/ viernes 24 de abril de 2020

La eterna resaca de la guerra

El cine ha retratado las diferentes aristas del conflicto bélico en Vietnam, un fantasma de culpa y derrota que sigue persiguiendo a la sociedad estadounidense

“Nos hemos pasado toda la vida dando patadas en el culo a los demás. Ya es hora de que comiencen a dárnoslas a nosotros”, dice el capitán Elías Grodin (Willem Dafoe) al joven soldado Chris Taylor (Charlie Sheen) en una escena de la película Pelotón, filme que le valió a Oliver Stone un Oscar a mejor director en 1987.

Si una etapa de la historia de Estados Unidos ha marcado a su sociedad es la guerra de Vietnam, una guerra con sabor a derrota que vino a cambiar la percepción de ser los salvadores del mundo, un conflicto que les dio una bofetada de realidad.

Vietnam y la forma cómo cambió a la sociedad estadounidense ha sido retratada en el cine de múltiples formas. Más de 100 historias se han producido, 73 han sido realizadas por Estados Unidos, 10 por Vietnam y el resto en países como Italia, Canadá, Francia, Alemania, Japón, Corea del Sur, Australia, Hong Kong y Puerto Rico.

El tema fue ignorado al principio, las primeras entregas que hizo Hollywood fueron de un claro apoyo a las decisiones gubernamentales, el ejemplo contundente es Las boinas verdes (1968) de John Wayne y Mervyn LeRoy, cuyo tratamiento provocó polémica entre el público, las consecuencias de la guerra se veían muy cerca, incluso en casa, ya no había héroes que regresaban triunfantes.

Décadas más tarde hubo intentos por reivindicar esa etapa con las sagas de Rambo, protagonizada por Sylvester Stallone, o Desaparecido en combate con Chuck Norris, dos figuras de acción que lograron llevar gente al cine para entretener, pero no para cerrar la herida de guerra.

Sylvester Stallone. Foto: AFP

De las muchas historias que se han narrado, el trabajo de cuatro directores es un referente por el impacto social que provocaron, por su intención de transgredir. A Oliver Stone, Stanley Kubrick, Francis Ford Coppola y Brian de Palma pertenecen las cintas clásicas sobre Vietnam que pusieron al espectador de frente a la realidad.


EL SOLDADO CINEASTA

Fueron 18 meses los que Oliver Stone pasó en Vietnam, tenía 21 años y esa vivencia cambió el rumbo de su vocación, él quería ser escritor, pero su necesidad de compartir lo vivido lo orilló a convertirse en cineasta.

“Estando allí tenías que luchar por mantenerte vivo, así que esa experiencia me impactó tanto que cuando regresé decidí estudiar cine”, reveló el director en 2014 al participar en la conferencia Wobi on marketing realizada en la Ciudad de México.

Pero su cita con esta etapa histórica no fue inmediata, 10 años después de que escribió el guion pudo filmar Pelotón (1986), la lucha moral de un novato (Charlie Sheen) que encuentra en sus superiores dos visiones y formas de enfrentar la guerra: Barnes, un sargento racista, interpretado por Tom Berenger y Willem Dafoe en el papel de Elias Grodin, que sigue la filosofía de sobrevivir y luchar, aunque sea con un poco de dignidad. La cinta es hasta cierto punto autobiográfica.

Para preparar al equipo se los llevó dos semanas a la jungla donde vivieron en condiciones precarias y de acuerdo con el propio director “estaban preparados para matar”.

Stone sin proponérselo realizó una trilogía sobre Vietnam. A Pelotón siguió Nacido el 4 de julio (1989), basada en el libro del veterano de guerra Ron Kovik. La historia de la vida real protagonizada por Tom Cruise, el galán del momento, presenta a un hombre que regresa paralizado del campo de batalla, que trata de buscar un lugar en la sociedad y tras vivir muchos excesos se convierte en un activista contra la guerra y en el más cruento crítico del ejército del que formó parte.

