En estos últimos días he escuchado innumerables veces la frase socrática "conócete a ti mismo". Y sin lugar a dudas, creo que es una de las cosas más difíciles de lograr: la autognosis. Por experiencia de vida, puedo decir que nunca somos los mismos, y que en las diferentes etapas de nuestras vidas, lo ideal es ir madurando y desarrollando nuestras capacidades, talentos y virtudes. O por lo menos, en teoría, así debería ser.
Definitivamente, es una pregunta muy importante que todos deberíamos plantearnos. Pero lo más importante es para qué vamos utilizar la respuesta a tan crucial pregunta.
El título de esta columna no es acausal. Mis contemporáneos recordarán que existía una revista con ese nombre, la cual, por cierto, yo compraba mucho; "Eres". Los promocionales para tan banal artículo de lectura, lanzaban; Y tú, ¿quién eres? y en la portada salían artistas y personalidades, famosos de aquellos lejanos tiempos. Muchos de ellos siguen vigentes, y muchos otros ya no.
Esto me llevó a cuestionarme, ¿cuánto realmente de lo que sabemos acerca de los artistas que nos gustan, o de personalidades famosas es información valiosa?
Creo que es importante poder diferenciar "curiosidad" con "chisme". En una opinión muy personal, pienso que el chisme se trata mas bien de la parte morbosa de la vida de los demás. Tiene que ver con el poder juzgar, sacar conclusiones fáciles, pero no nos interesa una información más profunda, verdadera o empatica. La curiosidad en cambio, se puede aplicar a ti mismo, con una actitud activa, de autoconocerte, y sobre todo, que ese conocimiento que te proporciona el ser curioso por naturaleza, no lo aplicas en contra de nadie, ni como venganza ni con dolo... cosa que el chisme sí puede hacer.
Pero bueno, ya aclarando la diferencia de estos conceptos tan básicos, podemos decir que a veces "conocemos" más de los artistas que de nuestra familia, y ni qué decir de nosotros mismos. Nos encanta el chisme local, nacional e internacional, pero ignoramos o no nos interesa lo que sucede a los personajes que verdaderamente habitan nuestra vida.
Y para ejemplificarlo, intenta contestar las siguientes preguntas:
¿Cómo se llama tu vecin@? ¿Cuál es la música favorita de tu otro vecino? ¿Cómo se llama la novela turca de las siete de la noche? ¿Cuántos novios ha tenido tu colega del trabajo? ¿Cual es el vecino más escandaloso? ¿Cuál es la bebida favorita de tu mejor amig@? ¿Cuántas novias ha tenido Nodal en menos de tres años? ¿Quién es Mario Delgado? ¿El equipo campeón del fútbol mexicano? ¿Porqué se divorció Galilea Montijo de su marido?
Probablemente conozcas muy bien las respuestas de estas preguntas, y eso está bien. Sólo que, en el fondo, tener esa información no reviste una utilidad real, en cuanto a mejorar las conexiones personales ni familiares.
Ahora te reto a que contestes estas otras:
¿Que tipo de música le gusta a tu hij@? ¿Cual ha sido el sueño más grande de tu pareja? ¿Lo ha cumplido? ¿Cual es la comida favorita de tu herman@? ¿A dónde se fueron tus padres de luna miel? ¿Cómo se conocieron? ¿Qué canción bailaron tus padres cuando se casaron? ¿Cuál ha sido la pasión de tu abuela? ¿Qué marcó la infancia de tu abuelo?
Estoy casi segura que de estas preguntas sabes muy pocas respuestas. Y la razón es porque, muchas veces, casi no se tienen esas conversaciones con la familia. Desgraciadamente, pensamos que no tenemos el tiempo o la suficiente confianza para hablar de todo esto, ¿no crees?
Pero bueno, eso nos lleva a otras preguntas que también te reto a contestar:
¿El nombre de tu maestr@ favorito de la primaria, prepa o universidad? ¿En que te pareces a tu papá? y a tu mamá?
¿Cual es tu libro favorito? ¿Tu canción favorita? ¿Qué es lo que sabes del día que naciste?
En cinco años, ¿dónde y cómo te gustaría estar?
Y por último...
¿Qué cosas has hecho para poder hacer del mundo un lugar mejor?
Creo que hacer preguntas a los demás y a nosotros mismos es un excelente ejercicio. Pero no para cuestionarlos-cuestionarnos malamente, sino para conocerlos-conocernos. Que los demás sientan que nos importa saber de ellos, porque entre más sabemos de ellos, también aprendemos a conocernos a nosotros mismos. Y el conocernos nos pone en una situación de valentía y de mejora en muchos aspectos de nuestra vida: nos permite tomar mejores decisiones, nos pone en mejor posición para poder adecuarnos a los cambios, nos aceptamos y valoramos, nos convierte en personas confiables para nosotros y en relación a los demás también.
Cada día tenemos oportunidad de conocer a la gente que nos rodea, pero sobre todo, conocernos a nosotros mismos.
La curiosidad mató al gato, ¡pero al hombre creativo lo salvó!
Gracias por leerme.