/ miércoles 28 de junio de 2023

Rayuela, la novela de la ruptura, cumple 60 años atrapando a los más jóvenes

Con esta novela, Julio Cortázar invitó a jugar a sus lectores, dice Gonzalo Celorio, experto en la obra del escritor argentino

Ya a punto de pasar a su quinta década de vida, el escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984), emblema del llamado Boom Latinoamericano, escribía desde París el que sería uno de sus proyectos literarios más ambiciosos, su novela Rayuela. Lo hacía, como él mismo lo cuenta -según rescató el ensayista español Andrés Amorós-,“en un estado (...) casi de alucinación”, bajo el influjo de la “posesión, esa cosa tan maravillosa que tiene la literatura”.

Tiempo después, el 28 de junio de 1963, Rayuela sería publicada en Buenos Aires, bajo el sello de la mítica editorial Sudamericana. Con ella, no sólo se había publicado un libro más en la excelente carrera del argentino, sino una obra hoy considerada canoníca de la literatura de América Latina.

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A 60 años de aquella publicación, el ensayista y narrador Gonzalo Celorio, uno de sus más obsesivos lectores, afirma en entrevista con El Sol de México: “Creo que hay obras importantes para la literatura y las que son importantes para la historia de la literatura, que van a quedar y formar parte del canon literario. A mí parecer Rayuela está en esta segunda categoría, es importante por lo que aportó, pero también por lo que rompió. ¿Qué fue lo que aportó?, principalmente un sentido de experimentación proveniente de las literaturas de vanguardia, donde lo importante es innovar.

“Por otra parte, Cortázar introdujo otros elementos que no estaban en la tradición literaria hispanoamericana, como el sentido del humor, nuestras novelas no sabían reír y Rayuela tiene un gran sentido del humor; también introdujo el sentido de la ternura, que era muy excepcional en algunos libros de poesía, así como la legitimidad de la expresión oral latinoamericana que no necesariamente se subordinaba a las normas del español peninsular” , comenta el ensayista, que actualmente imparte el curso Juego, fantasía y transgresión, en los cursos virtuales y públicos de la Fundación Para las Letras Mexicanas.

LA POÉTICA DEL JUEGO

Antes de comenzar la historia, Cortázar planteó un “Tablero de dirección” en cuyas instrucciones dice: “este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir...”. Propone así, que el lector escoja leer el libro de manera “clásica” o en una ruta que se propone, cuyos capítulos saltan por todo el libro, entrando en el juego de la Rayuela, que en México es equivalente al del Avioncito.

Sobre este interés en invitar al lector al juego, Celorio explica que también es una de las grandes propuestas de Cortázar, en la que “la novela no es un organismo cerrado, donde la autoridad del autor tiene la última palabra, sino que hace que el lector colabore y sea una especie de coautor de la misma obra”.

Cortesía | SECULT SLP

Sin embargo, el especialista destaca que no se trata de un impulso presente sólo en Rayuela. “Esta idea del juego no es privativa de Rayuela, sino que se presenta en toda la obra de Cortázar, varios títulos de sus libros tienen que ver con ello: Los premios, Final de Juego, 62 modelo para armar. El juego es el mecanismo que utiliza Cortázar para romper con el mundo establecido. Ahora, ese juego, que implica una ruptura, es un juego peligroso, porque el juego es una cosa muy seria.

Cortázar escribía con una actitud juvenil, el peligro del juego que plantea radica en que el riesgo de perder es alto, porque lo que se puede perder es la vida, muchos de sus cuentos terminan en la muerte, porque el que juega se arriesga a morir, pero prefiere arriesgarse a morir jugando que a morir sin jugar, porque si no juega está muerto de antemano”, agrega el también director de la Academia Mexicana de la Lengua.

LAS RUPTURAS

Celorio piensa que la mayor aportación del “Cronopio mayor”, está en las “rupturas” que logró hacer con esta obra, una de ellas fue el “terminar con esa ortodoxia novelística”, que había estado presente en la tradición latinoamericana.

Cortázar contribuyó a la ductilidad del género narrativo, que es el género más sucio e intrincado de todos los géneros y que él supo ejecutar extraordinariamente”.