En su última entrega, El cielo y la tierra, se puso en los zapatos del contrario, pero no en un escenario de guerra, sino en lo que pasa después de ella, como el matrimonio entre un sargento estadounidense y una mujer vietnamita.

“Sólo con el reconocimiento del dolor de los vietnamitas, Estados Unidos superará su drama”, opinó Stone al presentar la cinta con la que cerró la trilogía.

En el filme de 1993, vuelve a recurrir a una historia de la vida real, la de Ley Hayslip, quien trasladó lo vivido durante esa etapa en los libros When heaven and earth changed places, Child of war y Woman of peace.

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SIN CONCESIONES

Violencia sin límite, humillación, perdida de la individualidad, así preparó Stanley Kubrick el escenario para los personajes de Cara de guerra (1987), su aporte cinematográfico a este pasaje histórico.

Kubrick decide centrarse en el entrenamiento y posterior llegada al escenario bélico real de un pelotón, futuros soldados en formación que son sometidos a las extenuantes jornadas encabezadas por un agresivo sargento que tiene el propósito de convertirlos en máquinas para matar, no sin antes asegurarse de anular cualquier sentimiento que puedan tener.

Foto: Cortesía

Así de extrema la propuesta, la dualidad de vivir en guerra y querer la paz y la consecuente actitud cínica de unos con la intención de superar la pesadilla, la conversión de otros en verdaderos soldados aniquiladores y el derrumbe mental de seres humanos que no saben qué hacer en medio de esa batalla.

La película protagonizada por R. Lee Ermey como el sargento Hartman, Matthew Modine en el papel de Bufón y Vincent D’Onofrio interpretando a Patoso, es un duro choque reflexivo, entre la alegría de estar vivo, sin miedo, pero en un mundo caótico en el que se asumen como nacidos para matar.

LA OBRA MAESTRA

La experiencia fue un verdadero caos. Una producción que estaba pensada para 16 semanas se extendió un año y tres meses, Martin Sheen, el protagonista, sufrió un infarto durante el proceso, el director Francis Ford Coppola escribía el guion un día antes de filmar, además de que tuvo que lidiar con un actor impredecible, pero con un personaje clave dentro del la historia: Marlon Brando.

Apocalipsis ahora (1979), considerada la obra maestra sobre la intervención estadounidense en territorio del vietcong, es una adaptación de dos libros: El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad y El hombre hueco de T.S. Eliot.

La trama ubica a un hombre desquiciado, enfermo de poder que se cree un dios y en mitad de la selva vietnamita, en una pequeña aldea, crea un culto para su persona y se dedica a cometer innumerables atrocidades.

El personaje en cuestión, el coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brando, debe ser detenido en sus acciones por el capitán Willard (Martin Sheen). La institución que lo creo quiere derrocarlo.

Foto: AFP

La cacería inicia, pero Willard se va enfrentando poco a poco a los demonios que persiguen a su víctima.

Francis Ford Coppola ya había ganado cinco premios Oscar, aterrizó este proyecto después del éxito de El padrino y le costó encontrar financiamiento en una época en la que todos querían dejar atrás el tema de la derrota estadounidense.

La cinta fue filmada en plena jungla filipina, con los helicópteros del ejército de Ferdinand Marcos, que dejaban el set para ir a combatir a la guerrilla. La producción vivía eternas noches de juerga y Coppola sufrió un ataque epiléptico cuando se enteró que su protagonista tuvo que caminar en medio de la noche solicitando ayuda en medio de un ataque cardíaco.

Foto: AFP

Todo parecía perdido, pero el cineasta estaba empeñado en terminar una historia cuyo final ni él sabía. Terminó siendo el mejor drama bélico de la historia, dos horas y 33 minutos de locura, de caos, de sin razón.

La película se presentó aún sin terminar en el Festival de Cine de Cannes, se llevó el máximo galardón, la Palma de Oro, y le valió dos Oscar, a Mejor Fotografía para Vittorio Storaro y a Mejor Sonido, así como el Globo de Oro y el Premio Baafta a Mejor Director.

