El Azteca, El Estilos, El Mazacote y Gato, iconos juveniles abrazados por chamarras de cuero brillantes y de ahí, nace un Oscar Chávez que aprovecha a la perfección su profundo canto furioso y con ello se atrevió escupir al régimen de los 70s y 80s, eso es de valientes, dirían, pero el gobierno al no poder contrarestarlo, decide abrirle camino, controlar la guerra en baja intensidad y es que, siempre que hay una voz que apacigüe la frustración social, hay que dejarla, es un fuga y así, Óscar fue el único que cantó, impensable, en Bellas Artes, y lo aprovechó majestuosamente, mucho antes que Juanga.

Solo él, dentro de un ramillete de iconos post 68, sobrevivió del olvido, no así Tehua, Gabino Palomares, El Yaqui, Marcelino Pereyó, Guadalupe Pineda, Los Calchakis, los DugsDugs, la misma "Revolución de Emiliano Zapata" que terminó cantando covers románticos.

A decir verdad, no me gustaba mucho su música y aunque lo vi dos veces, no me terminó de convencer. Cierto que hay varias canciones que me regresan a momentos de la juventud, pero nada mas y sin embargo, reconozco su trabajo incansable y honesto.

Así debe ser con los grandes.