Otra ruptura lograda por Cortázar, fue dirigir su narrativa hacia una visión del mundo cosmopolita. “Él rompió con cierto provincianismo latinoamericano, costumbrista, realista, telúrico, que aún era vigente en la primera mitad del siglo XX, con novelas como Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos o La vorágine, de José Eustasio Rivera.

Foto: INBAL

Esto se puede ver, en la trama de la novela en la que se cuenta la historia de Horacio Oliveira, un intelectual argentino, perdido en París, que vive en busca del amor y el sentido de la vida, en compañía de compañeros intelectuales y la enigmática mujer La Maga; luego, tras varias crisis Oliveira regresará a Argentina donde se encuentra con su ex pareja. Todo, circundado por las reflexiones artísticas, filosóficas y literarias de Morelli, un pensador a quien Oliveira admira.

En esta trama, Celorio reconoce que existe la idea de una búsqueda de identidad y sentido, por parte del ser humano, específicamente el latinoamericano, la cual ha sido una “obsesión” en los países de nuestra región.

“Toda nuestra historia novelística desde el siglo XIX hasta el presente, ha sido la búsqueda de la identidad cultural. ¿Qué somos? ¿Qué nos diferencia de España? Muchas veces, el grave problema es que ha exacerbado al nacionalismo latinoamericano. Lo que a mí me parece prodigioso de Rayuela, es que no considera esta conciencia latinoamericana como una parte local y diferenciadora del mundo, sino como una vinculación con lo universal”, agrega.

Celorio recuerda que cuando la novela fue publicada, el asombro de Cortázar fue darse cuenta que la obra que había escrito, tal vez para gente de su misma edad, estaba siendo leída por jóvenes, sin embargo, el ensayista duda que siga siendo igual de vigente entre las generaciones actuales.

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“La concepción que se tenía de Rayuela es diferente. Es una obra importante para la historia de la literatura, no sé sí la literatura como tal se quede con ella, si suponemos que no, lo que va a permanecer es su importancia histórica.

“En la década de los 60 su mayor contribución fue haber asimilado como parte de la realidad, no sólo la realidad paisajística, social o política, sino todo un mundo de referencias culturales. Esto es que la realidad es entendida en un sentido más amplio, donde la cultura es tan real como la naturaleza, era aceptar una cultura que estaba hasta cierto punto marginada de la realidad”, concluye.

Ya a punto de pasar a su quinta década de vida, el escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984), emblema del llamado Boom Latinoamericano, escribía desde París el que sería uno de sus proyectos literarios más ambiciosos, su novela Rayuela. Lo hacía, como él mismo lo cuenta -según rescató el ensayista español Andrés Amorós-,“en un estado (...) casi de alucinación”, bajo el influjo de la “posesión, esa cosa tan maravillosa que tiene la literatura”.

Tiempo después, el 28 de junio de 1963, Rayuela sería publicada en Buenos Aires, bajo el sello de la mítica editorial Sudamericana. Con ella, no sólo se había publicado un libro más en la excelente carrera del argentino, sino una obra hoy considerada canoníca de la literatura de América Latina.

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A 60 años de aquella publicación, el ensayista y narrador Gonzalo Celorio, uno de sus más obsesivos lectores, afirma en entrevista con El Sol de México: “Creo que hay obras importantes para la literatura y las que son importantes para la historia de la literatura, que van a quedar y formar parte del canon literario. A mí parecer Rayuela está en esta segunda categoría, es importante por lo que aportó, pero también por lo que rompió. ¿Qué fue lo que aportó?, principalmente un sentido de experimentación proveniente de las literaturas de vanguardia, donde lo importante es innovar.

“Por otra parte, Cortázar introdujo otros elementos que no estaban en la tradición literaria hispanoamericana, como el sentido del humor, nuestras novelas no sabían reír y Rayuela tiene un gran sentido del humor; también introdujo el sentido de la ternura, que era muy excepcional en algunos libros de poesía, así como la legitimidad de la expresión oral latinoamericana que no necesariamente se subordinaba a las normas del español peninsular” , comenta el ensayista, que actualmente imparte el curso Juego, fantasía y transgresión, en los cursos virtuales y públicos de la Fundación Para las Letras Mexicanas.

