/ sábado 29 de junio de 2024

Punto y Aparte | Don Antonio Vidal, un icono de la memoria villahermosina

En su libro, post-mortem, “Mis memorias de Villahermosa antigua”, del fallecido periodista Manuel Antonio Vidal Cruz, dicho personaje, regaló a los tabasqueños, sus relatos y vivencias, recabadas por las calles de Villahermosa, entre 1930 y 1950.

Son sus recuerdos de niño, casi ocho décadas después, de que empezó a caminar por la ciudad, a la edad de siete años, recorriendo calles y mercados, ya sea patinando en Plaza de Armas, vendiendo leche o platanitos evaporados.

Manuel Antonio Vidal Cruz nació en Villahermosa, Tabasco, el 4 de mayo de 1932, en la casa de sus padres, ubicada en la calle Independencia, domicilio ya desaparecido por la construcción del malecón “Carlos A. Madrazo Becerra”.

Continuó su niñez, en un nuevo domicilio, cuando sus padres adquirieron una propiedad en la calle Melchor Ocampo, a orillas del río Grijalva. Hijo del ebanista José María Vidal Estrada, y, de la señora María Luisa Cruz Hernández.

Hermano de: Juan José, Trinidad y Agustín, así como de Guadalupe, Josefa, Tomasa y Esperanza.
Casado, por más de 60 años, con la señora Mercedes Hernández García, con quien procreó a: Nidia, José Alberto y Luis Antonio.

Concluyó sus estudios de primaria en la escuela “Francisco J. Santamaría” en Arista de esta ciudad. Posteriormente se dedicó a trabajar en diversos artes y oficios para apoyar a la economía familiar.

Realizó estudios por correspondencia, en la Academia Mexicana de Electricistas, acreditándose como Técnico Electricista.

Fue reconocido por su trabajo en la CFE, porque tenía conocimientos de esa dependencia federal, desde el ámbito administrativo, hasta la instalación, suministro, uso y reparación líneas eléctricas de alta y baja tensión.

De muy joven, atendió, la tienda de abarrotes de su padre llamada “La Guadalupana”.

Trabajó para la Confederación de Uniones de Productores de Plátano Tabasco. Posteriormente alternaba su tiempo como conductor de un auto de alquiler, llamado por aquel entonces, de sitio.

En cierta ocasión, el dirigente sindical de la Comisión Federal de Electricidad lo invitó a formar parte de la CFE donde inició una carrera que duraría 22 años de servicio, donde llegó a desempeñarse como inspector de servicios.

En 1974 emprendió un negocio familiar denominado El Pollo Dorado dedicado a la venta de pollos asados a la leña en la avenida Méndez 910 casi esquina con Mina. Fue el tercer restaurante de pollos asados después de “la Lupita” y “Los Guacamayos”, y el primero en convertirse en cadena.

Incursionó por primera vez en el periodismo en 1956 como reportero de nota roja en el Semanario 30-30 que dirigía don Antonio García Santos.

Ese año fue miembro fundador de la Asociación Tabasqueña de Periodistas A.C., de la cual fue vicepresidente y presidente del Comité Ejecutivo Estatal de 1991 a 1994. También fue socio de la Unión de Periodistas Democráticos, delegación Tabasco.

Era un apasionado de la lectura, pero su libro de cabecera fue el diccionario, donde buscaba el significado de las palabras, para darle su uso correcto.

Leía obras de Francisco J. Santamaría, Pepe Bulnes, entre otros autores tabasqueños. Casi a los 50 años ingresó al Centro Lingüístico de Tabasco para reforzar sus conocimientos del idioma inglés.

Tenía una memoria privilegiada. Era un ameno conversador, de charlas inagotables, dueño de un espléndido sentido del humor. Recitaba con singular emoción y pasión muchas poesías que se sabía al pie de la letra.

Como anécdota, por gestión del periodista, su compadre, Bartolo Jiménez Méndez, recibió y ofreció una comida en su domicilio de la colonia Rovirosa, a Andrés Manuel López Obrador, como despedida, cuando esté fue invitado a colaborar en el Inco en la Ciudad de México.

Por su trayectoria laboral en CFE, el presidente de México José López Portillo le extendió un diploma en reconocimiento a sus 20 años de servicio en la CFE.

La presentación del referido libro, por Salvador Fernández Nieto, Luis Antonio, y, del historiador Jorge Priego, fue un dechado de emociones y de virtuosas memorias, que permitió a la amplia audiencia, rememorar aquellas experiencias de vida. Todos, recrearon, en sus mentes, la Villahermosa de aquella época.