Donde el pasado y el futuro entran en conflicto, el caos se hace presente

Jack Lington

  · sábado 6 de agosto de 2022

Mictlantecuhtli es considerado el dios del inframundo. Foto: Cortesía

¿Alguna vez han mirado al cielo y se han preguntado sí hay algo allá arriba acompañando a los dioses? ¿O sí al buscar demonios hemos perdido el tiempo mirando la tierra que pisamos en lugar de buscar en el mar oscuro flotando sobre nuestras cabezas?

Sé que posiblemente Quetzalcóatl en su exilio junto con Tláloc y otros dioses lo hayan visto todo desde arriba, pero nunca creí que los primeros invasores vendrían...No de otras tierras, sino de otro mundo. La noche cuando nos conocimos por vez primera podría jurar que el cielo estaba fragmentándose a cada segundo, era imposible para nosotros comprender aquella situación surreal considerando los eones de diferencia entre nosotros, algunos creyeron que nuestro señor Quetzalcóatl había regresado a su reino, otros lo consideraron el acto iracundo proveniente de dioses como Tezcatlipoca y Mictlantecuhtli o estar viviendo la destrucción de nuestro mundo para crear un sexto sol. Y cuando me detengo a recordar aquella noche, realmente hubiera preferido sufrir su ira a soportar el infierno que caería sobre nosotros de ahora en adelante. Estoy seguro de que han tachado como falsos incontables mitos que hablan sobre las estrellas observándonos desde arriba, como Hera y la creación de la vía láctea, el homicidio de Orión, la Osa Mayor y su ascenso al cielo, entre muchas otras. Aunque no pueda demostrarlo, les ruego me crean cuando abra un recuerdo doloroso con ustedes, reviviendo por incontable ocasión aquella noche donde lo perdí todo, amigos míos terminaron en el camastro de los guerreros caídos en batalla conocido como Omeyocan y familiares fueron forzados a emprender un viaje al Mictlán, pero yo me vi obligado a vivir sufriendo sus pérdidas. Sé que no fui el único pasando por este calvario, pero al menos los dioses fueron más piadosos con ellos y detuvieron instantáneamente dicho sufrimiento. Permaneciendo como un Hamilton sobreviviendo hasta el final sólo para ver amigos y familia cayendo uno tras otro mientras yo con pluma en mano redacto el escrito a mí dolor, perdón sí hago esta introducción demasiado larga dándole vueltas innecesarias a este asunto. Sin importar el tiempo que ha pasado desde entonces, me cuesta mucho hablar sobre esto, empezando por una de las pocas cosas que apenas logré conservar conmigo. Mi nombre es Yoltic, y como mismo indica soy aquel que vivió. Ustedes me tacharán de bufón por decir esto, pero cuando la destrucción de aquella noche arrasó con mí hogar, quise pensar que fue Quetzalcóatl quien me protegió bajo la estructura de su templo, algo surreal, tal vez sea cierto. Pero en la catástrofe lo menos por hacer era aferrarme a una idea que pudiera apaciguar mis temores, después de todo ver fuego en el cielo y gigantescas titánides voladoras de composición indescriptible, para mí era algo sumamente aterrador al desconocer qué era aquella fuerza buscando acabar con nuestro pueblo, normalmente cuando hablan sobre invasiones alienígenas (Que es como ustedes nombran al evento de mí tragedia) se repite la mención de un arma letal desintegrando a cenizas cada víctima, pero había algo incomprensible para mí cuando lo vi en primera fila, incontables compuertas se abrieron en el cielo para dejar caer a esos demonios por medio de lianas metálicas, acto seguido armados con un peculiar arco fusionado con sus brazos, dispararon sin piedad a cada hombre, mujer y niño un raro componente que los petrificó al instante (Era como nitrógeno líquido pero viscoso según puedo comprender). Nuestros guerreros salieron en defensa del pueblo aferrándose con voluntad inquebrantable a sus escudos y macuahuitls, listos para el combate, fue un doloroso golpe al orgullo verlos caer cual hojas secas en otoño, con cada pérdida vista aquella noche un pánico horrible iba consumiéndome al grado que ya no solo a Quetzalcóatl, Tezcatlipoca, Huitzilopochtli, Cihuacóatl, Tláloc, Itzamná, Xochitónal, Mictlantecutli, sin importar cual fuera su rol en el panteón, le recé a todas las entidades que pudiera recordar en ese momento al no saber a quién debía encomendarme para sobrevivir a aquella noche, mis piernas temblaban como si en algún momento fueran a quebrarse mientras el corazón golpeaba mí pecho con toda su fuerza buscando destrozarlo al escapar presa del horror y por más que deseaba correr hacia ellos para defender lo poco que tuviéramos para defender ante semejante masacre, pero mis extremidades cargaban cadenas invisibles obligándome a presenciar hasta el último minuto de aquel suceso. Las lágrimas en los ojos y el dolor me impidieron verlo en ese entonces, pero ahora cuando recuerdo aquel fatídico día puedo percatarme de que no buscaban riquezas ni recursos para robarnos, su único interés estaba en los petrificados hurtados. Haciendo que me preguntara noches enteras cuál era el fin de ello, sí lo hacían para devorarlos cual viles depredadores, conservarlos como trofeos o alguna otra razón de por medio, lo único dado por seguro era que se sumaba a la lista de incontables factores arrancándome el sueño despiadadamente. Obviamente mi destino hubiera sido el mismo que el de ellos, pero desde aquella noche he sentido asco al ver aquel cobarde mirándome rogando lástima en cada reflejo ofrecido en el agua y cristal por igual, soy aquel que vivió únicamente por ser quien le dio la espalda al mundo cuando necesitaba quien luchara en su defensa, en su lugar únicamente pude quedarme aterrado como teporingo toda la noche. Agradeciendo de que nunca revisaron el templo pude escuchar palabras inentendibles por parte de nuestros invasores.

