En la emisión pasada de nuestro programa El Atelier, el programa cultural de El Heraldo de Tabasco, contamos con la presencia del talentoso escritor español Óscar Fernández Vázquez, autor de varios libros. El primero fue publicado en el 2004, titulado El Inframundo, que está inspirado en un infierno que casi le cuesta la vida en Haití.
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A pesar de ya tener una trayectoria como escritor, Óscar es ingeniero civil de profesión, la cual escogió como “un reto”, una forma de reinventarse, aunque reconoce que la elección fue más por “descarte”, al desechar todas las otras carreras para las que consideraba no ser apto.
Mencionó que la escritura llegó gracias a la ingeniería, ya que cuando estaba estudiando pensó en que quería realizar un viaje inspirado por un documental que vio, por lo que junto con un compañero, decidió ir a Haití.
“Nos fuimos a Haití sin medir consecuencias, sin imaginar que era un país donde te encuentras inmerso en la pobreza extrema, es como estar atrapado en la pantalla de un documental de National Geographic y no poder apagar la tele”.
Expuso que encontró a un niño con la piel pegada a los huesos quien le gritaba que tenía mucha hambre, lo que le desgarró el alma, al punto que lo sigue recordando 20 años después.
“Ese niño fue mi motor; fue la infancia, fue ese niño quien me impulsó a escribir lo que estaba pasando en Haití, casi me cuesta la vida salir de ese país, nos ayudó el Ejército de República Dominicana para poder cruzar la frontera, siendo asaltados por unos policías haitianos”, narró.
Explicó que independientemente de la odisea que fue el salir de Haití, además de tocar el tema de la pobreza, él quería hablar de ese niño, ya que ese era el objetivo de la historia.
“Fue un escenario tétrico, donde las calles son de lodo, donde para vernos en ese ambiente, te hablo de un Haití donde no hay luz eléctrica por la noche, donde la gente no tiene agua, tiene que conseguir agua en un río, contaminada muchas veces”.
Lamentó que la situación sea tan mala, que haya personas que tienen que comer gatos o galletas de barro para poder mitigar el hambre, además de que hay rituales ocultos, magia negra, y donde mucha gente la está pasando peor que en algunos lugares que África.
Reconoció que nunca pensó en escribir, además de que para él, el niño que encontró era el reflejo de la impunidad y la desigualdad que existe en el mundo, donde por un lado te venden cosas que no necesitas y por otro lado ves a niños con una historia desgarradora.
Platicó que hace algunos años fue a Siria, pues un amigo le contó que en la zona de guerra necesitaban ingenieros para construir escuelas para los niños, mismas que también fueron destruidas por esas las guerras.
“Es una profunda decepción ver que repetimos guerras como lo que está ocurriendo ahora en Ucrania, que somos una estirpe repetitiva, que nos destruimos los unos a los otros, que no nos interesa el objetivo común”.
De igual forma nos presentó su más reciente libro, El Color de la Lucha, el cual asegura, se trata de un libro “muy mexicano” ya que habla de la vida de un luchador, quien lo encontró y le pidió que escribiera su historia.
“Yo no sabía del tema, era una situación que me costaba trabajo porque sí sabía de lucha, lo básico, porque alguna vez cuando llegamos a México, mi padre nos llevaba a la lucha libre y al circo”.
Fernández Vázquez dijo que cuando comenzó a escribir la historia, el luchador “se echó para atrás”; el haberle contado de más, ya que le habla de un luchador con excesos, con el alcohol, con prostitutas.
“Es un libro real del enmascarado que tiene su pasadizo secreto; entonces al echarse este luchador para atrás, decido crear una situación más genuina, ya que hablé a otros luchadores como Pirata Morgan que me contaron sus historias. Tenemos un sujeto tácito que es la línea y este luchador se cría en un barrio de la merced y te habla de lo difícil que es salir adelante”.
Esto ya que él puede observar cómo sus amigas al no tener dinero decidan ir al mundo de la prostitución, o que sus amigos se resquebrajan con la drogadicción, por lo que su “superhéroe” busca ser su propio salvador.
“Él dice: No tengo un futuro, voy a dejar de ser quien soy, me voy a poner una máscara y voy a hacer ejercicio y me voy a convertir en otra persona, y empieza desde el seno familiar porque su mamá era hierbera y la describe como una charlatana, porque él mismo termina renunciando a lo que era y se pone una máscara”
Contó que comenzó con una máscara de payaso, sin embargo, esto discrepaba totalmente con la lucha antigua, ya que en el contexto en que estaba ambientada la historia, los luchadores portaban trajes con un estilo muy predeterminado.
“La lucha libre nos habla del folklore mexicano, de ese público que le tiene que mentar la madre a los luchadores porque en su casa no lo dejan hablar, de ese público con maracas que está completamente loco”
De igual forma dijo que llegó a Tabasco a tener “chocoaventuras” y a conocer al público, ya que considera que el estado está en auge “en todos los sentidos”, pues tiene mucha proyección en la cultura.
“Vamos a hacer una presentación el 21 de septiembre, que es el Día Internacional de la Lucha Libre; vamos a celebrar la historia conjuntando a otros artistas de diferentes disciplinas. Siento que Tabasco tiene una proyección importante de la que se puede escribir”.
Aseguró que México y España forman parte de su personalidad, si faltara alguna faltaría algo de él, ya que considera que está formado entre “gachupin” y “chilango”.
“México siempre va a estar: Está en mis libros como España. México está en mi literatura casi como lo está España, y no sé qué es lo que sigue en la agenda, no sé que está a la vuelta de la esquina, no sé qué vaya a pasar, pero por lo pronto este año estaré en Tabasco”.
Finalmente, dijo que le gustaría que la gente se sumergiera más en las historias, que la moraleja del libro es que nosotros podemos encontrar nuestros superhéroes dentro de nosotros y las páginas de muchos libros