“En el umbral del siglo XXI México se enfrenta a la posibilidad de una
crisis del agua que comprometería el futuro inmediato de su proceso de desarrollo”.
Fernando Tudela, 2005.
A unos días del Día Mundial del Agua, la Organización de Naciones Unidas estableció el lema para el 22 de marzo de este año: “Valores del Agua”, abordando el tema “Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible”; ya que siempre que se habla de agua nos referimos a los ríos, lagos, arroyos, pantanos, mares y océanos, olvidando los ecosistemas acuáticos que están en el subsuelo; que cuando hacemos mención de ello, le llamamos técnicamente manto o nivel freático.
Con el fin de abordar de manera sencilla y en este breve espacio un tema tan complejo y amplio como el agua, acudiré a mi capacidad de síntesis, que no se me da con facilidad, pues son temas que me apasionan y mis vivencias son tan abundantes que me resulta complicado expresar con brevedad mi opinión. Pero como dicen por ahí: “no hay peor intento que el que no se hace”.
Quisiera entrar en el tema del “Somos Agua” en Tabasco, pero considero importante dar contexto haré un breve bosquejo de la situación del agua a nivel mundial y en México.
Según el Programa de Naciones para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló hace 18 años que el agua ya se ha convertido, en muchas regiones del mundo, en un factor limitante para la salud humana, la producción de alimentos, el desarrollo industrial y el mantenimiento de los ecosistemas naturales y su biodiversidad, e incluso para la estabilidad social y política. Todo ello, a pesar de que el 70% de la superficie del planeta es agua de la cual, el 97.5% es salina y sólo 2.5% es agua dulce. De esta última, el 68.9% se encuentra congelada y en la humedad del suelo; 30.8% se almacena en aguas subterráneas, y poco menos de 0.3% es agua superficial localizada en lagos, lagunas, arroyos, ríos y humedales de acuerdo a estudios realizados por los investigadores Nikolay Shiklomanov y Harvey Rodda.
La distribución natural del agua es muy desigual en las distintas regiones del planeta y según la época del año. En el continente americano se concentra 47% del agua mundial, seguido por Asia (32%), Europa (7%), África (9%) y Australia y Oceanía (6%).
En el caso de programas y acuerdos internacionales sobre el agua. Solo haré mención al mas reciente: El objetivo número 6 en la Agenda 2030, que establece en términos generales garantizar la disponibilidad de agua, su gestión integral y el saneamiento para todos.
En el caso de nuestro querido y vapuleado México, que lamentablemente dejó de ser el cuerno de la abundancia, sin embargo, tenemos una buena posición geográfica que permite tener amplias zonas templadas y tropicales; pero, al igual que en el caso mundial, la distribución del agua, no es homogénea, pues en el norte hay prolongados periodos de sequía o escasez de lluvias, provocando baja disponibilidad del agua; por otro lado, en el sur sureste sucede todo lo contrario, incluso su abundancia ha representado en algunas entidades como Tabasco, que el agua sea una amenaza, cuando deberíamos apreciar su exceso como una aliada del desarrollo si hubiera una gestión responsable e integral de nuestros recursos hídricos.
En el plano nacional, hago referencia a un marco legal suficiente, comenzando con el párrafo 6o del artículo 4º constitucional, que señala, textualmente: “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos, estableciendo la participación de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines”; y en el párrafo 5º señala: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley”. De estos dos mandatos constitucionales derivan una serie de leyes sectoriales a nivel federal, pero solo citaré la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, y la Ley de Aguas Nacionales, sus reglamentos y normas oficiales mexicanas. Además de otros artículos constitucionales como el 25, 27 y 73.
Hay mucho que decir sobre bases jurídicas que fundamentan el tema ambiental en lo general y el agua en especial, pero evitaré ampliar más los aspectos legales. Sin embargo, considero que es recomendable que ustedes conozcan que tenemos un marco legal suficiente en México, para que cuando escuchen a alguien decir que faltan leyes en el rubro ambiental, puedan ustedes afirmarle que hay leyes, pero muchas de ellas no se aplican.
