derrotado, y entre el grupo hubo dos niños que la historia ha olvidado, pero que fueron parte importante, sus nombres: Eugenio Olán y Basilio Guzmán, de 10 y 11 años, respectivamente. El siito DeTabascoSoy menciona lo que hicieron en el momento de la batalla.
La gesta histórica en la que participaron los menores es conocida como la toma de San Juan Bautista, tuvo lugar en lo que actualmente son el Parque Juárez, avenida Madero, zona de Plaza de Armas, entre otros sitios. En medio de ese teatro bélico ocurrieron historias personales paralelas a la batalla, dos de estas son las de estos infantes.
Antes de retirarse las fuerzas europeas por el cuerpo de agua citado, meses atrás habían sido derrotadas, el 1 de noviembre de 1863 en el Jahuactal, Cunduacán. A partir de ese momento, las huestes republicanas, al mando del coronel Gregorio Méndez Magañas, comenzaron a preparar el camino para la expulsión de los franceses de territorio tabasqueño.
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Desorden y caos en San Juan Bautista
Los motivos por los que unos pequeños cambiaron los juegos por las armas, pueden estar comprendidos en la forma en que los invasores se portaron en estas tierras del sureste. Tras lograr que las fuerzas de Méndez Magaña y Andrés Sánchez Magallanes dejaran la ciudad, los imperialistas se instalaron en esta, nombrando la Regencia Imperial a Eduardo González Arévalo como Regente Político y Comandante General del Departamento de Tabasco, cargo que se oficializó el 18 de junio de aquel año, indica la página web.
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Violaciones, asesinatos, incautación de propiedades, entre otros atropellos, se cometieron durante el gobierno invasor. La situación llegó a tal grado que, Arévalo se entrevistó con el gobernador Constitucional Victorio Victorino Dueñas, quien había trasladado su gobierno a la Sierra, nombrando a Teapa, la capital provisional del estado. La reunión se realizó en una ceiba en la villa de Atasta, el objetivo de la entrevista era para calmar la insubordinación que ocurría en la ciudad, sin embargo, el mandatario republicano, la única opción que le dio, es que las fuerzas imperiales se retiraran de San Juan Bautista.
Al igual que otros nativos, los niños vieron las injusticias que se cometían, surgiendo en ellos y de muchos más, el sentimiento de patriotismo, la necesidad de defender su territorio por las armas, como única vía para acabar con los abusos. “Notable ha sido el comportamiento de los nacionales que combatieron, la abnegación de esos hijos de México, entre los que debemos contar dos niños de 10 y 11 años que quisieron marchar al combate armados de dos barretas, para prestar sus servicios a la patria…”, indicó el parte de guerra del coronel Castillo al comandante Méndez.
Los niños, olvidados por la historia
Sobre sus nombres, estos se conocieron gracias a un informe posterior que rindió el coronel. La participación de Eugenio y Basilio ocurrió cuando las fuerzas republicanas intentaban tomar El Principal, solicitando el encargado de la operación bélica dos barretas: “En este movimiento pedí dos barretas y se me presentaron con ellas dos jóvenes de edad poco más o menos de 10 u 11 años cada uno. Eugenio Olán y Basilio Guzmán…”
El texto que menciona la participación de estos, señaló que gracias a las barretas, que llevaban los menores, se logró penetrar parte del fuerte: “Habiendo ejecutado los comandantes de las guerrillas su primer avance, Jiménez penetró por las puerta de banderas y Pérez por las rejas al grito de ¡Viva Juárez!, habiendo servido para abrirse paso, las barretas”. Los apellidos que aparecen en este fragmento se refieren a dos sargentos, el primero murió en el ataque y el segundo quedó invalido.
Tras ser vencidas las puertas, los tabasqueños entraron, algunos se clavaron pedazos de vidrio y clavos, que estaban en el piso, el enemigo sabía que gran parte de los nativos, eran humildes campesinos descalzos armados sólo con machetes. Pese a los esfuerzos de los franceses, El Principal fue tomado, bajando su bandera y la mexicana imperial.
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Las fuerzas invasores fueron obligadas a replegarse a una trinchera instalada en lo que es hoy avenida Madero, en ese lugar, el 26 de febrero, tomaron la decisión de rendirse junto con otros tabasqueños que los apoyaban. Pidieron que los dejaran partir, advirtiendo que sino lo hacían bombardearían la ciudad. El coronel Gregorio Méndez aceptó, y la madrugada del 27, los soldados del Ejército Imperial y simpatizantes del gobierno europeo se embarcaron por el Grijalva en el buque de guerra “Conservador”, bautizado por los lugareños como “El Guaraguao”.