¡Ya son todos! ¡Empiecen la fase dos!

Viendo cómo iban retirándose mí corazón pudo calmarse y mi cuerpo se derrumbó buscando respirar nuevamente, siendo tanto el impacto de aquella noche que ni siquiera tenía fuerzas para levantarme. Obligándome a descansar para recuperar las fuerzas y despejar mí mente sin saber lo que me encontraría cuando visitara los dominios de quien ustedes nombran Morfeo. Despertando en una tierra grisácea besada por la muerte, estando completamente sólo en aquella planicie infértil bañada con cenizas y una espesa niebla rodeándome, teniendo como única compañía un dragón alado de dos cabezas que bajó hacia mí sin salir de su escondite para transformarse en un hombre desdentado, con pómulos hundidos, así como una nariz grande y curvada que me ofreció una jícara de agua para aliviar mí garganta seca, no obstante, dicha sustancia se volvió polvo apenas tocar mí boca, haciéndome soltar el recipiente con impotencia mientras aquel ser permanecía inexpresivo (Aunque su silencio me hacía sentir juzgado entre ratos), sabía lo que pude haber hecho para ayudar), por lo cual me otorgaría una pluma entintada dando un mensaje claro pese a sus labios sellados: Sí paz es lo que buscas, escribe tu senda con la tinta y recorre el mundo para pagar tu penitencia con las respuestas ocultas para quienes te rodean. Con estas palabras cuando tomé la pluma, todo oscureció de improvisto y desperté agitado todavía en aquel templo sin comprender qué pudo significar ese sueño, exceptuando una cosa:

Debería empezar mí penitencia vagando por el mundo al que le terminé fallando

Pasaron trece lunaciones o tal vez más recorriendo cada pueblo fantasma visitado por aquellos invasores, confirmando mis temores de ser el último sobreviviente de esta tierra. No me daba miedo morir deshidratado o por inanición, pero vagar en ese mundo sin poder escuchar la voz de otra persona fue una tortura completa para mí cordura. Misma que me haría estar paranoico durante las horas que Tecuciztécatl permanecía en el cielo oscuro, temiendo que pudieran regresar por mí viendo como aquel monstruo metálico permanecía estático sobre mí cabeza. Hasta que el remordimiento fue insoportable y me llevó a tomar una decisión de la cual posiblemente me arrepentiría el resto de mí precaria existencia, Necesitaba saber qué le había sucedido a mí gente y no estaría en paz conmigo hasta descubrirlo, llevándome otros dos ciclos lunares intentar idear un plan para ascender hasta aquel platillo. Claramente fracasé ante la falta de herramientas con capacidad de escalar grandes distancias, pero al menos logré atraer la atención de aquellos invasores en el intento; quienes no dudarían en cazarme apenas enterarse sobre el error cometido. Volviéndome la presa de aquellos cazadores buscando terminar su tarea hasta lograr capturarme, juro que sentí ahogarme cuando esa cosa heló dolorosamente mi cuerpo entero paralizándome en un coma inducido. Para cuando recuperé la consciencia me hallaba atado a una mesa metálica con una cegadora luz blanca encima mío, dificultándome distinguir claramente las figuras a punto de operarme, al día de hoy me sigue provocando espasmos recordar lo que hicieron en mí durante horas. Pese a estar paralizado, era inquietante poder sentir todo ese proceso tortuoso durante horas y no poder desahogarme sin importar cuanto deseara hacerlo, eventualmente todo se volvería borroso al compás que se me dificultaba poder razonar hasta perder nuevamente la consciencia. Durante ese tiempo dormido podía sentir mí mente siendo destrozada y restructurada incontables veces, haciéndome ver innumerables imágenes a velocidad luz con eventos que me resultaban incomprensibles, ciudades con tecnología superior a la de mí era, el encuentro entre dos mundos, viajeros buscando asilo, parásitos ignorantes, todo repitiéndose sinfín hasta no poder soportarlo más y obligarme a despertar en aquella mesa con la diferencia de estar completamente sólo. Aunque no era la única, fue tanto mí terror que no me percaté del haber arrancado mis ataduras, ni de los momentos en que mí piel alteraba su color entre moreno y verde, ya no podía saber con exactitud sí en verdad se trataba de mí verdadero cuerpo o en realidad estaba procesando todo en una vasija ajena, tenía dificultades para conducir mis extremidades y la situación no mejoró en lo absoluto cuando pude verme reflejado en una de las paredes metálicas, anatómicamente todo permanecía igual. Pero sentía que había algo en mí torrente sanguíneo que iba cambiándome lenta y progresivamente, necesitaba respuestas inmediatamente...

