ARTILUGIOS. La verdad, esa esquiva profesión. (*)

Vicente Gómez Montero | El Heraldo de Tabasco

  · viernes 10 de diciembre de 2021

Foto: Cortesía | gestionvitalhoy

Dice, malamente una serie de esas contemporáneas que quieren ser muy avanzadas y resultan ser muy moralistas. En Bajo la mirada de nadie, (2019) unos guardianes llamados ángelus velan por la integridad de la Humanidad. Ellos no son las milicias celestes que combaten a las fuerzas del Mal. Son pequeños burócratas con misiones simples: Que no le caiga un ladrillo en la cabeza a un transeúnte despistado, que no se tropiece y caiga otro a un vacío de muerte y destrucción, que una mujer no pierda a su hijo en el supermercado.

Tareas simples, burocráticas, administrativas. Hay un manual y 4 leyes. La número 4 es la más curiosa. No entrar a la oficina del jefe. El ángelus novato, Uli (Victor Lamoglia) cuestiona el procedimiento. Uli es una especie de Lucifer de sellos y cartapacios dejado en una oficina cualquiera. Sin embargo, la serie se mete en camisa de once varas muchas veces. En un episodio se cuestiona la necesidad de decir la Verdad. Dice Miriam (Kéfera Buchmann) a Uli que siempre hay que decir la verdad, pero con tiento porque, y aquí viene un “disculpen ustedes”, la verdad es como un consolador, hay que llevarlo despacio a la intimidad del otro para que lo asimile poco a poco. Aquí dejamos la serie recomendándole que la vea.

¿Qué es la verdad, o la Verdad? Paso a un chiste muy viejo. El amigo que deja a otro su casa para cuidarla pues va a un viaje muy largo. Al regresar, le pregunta si hay alguna novedad y el amigo le responde que su gato se murió. El dueño de la casa se enfada. No ves, le dice, que estoy enfermo del corazón, debes decirme esas cosas más suavemente. Por ejemplo, fíjate que tu gato andaba por la cornisa cuando se cayó y se murió.

Foto: Cortesía | islamweb

El amigo asiente y pocos días después, el dueño de casa vuelve a salir de viaje dejándole la casa a cuidar a su amigo. A su regreso, pregunta si hay alguna novedad y el amigo responde: Fíjate que tu mamá andaba por la cornisa y ¿qué crees?

La verdad hay que decirla con tiento. Lo mejor sería preguntar al otro si quiere que le diga uno algo sinceramente. Es un bien muy preciado, dice Cervantes. La verdad hay que decirla siempre, al menos eso nos dicen los encargados de nuestra formación moral. Agregan algunos que no por ser verdad es hermosa. O le gusta a nadie. Por lo regular, a nadie le agrada que le digan sus verdades, o lo que creen los “sinceros” que es la verdad.

Foto: Cortesía | Concepto

Mucho hay de prejuicio entre quien da opinión de la actuación de los demás que de verdadero acto honesto. Tengo un amigo muy cercano que siempre comienza, no me estás pidiendo mi opinión, pero te la voy a dar. Sí, existen esos “sinceros” que te dan desinteresadamente su verdad. Una famosa frase de la vedette Niurka contenía eso precisamente, Mi verdad, eleficada la palabra al modo habanero. Niurka dijo su verdad aun cuando nadie le pidió decirla. Ganó y perdió seguidores, pero fue una buena frase pues de inmediato todos decíamos en nuestro país, Mi veldá. Voy a decir mi verdad, aunque no es la verdad verdadera. Es mi verdad. Es la que yo digo y en nuestro estado quien grita más fuerte la verdad, su verdad, es quien convence.

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Nadie quiere oír a la otra parte. ¿No ha notado el lector esas nuevas historias de los cuentos de hadas vueltas a narrar por Disney donde se le da oportunidad al villano de explicarse? O la serie de la BBC Once upon a time donde se le da un giro de 180 grados a las historias y los malos resultan buenos y los buenos resultan malísimos formandose un embrollo sensacional. Esa es la nueva verdad. Y todo esto parecería estar muy bien si no fuera porque es la verdad de la moral más que verdad verdadera. Cómo van a ver nuestros niños y jóvenes la villanía de cualquiera cuando podemos pretender acechar su lado bueno.

Recuerdo esas señoras que decían poniendo su dedo en la boca, Si no tienes nada bueno que decir, mejor no lo digas. Encubrimos la verdad con un velo de compasión que no le conviene. Encubrimos las acciones de cualquiera queriendo encontrarle un porqué del odio, de la maldad no para perdonar sino para posar de buenos, de empáticos, de buenas personas. Hay más de moral que de bondad en estos menesteres. Pronto veremos una biografía de Gilles de Raïs que exonere de sus crímenes y su pederastia - Raïs fue el primero señalado así en un documento oficial.

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Nadie, nadie quiere conocer las razones del proceder de Hitler. Oh, oh. Él sí es el villano por excelencia cuya verdad para combatir y exterminar no le interesa a nadie. Aun en la película de Taika Waititi, Jojo Rabbit (2019) la presencia de Hitler, en un primer momento capciosa, hilarante, simpática, cae bajo la fusta de la realidad en un momento en que se convierte en un verdadero endriago. Odio vs verdad. Desidia vs verdad. Belicosidad vs verdad.

Foto: Cortesía | cinemaficionados

Nadie quiere mediar, todos queremos la confrontación. Tabasco tiene muchos claridosos que no quieren ponerse en los zapatos del otro. Decirle nomás la verdad a los demás es “honesto”, no aceptar que se la digan, en reciprocidada, no es deportivo. Todos queremos ser solistas. Nadie quiere cantar en el coro. No abona mucha a la paz, realmente. Como decía mi tía Trudi, el que mete paz saca más. Por eso hay pocos redentores, uno nomás. Contra el gran villano a quien no se le permite explicación ninguna. Jesús vs Hitler, no sería interesante porque siempre ganaría el primero. En fin, espero no pecar de moralista o de ingenuo. Siempre es necesaria una visión discontinua de todo esto. Ahí queda eso.

*Agradezco la gentileza de El Heraldo de Tabasco en la figura de mi querido amigo el periodista y escritor Ángel Vega por abrir nuevamente su rotativa y recibir a este letrista que estuvo alejado del continuo tundeteclear, si bien no por gusto sino por necesidad. Hablaremos de ello después. Aquí estamos nuevamente. De pie, como los árboles.