/ sábado 1 de junio de 2024

Punto y Aparte | Por el bien de la Democracia ¡a votar!

Cualquier país que presuma su democracia, ésta, necesariamente, deberá emanar, del ejercicio libre del sufragio. Por ello, votar para la elección de sus autoridades, con un marco jurídico, aceptado, mayoritariamente, resulta vital e importante.

En ese sentido, el próximo domingo 2 de junio, tendrán la posibilidad de demostrar sus preferencias políticas-electorales, 98.3 millones de mexicanos.

Toda vez que, en México, el voto es reconocido como un derecho, de acuerdo a lo señalado por el artículo 35 de nuestra carta magna, mismo que establece que son derechos de la ciudadanía votar en las elecciones populares y poder ser votada en condiciones de paridad para todos los cargos de elección popular; se espera que haya alta voluntad de ejercer dicho derecho.

Precisamos que se requiere de voluntad ciudadana, toda vez que, en México, el artículo 36 constitucional establece que votar en las elecciones y en las consultas populares es parte de las obligaciones de la ciudadanía; sin embargo, no existe ninguna sanción para quienes no cumplen con esa obligación.

Así, es necesario que todo ciudadano con posibilidad de acudir a las urnas este domingo, ejerza su libre albedrio, pero también su conciencia cívica, para salir, puntualmente, a elegir a quienes ellos creen, los representarán, pertinentemente, en los diversos cargos de elección popular que estarán en juego, en los tres niveles de gobierno.

A veces, para los organizadores de las elecciones, resulta desalentador, que a pesar del alto costo que implica organizar dichos comicios, tengamos una constante baja afluencia, en ellos. De hecho, el porcentaje de personas que no asisten a las urnas ronda, entre el 35 y el 40 %.

Quizás por ello, varios estudiosos del tema, con base en las experiencias, en otros países, propugnan por establecer el voto como una obligación, con sanciones efectivas por su incumplimiento. Según ellos, dicha medida, tiende a aumentar la participación electoral.

Incluso, hay quienes sostienen que el voto obligatorio puede reducir la compra de votos, ya que, argumentan, que el sufragio voluntario propicia mayor clientelismo.

Por ello, para desalentar la compra de votos, algunos partidos políticos, prácticamente, “suplican”, porque en masa, los ciudadanos, salgan a votar ya que ello, evitan la victoria, operada por las estructuras, debidamente “aceitadas”. En síntesis, la asistencia mayoritaria de sufragantes, obstaculiza, la compra de votos.

Otro enemigo de la democracia es el abstencionismo, cuyas cifras a veces supera por mucho el porcentaje de las personas que acuden a las urnas para emitir su sufragio y decidir quién o quienes estarán al frente de los cargos de elección en México.

Ahí, nuevamente, los que están a favor del voto obligatorio, sostienen que, en los países, como Uruguay, Argentina, Ecuador y Bolivia; entre otros, donde ya tienen establecido el voto obligatorio sancionado, se han logrado porcentajes, de hasta el 90% de participación electoral.

Indudablemente, una mayor participación de los electores conduce a una mayor legitimidad del poder público; empero, debe quedar claro que el alto abstencionismo, es producto de la apatía y/o de la falta de credibilidad en candidatos ofertados.

Por alguna razón, los jóvenes y las personas con menos recursos en particular, tienden a mantenerse alejadas de las elecciones con una frecuencia superior a la media. Las elecciones, no los emocionan, ni parece importarles. Sin embargo, en los hechos, son los primeros, en acudir, ante la posibilidad de un “incentivo”, a cambio de sus sufragios.

Desde luego que el voto, voluntario u obligatorio, tienen sus asegunes, y, sus pros y contras, pero lo que debe quedar claro, es que es el único medio para legitimar la democracia en cualquier país, aún con sus humanas imperfecciones.

Hay hechos y acciones, involuntarias o no, que buscan desalentar la asistencia a las urnas este próximo, domingo. No obstante, ante ellas, debe privilegiarse, la obligación moral y la conciencia cívica, de sufragar, contra viento y marea.

Hacerlo, le permitirá dormir con la conciencia tranquila, a la vez que estará manteniendo vivas sus convicciones y los políticos tendrán que registrar sus inquietudes, si es que desean mantener vivas sus simpatías por ellos.