Según Lasse Rouhiainen, la Inteligencia Artificial (IA) está constituida por dispositivos capaces de utilizar algoritmos, aprender de datos que se le proporcione y utilizar lo que aprendió en tomar decisiones, similar a lo que realiza un ser humano. Estos dispositivos analizan grandes volúmenes de datos a la vez y en comparación con los humanos no cometen errores.
La IA se divide en dos ramas principales, el Machine Learning (ML o aprendizaje de máquina), disciplina de la ciencia de la computación que tiene por objetivo desarrollar sistemas que aprenden automáticamente, reconocen patrones y predicen comportamientos, a partir de conjuntos de datos. La otra rama es el Deep Learning o aprendizaje profundo. Su sistema está inspirado en el funcionamiento del sistema nervioso tomando los fundamentos teóricos de las redes neuronales clásicas, pero emplea una gran cantidad de neuronas y conexiones, junto con nuevos modelos y paradigmas de entrenamiento.
En años recientes la IA toma popularidad de la mano de la compañía estadounidense Google, quien en 2008 lanzó la primera aplicación con capacidad para reconocimiento de voz mediante los dispositivos Google Home o Amazon Echo que a su vez controlan otros dispositivos inteligentes compatibles con su sistema como focos, cámaras e interruptores.
Pero las aplicaciones e implicaciones de la IA se perfilan, sobre todo, como una herramienta capaz de aprender y analizar con rapidez enormes cantidades de información de los historiales de pacientes, de las pruebas de imagen como las radiografías y tomografías y de otros avances científicos para ayudar a los médicos y doctores a ofrecer mejores diagnósticos y tratamientos. Desde agilizar el lento y costoso desarrollo de nuevos fármacos hasta analizar el genoma de un paciente, las aplicaciones que ya están en marcha son numerosas.
Otras de las aplicaciones en las que actualmente se está trabajando se encuentran la cirugía de próxima generación en las cuales mediante la perforación de un orificio muy pequeño se pueden llevar a cabo procedimientos quirúrgicos sumamente precisos con la posibilidad de realizarlos a distancia, donde el cirujano se encuentra en otra sala incluso en otra ciudad o país. Hoy en día, este tipo de procedimiento lo realizan robots, siendo el más conocido el denominado Da Vinci, característico de quirófanos de hospitales de primer mundo. Y por otro lado, se tiene el desarrollo de fármacos donde se busca extraer patrones ocultos o no claros a la vista de los médicos y especialistas a partir de datos biomédicos.
Las empresas farmacéuticas están utilizando la inteligencia artificial para el descubrimiento y el desarrollo de nuevos medicamentos. Por ejemplo, la plataforma Watson Health de IBM busca crear nuevos tratamientos a partir de grandes cantidades de datos, incluidos los de laboratorio, informes clínicos y publicaciones científicas relacionadas con las enfermedades a tratar.
La inteligencia artificial es muy importante en el campo de la Ingeniería Biomédica, desde hace muchos años juega un papel muy importante en el cuidado de la salud y el progreso tecnológico, pero aún vienen muchos avances más donde el ingeniero biomédico puede explotar sus capacidades y técnicas propias de la industria de la salud, así como sus conocimientos para diseñar, operar, mantener, reparar y evaluar equipos médicos electrónicos.
- Nancy Bonilla Gaspar y Lino Emannuel Sequera Sánchez, alumnos del primer semestre de la Ingeniería Biomédica; y Nahum Nolasco Caba, asesor del texto y docente de la UO