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El tiempo transcurría y desconocía cuando podrían volver por mí, por ende, tomé lo que ustedes nombran “tableta electrónica” y traté de esconderme en la primera opción disponible, ductos de ventilación donde se guardaba el cableado del vehículo, un poco apretado, pero era suficientemente espacioso por sí un técnico necesitaba trabajar adentro, aunque se moviera a pecho tierra, dándome tiempo para conseguir la información que necesitaba y saber qué pasó con mí hogar. Fue difícil comprender en un inicio debido a que se hallaban escritos en una rara lengua variante de otras que no serían conocidas hasta siglos después (Latón o latín, no sé cómo se pronuncia, sólo sé que fue base para la lengua de estos documentos).

Experimento Uróboros. Sujeto #1006

Tras un año de experimentación no hemos logrado muchos avances con los sujetos de prueba, hemos logrado reducir casi al mínimo la velocidad de su envejecimiento y eliminar algunas necesidades mundanas como el sueño, desafortunadamente el hambre insaciable de forma permanente sigue presente, al igual que otros caprichos del yo y el ello. Inquisidor ha dado órdenes estrictas de no cesar hasta haber arrancado por completo la plaga que costará esa horrible guerra. Para nuestra sorpresa hoy llegó un nuevo sujeto de pruebas con el cual experimentar, lo hayamos perdido intentando subir a la nave, (posiblemente creyó que se trataba de un animal que intentaba cazar o algo así). Al igual que sus predecesores reaccionó con brusquedad cuando precargamos la información en su cerebro, mientras que su cuerpo ya ha mostrado los primeros cambios gracias al compuesto mutageno, desafortunadamente tampoco ha demostrado una gran pérdida de sus necesidades humanas.

Conclusión: Progreso estancado

Leyendo esto tuve más dudas que respuestas: ¿A qué guerra se referían? ¿Por qué experimentan con nosotros? ¿De qué les serviría arrebatarnos nuestras necesidades? ¿Planeaban usarnos como armas? Esas y muchas más incógnitas atormentaban mí mente conforme iba recorriendo de principio a fin el documento, pero una cosa estaba clara, debía salir de este lugar tan pronto como fuera posible y de ser necesario buscar a los demás esperando que sigan con vida, desafortunadamente no todos pensábamos lo mismo, pues durante mí fuga pude escuchar como aquel autoproclamado como: El Inquisidor; discutiendo acerca de mí fuga con los científicos que me operaron. Y no es de extrañar, por ende, me moví tan rápido como pude hasta que dando un paso en falso me detuve encima de una trampilla que me hizo caer en una sala donde aparentemente resguardaban los artefactos confiscados a mí pueblo, no podía ser más conveniente. Sin dudarlo un segundo tomé armadura, escudo y macuahuitl esperando que fuera suficiente para poder enfrentarlos y huir, aunque para lograrlo necesitaría la fuerza de un nahual, no obstante, un pequeño tropiezo me obligaría a esperar tras activar un botón que armaría por completo la alcoba, revelando en sincronía una cama, estantería y mesa resguardando un diario, así como una armadura Katchú junto con otro de esos extraños cañones acompañado por un sable nihontó. Fue entonces que mí cabeza dolió cuando comprendí gracias a las modificaciones en mí cerebro que dos de tres artefactos bélicos eran humanos, por ende, mí confusión me llevó a abrir ese diario revelándome incontables verdades más. Como el hecho de estar en la habitación del Inquisidor para empezar:

