Cada 02 de septiembre en México es el Día Nacional del Cacao y el Chocolate y para celebrarlo te queremos contar la historia de su fascinante origen prehispánico.
De acuerdo al códice Tonalamatl de Aubin, el libro de la cuenta de los días y los destinos mexicas, se puede interpretar el origen del cacao y el chocolate a través de una hermosa leyenda que narra lo siguiente.
Los dioses, compadecidos de los trabajos que realizaba el pueblo tolteca, resolvieron que uno de ellos bajara a la tierra a enseñarles las ciencias y las artes. Quetzalcóatl se interesaba desde tiempo atrás en los toltecas, por lo que se decidió que tomara forma humana y descendiera sobre Tollan (Tula), la ciudad de los hombres buenos y trabajadores.
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Y así se hizo, Quetzalcóatl descendió por un rayo de la estrella de la mañana, dejando asombrados a los toltecas con su aparición. Junto con él vinieron Tláloc, el dueño de las lluvias, dador de la vida y dueño de las almas separadas de los cuerpos, y Xochiquetzal, diosa de la alegría y el amor, esposa de Tláloc, y enseñaron al pueblo tolteca sus saberes.
Quetzalcóatl les dio, además, el don de una planta que había robado a los dioses, sus hermanos, quienes la guardaban celosamente. Era un pequeño arbusto de flores rojas, prendidas a largas ramas de hojas alargadas, inclinadas hacia la tierra, y que ofrecía unos oscuros frutos, con los que los dioses preparaban una bebida destinada sólo a ellos.
El dios sustrajo el pequeño arbusto, lo plantó en los campos de Tula y pidió a Tláloc que lo alimentara con la lluvia y a Xochiquetzal que lo adornara con flores. El arbolillo dio sus frutos y Quetzalcóatl recogió las vainas, hizo tostar el fruto, enseñó a las mujeres a molerlo y a batirlo con agua en las jícaras, obteniendo así el chocolate.
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Del cacao obtenían los toltecas cuatro clases: el cauhcacahuatl, el mecacahuatl, el xochicacahuatl y el tlalcacahuatl, que era el que tostaban, reservando los otros tres para moneda, pues el fruto se consideraba símbolo de riqueza.
Los toltecas devinieron ricos y sabios, artistas y constructores; gozaban del chocolate y eran felices. Esto despertó la envidia de los dioses, más aún cuando descubrieron que tomaban la bebida destinada únicamente a ellos, así que enviaron a Tezcatlipoca, el dios de la noche y de las tinieblas, quien embriagó a Quetzalcóatl con pulque para avergonzarlo ante los toltecas.
Cuando Quetzalcóatl despertó del sopor del alcohol, sintió que ya nunca podría volver a ver a los que había enseñado a ser buenos y honrados sin sentir una gran vergüenza, así que se marchó hacia el mar. Ahí, junto a la orilla del mar, arrojó por última vez las semillas de cacao.
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La leyenda dice que entonces el dios entró en el mar y, aprovechando un rayo de luz de la estrella vespertina, regresó a su morada de luz.
De acuerdo a esta leyenda así habría obtenido el hombre prehispánico el cacao que floreció principalmente en Tabasco, siendo el chocolate su derivado de exportación, un regalo de Quetzalcóatl para el mundo del cual nos sentimos orgullosos de preservar en tierras chocas.
Con información de monyur
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