El Tabasco de inicios del siglo XX era muy diferente al que conocemos actualmente. En esa época, la comunicación en San Juan Bautista era por la vía fluvial. No había carreteras y el puerto de Frontera era conocido como “las puertas de Tabasco”, ya que ahí arribaban los barcos comerciales procedentes de Europa y Estados Unidos.
En este contexto, la periodista cultural Landy Patricia Aguilar Palafox nos remonta a los años 1900, y nos habla acerca del vapor Clara Ramos.
“El empresario maderero Policarpo Valenzuela Yera adquirió un barco en 1903, al cual bautizó con el nombre de Clara Ramos, en honor de su esposa. Este vapor, junto con el Hidalgo, Libertador, Lumijá, el Usumacinta y Chontalpa vinieron a engrosar la empresa naviera Compañía de Navegación de los ríos Mezcalapa, Grijalva, Usumacinta y Palizada”.
A lo que continúa: “El 2 de mayo de 1930, el Clara Ramos inició su primer viaje con pasajeros y carga, partiendo hacia Álvaro Obregón, Jonuta, Palizada, Ciudad del Carmen y Emiliano Zapata. El despacho fue realizado por la casa G. Benito y Cia, Sucs. Antes, fue reparado de forma general, y prácticamente se construyó un nuevo barco que cuyas condiciones para la navegación fluvial eran inmejorables, y la comodidad de los pasajeros tenía todo el confort y la elegancia deseables”.
Sin embargo, una tragedia habría de ocurrir.
“El 3 de diciembre del mismo año, el barco cargó en el Gran Poder, cien toneladas de tinto; salió de Boca Chica en medio de un mar muy enfurecido, por lo cual el capitán decidió retornar al punto indicado a buscar abrigo, pero el vapor naufragó y se partió en dos, de proa a popa. Se ahogaron la esposa y los tres hijos del capitán del navío, Samuel Beuló. El hundimiento fue en Boca Chica, en el río. Se especula que posiblemente la tragedia se debió a la carga estaba mal colocada”, concluyó la entrevistada.
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