La temporada en la que los muertos salen a convivir con los vivos está muy cerca y las Catrinas de tela que viven en el taller familiar Vainilla lo saben; se trata de particulares figuras de tela con grandes ojos y minúsculas bocas, como si quisieran guardar los secretos de Patricia Aguayo, que con manos de artesana y amor les da vida.
Desde hace más de 20 años Patricia confecciona muñecas de distintos tamaños, todas ataviadas con finísimos trajes, hay algunas vestidas de chinas poblanas, con ropas representativas de los estados de Tabasco, Chiapas y Veracruz, por mencionar algunas, hasta hace apenas tres años, esta mujer decidió emprender en serio.
Todo comenzó como un pasatiempo en el que realizaba las particulares figuras para agasajar a familiares y amigos en distintas temporadas; sin embargo, los pedidos comenzaron a llegar y al poco tiempo acabaron en lugares como Alemania, Londres e Italia, aunque también sabe que algunas arriban a tierras sudamericanas como Argentina y Chile.
Con sus elegantes trajes típicos, las creaciones de Patricia han servido para curar la nostalgia de mexicanas que viven en el extranjero; en ese sentido, ejemplificó a una mujer tabasqueña radicada en Londres que buscaba enseñar a su hija la importancia de recordar sus raíces, explicó mientras con paciencia y con los ojos llenos de brillo mostraba cada uno de los pasos con los que las elabora.
Recordó que a partir de la primera muñeca que viajó a Londres, mujeres tabasqueñas que viven en Europa comenzaron a hacer pedidos, también la China Poblana, que es muy solicitada en Estados Unidos, así como las de Veracruz y la chiapaneca; mientras que algunas Catrinas han llegado a Alemania, Chile y Argentina.
La casa de Patricia es literal una casa de muñecas, una máquina de cocer y el aroma a dulce invade el lugar, el sol entra por las ventanas dando calor a sus manos y le facilita la tarea de hacer elegantes Catrinas, que en su opinión son uno de los elementos que dan identidad a los mexicanos en esta temporada.