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Era 0. Día #1

Han pasado muchas cosas desde que empezó esta rebelión...Y si soy sincero tengo muchas dudas al respecto, tal vez el consejo tenga razón al decir que actué por odio e infecté a otros

con el mismo, pero ya no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como esos parásitos consumen todos los recursos de nuestro hogar hasta secarlo al igual que hicieron con el suyo. Les hemos dado la mano y ellos nos toman el pie buscando arrancarlo para quedárselo, cuando vinieron en busca de asilo con su “trágica” historia sobre un mundo moribundo, no dudamos al recibirlos con los brazos abiertos. Fuimos demasiado ingenuos, ni siquiera ha pasado un siglo desde su asentamiento y los estragos en nuestra cultura ya están presentes, camino por las calles sin poder reconocer mí propio hogar, cada día hay más personas discutiendo agresivamente sobre temas insignificantes como sí le hubieran dado una bofetada a su religión, destruyen tanto como pueden para expandir su dominio y para colmo están drenando la vida de nuestro planeta cual parásitos hematófagos. La humanidad tiene que largarse, sino lo hacen provocarán en este mundo lo ya ocurrido con el suyo.

Conforme iba adentrándome más a los pensamientos del Inquisidor leía con detenimiento las páginas relatando su vida, hasta dar con una sorpresa para mí asombro: El Proyecto Uróboros. No buscaban aniquilarnos, sino corregirnos. Según su perspectiva sí lograban arrancarnos la necesidad insaciable que cargamos, podrían evitar que destruyamos nuestro mundo y por ende nunca viajar al suyo, razón por la cual acudieron a nosotros siglos antes de que fuéramos una amenaza para ellos. Después de todo: ¿Quién contaría que México fue invadida por alienígenas después de pasar un evento como la conquista española? Incluso quienes lograran sobrevivir no tendrían medios para compartir este hecho, pues nadie proveniente de tierras ajenas podría comprender sus palabras y cualquier intento por ilustrarla fácilmente podría ser confundido con algún relato mitológico. Todo estaba calculado...

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La prisa por encontrar a mí pueblo incrementó con creces al enterarme de todo, quisiera poder decir que una vez encontradas las celdas pude liberar a todos para liderar una rebelión contra los invasores y logramos regresar a salvo. Pero de hacerlo sería un mentiroso, tuve suerte de lograr encontrar las celdas y destrozar los paneles que mantenían cerradas las mismas, fui demasiado ambicioso e intenté llevarme a todos en un solo viaje, pero fue mucho peso para nuestra barca y terminaríamos hundiéndonos. Cuando los invasores nos confrontaron hubo quienes cayeron en batalla buscando ganarnos tiempo, muchos más fueron encerrados nuevamente para proseguir con sus experimentos y un pequeño puñado de cada pueblo fue el afortunado cuando logramos hallar una salida de emergencia cuya caída terminara encima de un río, desafortunadamente para nosotros, actuaron con inteligencia previendo que sí nosotros habíamos logrado escapar, nada impedía que los demás también pudieran intentarlo. Por lo cual decidirían mover toda su flota antes de poder darnos tiempo para responderles, lastimosamente no volvimos a verlos de nuevo. El resto de la historia ya se lo saben, conquista, inquisición, revolución entre muchos eventos que me vi obligado a observar desde las sombras por causa de los cambios realizados en mí ser, permaneciendo en un temor constante esperando el regreso de aquellos viajeros estelares para terminar con lo que empezaron, preparándome para cuando eso sucediera. Sin saber si algún día podré viajar al Mictlán. Gracias por invitarme a contarte mí historia, pero me temo que se te ha acabado el tiempo para ofrecerme. ¿No es así? Dice mucho de ti el haberte quedado a conocer atentamente la historia de este ermitaño pese a desconocer sí te dije algo verídico o simplemente estuve viéndote la cara, espero que podamos seguir conversando en un futuro. Aunque claro, el tiempo fluye diferente para ambos, tal vez me reúna contigo o sea atendido por tu descendencia, sea cual sea el caso te deseo lo mejor y me retiro. Hasta luego mí querida compañía, fue grato tener a alguien para compartir mí existencia nuevamente, aunque fuera por tan poco tiempo...