Ahora sí, entraré con el tema del agua en Tabasco, que titulé “Somos Agua”; nuestra entidad se ha distinguido en todos los espacios de nuestro país por tener mucha agua. Lo cual es cierto, estamos situados en dos cuencas hidrológicas: la de Coatzacoalcos y la del Grijalva-Usumacinta, por las cuales escurren en la planicie un volumen medio anual de 125 mil millones de metros cúbicos de agua (esta cifra representa el 33%, del escurrimiento acuífero del país). De este escurrimiento tenemos nuestros ríos, arroyos, lagunas, pantanos, aguas subterráneas, entre otros. Con el fin de darnos una idea de por qué “Somos Agua”, les compartiré algunos datos del libro “Las Lagunas Continentales de Tabasco” del sobresaliente investigador tabasqueño Eduardo Rodríguez Rodriguez, que en su edición del 2002 nos afirmó que disponíamos a principios del siglo XXI, de 2 mil 168 lagunas, 484 permanentes (22%) y mil 684 temporales (78%). Esta riqueza de agua con seguridad se ha modificado del 2002 a la fecha (no se han actualizado los estudios), por la dinámica hidrológica ocasionada por la administración de las presas del alto Grijalva y la zona del Istmo; cauces alterados por obras de protección, “rompidos”, dragado, sedimentación por la deforestación y obras o actividades petroleras; así como por las variaciones en las precipitaciones pluviales, cuya media anual es de 2 mil 550 mm, que muchos estudiosos señalan al cambio climático como una de las causas.
“Somos Agua” pero hemos ido perdiendo la cultura del agua que nuestros antepasados tenían; ellos sabían cuando y cuánto llovería, cuando vendría la creciente y el estiaje; por ello hacían y vivían en sus tapancos, movían su ganado a zonas altas, preveían su abasto de alimentos. ¿Alguno de ustedes saben cuando iniciamos a perder la cultura del agua del tabasqueño?, ¿Saben por qué perdimos nuestras raíces?, ¿Cuándo dejamos de ver el agua como aliada? y ¿Cuándo empezamos a pensar que el agua es una amenaza?
Estoy seguro que cada quien tiene sus propias respuestas, la gente mayor del campo dice que fue cuando los gobiernos empezaron a tratarlos como damnificados; cuando dejaron de darles asistencia técnica en sus cultivos; cuando sus familias, en especial los jóvenes, migraron del campo a las ciudades por falta de oportunidades y por tener expectativas para crecer con trabajo o estudio, pero el problema es que no regresaron a sus comunidades a cultivar la tierra ni a los animales; cuando cambiaron la época de lluvias (ellos comentan que llueve igual que antes pero que en lugar de ser en varios meses, ahora nos cae la misma agua, pero en semanas o días); cuando les cambiaron los cauces de los ríos y contaminaron, al igual que sus pozos de donde tomaban el agua; entre otras muchas razones que nos dicen quienes sabían que eran dueños de sus tierras, agua, árboles, plantas y animales.
Como todos los temas que se abordan en estos ejes ambientales, existe mucho por comentar, pero no deseo saturar su tiempo y concluiré con mi invitación a que dejemos de ser solo espectadores de los problemas del agua y seamos parte de la solución de los mismos. Hoy hago énfasis en que “Seamos Agua”, recuperemos la cultura del agua, el respeto a la naturaleza; es el momento que apreciemos y manejemos el agua con responsabilidad y como aliada para nuestro desarrollo; hoy es el instante que decidamos aprovechar y el derecho de disfrutar del agua para nosotros, pero que también para las siguientes generaciones: nuestros hijos y nietos; ahora comencemos a dejar de tirarle basura y arrojar aguas negras a nuestros ríos, lagunas, arroyos, pantanos y mares... En fin, tenemos mucho por hacer ¿se atreven?