Todo un legado de cultura, arquitectura y tradición es lo que representa la Casa Siempre Viva para la ciudad de Villahermosa, con más de un siglo de existencia.
Sin embargo, este legado contrasta con el abandono y la decadencia en la que se encuentra el inmueble, ubicado en el corazón de Villahermosa, en el número 602 de la calle Lerdo de Tejada.
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Se trata de una antigua casona típica del trópico, que fue morada de una incansable promotora cultural y periodista: Isabel Rullán de Izundegui.
Durante mucho tiempo fue un recinto cultural, donde se podían encontrar artesanías, bolsas, bisutería y productos tabasqueños.
En los años 50 fue un hotel que hospedó a grandes artistas y políticos, entre ellos Pedro Infante, Miroslava y Adolfo López Mateos, entre otros.
Posteriormente, durante muchos años fue un recinto cultural donde se podían encontrar artesanías y una variedad de productos tabasqueños.
De acuerdo con la historiadora Landy Aguilar Palafox, este edificio es de estilo ecléctico debido a la mezcla de estilos neoclásico, colonial y moderno que se debe a las remodelaciones de sus distintos propietarios a partir de 1870.
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Fue Don Benigno Mondragón quien vendió esta propiedad a Everardo Pastrana, quien la reconstruyó entre 1910 y 1913.
Posteriormente, la casa se vendió en 1924 a la señora Dolores Cantoral viuda de Salazar, quien poco tiempo después, en 1927, la vendió a Manuel Everardo Cantoral.
Don Amador Izundegui Cahero la compró en 1933. Se dice que la rentó a Chucho Panor, quien estableció una escuela de mecanografía allí.
La familia Izundegui se mudó allí y vivieron en la planta baja, mientras que en la planta alta se abrió el hotel "Isabel", que era muy concurrido porque era el único que tenía un baño en cada cuarto. Hospedó a artistas y políticos como Pedro Infante, Miroslava Šternová Beková y Adolfo López Mateos.
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Posteriormente, Don Amador hizo reformas en su casa para abrir una clínica para su hijo del mismo nombre, quien estudiaba medicina. Durante muchos años, ahí estuvo la clínica del doctor Amador Izundegui Rullán.
La Casa Siempreviva aún conserva pisos de más de 115 años, así como su fuente, un pozo, las ornamentas, arcos de medio punto, los barrotes y protecciones de 1953. Doña Chabelita falleció en 1995 y donó su casa para que funcionara como centro de arte. En 1997, la cedió en comodato al Instituto de Cultura y se abrió la galería Siempreviva con la finalidad de que fuera comprada, pero no se concretó ese trato.
Aún así, funcionó hasta 2013 como galería de arte, con tres salas de exhibición donde se presentaban exposiciones individuales y colectivas de artistas plásticos, escultores y fotógrafos, además de presentaciones de libros, conferencias, talleres artesanales, de pintura y proyecciones de películas.
La propiedad quedó en manos de su hijo Carlos Izundegui. Cerró por algunos años y estuvo en venta. Posteriormente, se intentó comprar nuevamente por parte del gobierno del estado, pero el precio era muy alto y se desistió. Funcionó como un espacio para que personas vendieran productos que elaboraban. Actualmente se encuentra cerrada.
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Cabe señalar que en 2018 hubo un intento de reabrirla como parte de un proyecto que consistía en dar un espacio a quienes no tenían empleo para que vendieran algún producto.
Por unos meses funcionó con la venta de artesanías, bolsas, bisuterías y productos tabasqueños, aunque con la llegada de la emergencia sanitaria volvió a cerrar sus puertas.