Con Apocalipsis ahora, Francis Ford Coppola vivió su propio viacrucis bélico.


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Omny

“Nos hemos pasado toda la vida dando patadas en el culo a los demás. Ya es hora de que comiencen a dárnoslas a nosotros”, dice el capitán Elías Grodin (Willem Dafoe) al joven soldado Chris Taylor (Charlie Sheen) en una escena de la película Pelotón, filme que le valió a Oliver Stone un Oscar a mejor director en 1987.

Si una etapa de la historia de Estados Unidos ha marcado a su sociedad es la guerra de Vietnam, una guerra con sabor a derrota que vino a cambiar la percepción de ser los salvadores del mundo, un conflicto que les dio una bofetada de realidad.

Vietnam y la forma cómo cambió a la sociedad estadounidense ha sido retratada en el cine de múltiples formas. Más de 100 historias se han producido, 73 han sido realizadas por Estados Unidos, 10 por Vietnam y el resto en países como Italia, Canadá, Francia, Alemania, Japón, Corea del Sur, Australia, Hong Kong y Puerto Rico.

El tema fue ignorado al principio, las primeras entregas que hizo Hollywood fueron de un claro apoyo a las decisiones gubernamentales, el ejemplo contundente es Las boinas verdes (1968) de John Wayne y Mervyn LeRoy, cuyo tratamiento provocó polémica entre el público, las consecuencias de la guerra se veían muy cerca, incluso en casa, ya no había héroes que regresaban triunfantes.

Décadas más tarde hubo intentos por reivindicar esa etapa con las sagas de Rambo, protagonizada por Sylvester Stallone, o Desaparecido en combate con Chuck Norris, dos figuras de acción que lograron llevar gente al cine para entretener, pero no para cerrar la herida de guerra.

Sylvester Stallone. Foto: AFP

De las muchas historias que se han narrado, el trabajo de cuatro directores es un referente por el impacto social que provocaron, por su intención de transgredir. A Oliver Stone, Stanley Kubrick, Francis Ford Coppola y Brian de Palma pertenecen las cintas clásicas sobre Vietnam que pusieron al espectador de frente a la realidad.


EL SOLDADO CINEASTA

Fueron 18 meses los que Oliver Stone pasó en Vietnam, tenía 21 años y esa vivencia cambió el rumbo de su vocación, él quería ser escritor, pero su necesidad de compartir lo vivido lo orilló a convertirse en cineasta.

“Estando allí tenías que luchar por mantenerte vivo, así que esa experiencia me impactó tanto que cuando regresé decidí estudiar cine”, reveló el director en 2014 al participar en la conferencia Wobi on marketing realizada en la Ciudad de México.

Pero su cita con esta etapa histórica no fue inmediata, 10 años después de que escribió el guion pudo filmar Pelotón (1986), la lucha moral de un novato (Charlie Sheen) que encuentra en sus superiores dos visiones y formas de enfrentar la guerra: Barnes, un sargento racista, interpretado por Tom Berenger y Willem Dafoe en el papel de Elias Grodin, que sigue la filosofía de sobrevivir y luchar, aunque sea con un poco de dignidad. La cinta es hasta cierto punto autobiográfica.

Para preparar al equipo se los llevó dos semanas a la jungla donde vivieron en condiciones precarias y de acuerdo con el propio director “estaban preparados para matar”.

Stone sin proponérselo realizó una trilogía sobre Vietnam. A Pelotón siguió Nacido el 4 de julio (1989), basada en el libro del veterano de guerra Ron Kovik. La historia de la vida real protagonizada por Tom Cruise, el galán del momento, presenta a un hombre que regresa paralizado del campo de batalla, que trata de buscar un lugar en la sociedad y tras vivir muchos excesos se convierte en un activista contra la guerra y en el más cruento crítico del ejército del que formó parte.