LA POÉTICA DEL JUEGO

Antes de comenzar la historia, Cortázar planteó un “Tablero de dirección” en cuyas instrucciones dice: “este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir...”. Propone así, que el lector escoja leer el libro de manera “clásica” o en una ruta que se propone, cuyos capítulos saltan por todo el libro, entrando en el juego de la Rayuela, que en México es equivalente al del Avioncito.

Sobre este interés en invitar al lector al juego, Celorio explica que también es una de las grandes propuestas de Cortázar, en la que “la novela no es un organismo cerrado, donde la autoridad del autor tiene la última palabra, sino que hace que el lector colabore y sea una especie de coautor de la misma obra”.

Cortesía | SECULT SLP

Sin embargo, el especialista destaca que no se trata de un impulso presente sólo en Rayuela. “Esta idea del juego no es privativa de Rayuela, sino que se presenta en toda la obra de Cortázar, varios títulos de sus libros tienen que ver con ello: Los premios, Final de Juego, 62 modelo para armar. El juego es el mecanismo que utiliza Cortázar para romper con el mundo establecido. Ahora, ese juego, que implica una ruptura, es un juego peligroso, porque el juego es una cosa muy seria.

Cortázar escribía con una actitud juvenil, el peligro del juego que plantea radica en que el riesgo de perder es alto, porque lo que se puede perder es la vida, muchos de sus cuentos terminan en la muerte, porque el que juega se arriesga a morir, pero prefiere arriesgarse a morir jugando que a morir sin jugar, porque si no juega está muerto de antemano”, agrega el también director de la Academia Mexicana de la Lengua.

LAS RUPTURAS

Celorio piensa que la mayor aportación del “Cronopio mayor”, está en las “rupturas” que logró hacer con esta obra, una de ellas fue el “terminar con esa ortodoxia novelística”, que había estado presente en la tradición latinoamericana.

Cortázar contribuyó a la ductilidad del género narrativo, que es el género más sucio e intrincado de todos los géneros y que él supo ejecutar extraordinariamente”.

Otra ruptura lograda por Cortázar, fue dirigir su narrativa hacia una visión del mundo cosmopolita. “Él rompió con cierto provincianismo latinoamericano, costumbrista, realista, telúrico, que aún era vigente en la primera mitad del siglo XX, con novelas como Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos o La vorágine, de José Eustasio Rivera.

Foto: INBAL

Esto se puede ver, en la trama de la novela en la que se cuenta la historia de Horacio Oliveira, un intelectual argentino, perdido en París, que vive en busca del amor y el sentido de la vida, en compañía de compañeros intelectuales y la enigmática mujer La Maga; luego, tras varias crisis Oliveira regresará a Argentina donde se encuentra con su ex pareja. Todo, circundado por las reflexiones artísticas, filosóficas y literarias de Morelli, un pensador a quien Oliveira admira.

En esta trama, Celorio reconoce que existe la idea de una búsqueda de identidad y sentido, por parte del ser humano, específicamente el latinoamericano, la cual ha sido una “obsesión” en los países de nuestra región.

“Toda nuestra historia novelística desde el siglo XIX hasta el presente, ha sido la búsqueda de la identidad cultural. ¿Qué somos? ¿Qué nos diferencia de España? Muchas veces, el grave problema es que ha exacerbado al nacionalismo latinoamericano. Lo que a mí me parece prodigioso de Rayuela, es que no considera esta conciencia latinoamericana como una parte local y diferenciadora del mundo, sino como una vinculación con lo universal”, agrega.

Celorio recuerda que cuando la novela fue publicada, el asombro de Cortázar fue darse cuenta que la obra que había escrito, tal vez para gente de su misma edad, estaba siendo leída por jóvenes, sin embargo, el ensayista duda que siga siendo igual de vigente entre las generaciones actuales.

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“La concepción que se tenía de Rayuela es diferente. Es una obra importante para la historia de la literatura, no sé sí la literatura como tal se quede con ella, si suponemos que no, lo que va a permanecer es su importancia histórica.

“En la década de los 60 su mayor contribución fue haber asimilado como parte de la realidad, no sólo la realidad paisajística, social o política, sino todo un mundo de referencias culturales. Esto es que la realidad es entendida en un sentido más amplio, donde la cultura es tan real como la naturaleza, era aceptar una cultura que estaba hasta cierto punto marginada de la realidad”, concluye.

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