Hace algunos años, había en Tabasco una casa que era conocida como “La casa de santa” pues en diciembre se iluminaba con decoraciones de la época, además de estar muy detalladamente decorada, lo que ocasionaba la dicha y sorpresa de quienes pasaban por ahí.
Lee más: Invitan a pasar una tarde llena de algarabía y tradición choca
Según relata el sitio web detabascosoy.com, la casa estaba ubicada en el número 319 de la Avenida Sandino, a unos metros de Quintín Aráuz en Villahermosa, y era propiedad de la familia Demonte Manzano.
La familia era muy conocida y querida por todos, ya que la cabeza de la familia, Don Luis, era conocido por tener un gran servicio a la comunidad.
La casa era adornada con muchas luces a su alrededor, además de colocar figuras de nacimiento grandes y decoraciones en su jardín, poco a poco fueron incluyendo más elementos, como por ejemplo un Santa Claus con un trineo que daba vueltas a gran altura bajo el árbol.
La pareja, Don Luis y su esposa doña Magda viajaban constantemente fuera del país, donde traían adornos para seguir incluyendo en la casa, logrando una gran popularidad en la colonia y llamando la atención de todo aquel que pasara por ahí.
Tanto así que las personas se paraban frente a la reja para poder observar las decoraciones, hasta que un día, doña Magda decidió abrir las puertas de su hogar para que los desconocidos pudiesen llegar a contemplarla y tomarse fotografías, en las decoraciones que comenzaban desde el 22 de noviembre y se quitaban hasta el 7 de enero.
Sus puertas permanecen abiertas desde las 6 de la tarde hasta las 11 de la noche, posteriormente decidieron colocar algunas bocinas para poner música navideña para crear un ambiente mágico que agradaba tanto a pequeños y grandes.
Incluso decidieron colocar un buzón junto al Santa Claus para que los niños pudiesen colocar tus cartas a Santa Claus y los reyes magos, de hecho cuentan la historia de un niño que dejó una tarjeta de crédito en el sobre, pues la había colocado para que Santa le comprara sus juguetes, por lo que decidieron llamar a los papás para devolverla.
Además doña Magda tenía la costumbre de regalar paletas a los niños, llegando a repartir incluso 1, 200 paletas en un día.
Lamentablemente la familia vendió su casa para mudarse a Mérida, mientras que años más tarde, Don Luis falleció, dejando agradables recuerdos en muchos niños tabasqueños.