En su última entrega, El cielo y la tierra, se puso en los zapatos del contrario, pero no en un escenario de guerra, sino en lo que pasa después de ella, como el matrimonio entre un sargento estadounidense y una mujer vietnamita.

“Sólo con el reconocimiento del dolor de los vietnamitas, Estados Unidos superará su drama”, opinó Stone al presentar la cinta con la que cerró la trilogía.

En el filme de 1993, vuelve a recurrir a una historia de la vida real, la de Ley Hayslip, quien trasladó lo vivido durante esa etapa en los libros When heaven and earth changed places, Child of war y Woman of peace.

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SIN CONCESIONES

Violencia sin límite, humillación, perdida de la individualidad, así preparó Stanley Kubrick el escenario para los personajes de Cara de guerra (1987), su aporte cinematográfico a este pasaje histórico.

Kubrick decide centrarse en el entrenamiento y posterior llegada al escenario bélico real de un pelotón, futuros soldados en formación que son sometidos a las extenuantes jornadas encabezadas por un agresivo sargento que tiene el propósito de convertirlos en máquinas para matar, no sin antes asegurarse de anular cualquier sentimiento que puedan tener.

Foto: Cortesía

Así de extrema la propuesta, la dualidad de vivir en guerra y querer la paz y la consecuente actitud cínica de unos con la intención de superar la pesadilla, la conversión de otros en verdaderos soldados aniquiladores y el derrumbe mental de seres humanos que no saben qué hacer en medio de esa batalla.

La película protagonizada por R. Lee Ermey como el sargento Hartman, Matthew Modine en el papel de Bufón y Vincent D’Onofrio interpretando a Patoso, es un duro choque reflexivo, entre la alegría de estar vivo, sin miedo, pero en un mundo caótico en el que se asumen como nacidos para matar.

LA OBRA MAESTRA

La experiencia fue un verdadero caos. Una producción que estaba pensada para 16 semanas se extendió un año y tres meses, Martin Sheen, el protagonista, sufrió un infarto durante el proceso, el director Francis Ford Coppola escribía el guion un día antes de filmar, además de que tuvo que lidiar con un actor impredecible, pero con un personaje clave dentro del la historia: Marlon Brando.

Apocalipsis ahora (1979), considerada la obra maestra sobre la intervención estadounidense en territorio del vietcong, es una adaptación de dos libros: El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad y El hombre hueco de T.S. Eliot.

La trama ubica a un hombre desquiciado, enfermo de poder que se cree un dios y en mitad de la selva vietnamita, en una pequeña aldea, crea un culto para su persona y se dedica a cometer innumerables atrocidades.

El personaje en cuestión, el coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brando, debe ser detenido en sus acciones por el capitán Willard (Martin Sheen). La institución que lo creo quiere derrocarlo.

Foto: AFP

La cacería inicia, pero Willard se va enfrentando poco a poco a los demonios que persiguen a su víctima.

Francis Ford Coppola ya había ganado cinco premios Oscar, aterrizó este proyecto después del éxito de El padrino y le costó encontrar financiamiento en una época en la que todos querían dejar atrás el tema de la derrota estadounidense.

La cinta fue filmada en plena jungla filipina, con los helicópteros del ejército de Ferdinand Marcos, que dejaban el set para ir a combatir a la guerrilla. La producción vivía eternas noches de juerga y Coppola sufrió un ataque epiléptico cuando se enteró que su protagonista tuvo que caminar en medio de la noche solicitando ayuda en medio de un ataque cardíaco.

Foto: AFP

Todo parecía perdido, pero el cineasta estaba empeñado en terminar una historia cuyo final ni él sabía. Terminó siendo el mejor drama bélico de la historia, dos horas y 33 minutos de locura, de caos, de sin razón.

La película se presentó aún sin terminar en el Festival de Cine de Cannes, se llevó el máximo galardón, la Palma de Oro, y le valió dos Oscar, a Mejor Fotografía para Vittorio Storaro y a Mejor Sonido, así como el Globo de Oro y el Premio Baafta a Mejor Director.

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