/ jueves 22 de octubre de 2020

Dra. Heidi Isabel García Calao | Mujeres: Labores del hogar e impacto en su salud

A lo largo del tiempo, las mujeres han sido ubicadas dentro del contexto familiar como las cuidadoras de la familia y por consiguiente como las responsables de mantener el hogar bajo «control», y eso incluye: Hacer las labores del hogar, la crianza de los hijos y mantener la armonía familiar, todo esto con la justificación de que el hombre era quien se encargaba de proveer el sustento económico familiar y la mujer la dedicación a la familia por «naturaleza».

Hoy en día con la incorporación de las mujeres al mercado laboral y productivo, no solo no se han reformulado los roles familiares inclusivos para todos los integrantes, sino que ha sido un anexo a las obligaciones de las mujeres: trabajadoras, amas de casa, esposas y madres, lo que resulta sumamente preocupante no solo a nivel social, sino en su salud física, mental y emocional.

Si bien, las mujeres que trabajan fuera del hogar perciben beneficios tanto económicos como de experiencias por crecimiento profesional y socialización, la carga que representa el adicionar las responsabilidades del hogar pueden condicionar su óptimo bienestar, así como la relación afectiva con su pareja, sobre todo si no hay una participación activa de ésta y de los hijos, en caso de que los haya.

A nivel físico, esto se traducirá en agotamiento extremo, que puede tener consecuencias como insomnio, cefaleas tensionales o de tipo migrañoso, obesidad, dislipidemias, insuficiencias venosas periféricas, cardiopatías y padecimientos crónico degnerativos, entre otras.

Un estudio realizado por el Departamento de Ciencia y Tecnología del Comportamiento de la Universidad Simón Bolívar, determinó que aquellas mujeres trabajadoras con doble turno (trabajo-hogar) y con poca o nula repartición equitativa de las labores del hogar, presentan afectaciones en su salud mental experimentando depresión, ansiedad y baja autoestima. Se reporta que en el 32 % de un total de 260 mujeres, con 5 años de esta constante rutina, hubo deterioro de su salud física. (Feldman, 2000)

Es imprescindible concientizar acerca de la repartición equitativa de las responsabilidades domésticas y del cuidado de los hijos entre todos los integrantes de la familia. Las mujeres no solamente están viviendo una sobrecarga laboral no remunerada ni reconocida, sino la impetuosa necesidad de ingresar al mercado laboral ya sea por realización profesional o por necesidad económica. Para las mujeres, en el ambiente laboral, el trabajo no siempre es reconocido, a veces es difícil integrarse a un equipo laboral cuando son casadas y/o tienen hijos, y es aun más complejo escalar en puestos jerárquicos en donde en su mayoría, los hombres siguen tomando el control.

Es así que esta desigualdad entre hombres y mujeres se relaciona claramente con la pérdida del estado óptimo de salud de ellas, con resultados en mayor morbilidad por trastornos psicosomáticos y padecimientos crónicos degenerativos.

Es tiempo de hacer cambios, todas y todos podemos contribuir desde lo privado que son nuestros hogares, repartir las actividades entre todos los habitantes del hogar, hacer partícipes a las parejas masculinas en la crianza de los hijos, ejercer juntos el trabajo colaborativo en el hogar y pasar tiempos de esparcimiento para la satisfacción afectiva con la pareja y la familia.

REFERENCIA

M. Sc. Gisela Blanco y Lía Feldman. (2000) Responsabilidades en el hogar y salud de la mujer trabajadora. Revista de Salud Publica del Instituto de Salud Pública de México.

Dra. Heidi Isabel García Calao/Titular del área de Servicio Médico.

A lo largo del tiempo, las mujeres han sido ubicadas dentro del contexto familiar como las cuidadoras de la familia y por consiguiente como las responsables de mantener el hogar bajo «control», y eso incluye: Hacer las labores del hogar, la crianza de los hijos y mantener la armonía familiar, todo esto con la justificación de que el hombre era quien se encargaba de proveer el sustento económico familiar y la mujer la dedicación a la familia por «naturaleza».

Hoy en día con la incorporación de las mujeres al mercado laboral y productivo, no solo no se han reformulado los roles familiares inclusivos para todos los integrantes, sino que ha sido un anexo a las obligaciones de las mujeres: trabajadoras, amas de casa, esposas y madres, lo que resulta sumamente preocupante no solo a nivel social, sino en su salud física, mental y emocional.

Si bien, las mujeres que trabajan fuera del hogar perciben beneficios tanto económicos como de experiencias por crecimiento profesional y socialización, la carga que representa el adicionar las responsabilidades del hogar pueden condicionar su óptimo bienestar, así como la relación afectiva con su pareja, sobre todo si no hay una participación activa de ésta y de los hijos, en caso de que los haya.

A nivel físico, esto se traducirá en agotamiento extremo, que puede tener consecuencias como insomnio, cefaleas tensionales o de tipo migrañoso, obesidad, dislipidemias, insuficiencias venosas periféricas, cardiopatías y padecimientos crónico degnerativos, entre otras.

Un estudio realizado por el Departamento de Ciencia y Tecnología del Comportamiento de la Universidad Simón Bolívar, determinó que aquellas mujeres trabajadoras con doble turno (trabajo-hogar) y con poca o nula repartición equitativa de las labores del hogar, presentan afectaciones en su salud mental experimentando depresión, ansiedad y baja autoestima. Se reporta que en el 32 % de un total de 260 mujeres, con 5 años de esta constante rutina, hubo deterioro de su salud física. (Feldman, 2000)

Es imprescindible concientizar acerca de la repartición equitativa de las responsabilidades domésticas y del cuidado de los hijos entre todos los integrantes de la familia. Las mujeres no solamente están viviendo una sobrecarga laboral no remunerada ni reconocida, sino la impetuosa necesidad de ingresar al mercado laboral ya sea por realización profesional o por necesidad económica. Para las mujeres, en el ambiente laboral, el trabajo no siempre es reconocido, a veces es difícil integrarse a un equipo laboral cuando son casadas y/o tienen hijos, y es aun más complejo escalar en puestos jerárquicos en donde en su mayoría, los hombres siguen tomando el control.

Es así que esta desigualdad entre hombres y mujeres se relaciona claramente con la pérdida del estado óptimo de salud de ellas, con resultados en mayor morbilidad por trastornos psicosomáticos y padecimientos crónicos degenerativos.

Es tiempo de hacer cambios, todas y todos podemos contribuir desde lo privado que son nuestros hogares, repartir las actividades entre todos los habitantes del hogar, hacer partícipes a las parejas masculinas en la crianza de los hijos, ejercer juntos el trabajo colaborativo en el hogar y pasar tiempos de esparcimiento para la satisfacción afectiva con la pareja y la familia.

REFERENCIA

M. Sc. Gisela Blanco y Lía Feldman. (2000) Responsabilidades en el hogar y salud de la mujer trabajadora. Revista de Salud Publica del Instituto de Salud Pública de México.

Dra. Heidi Isabel García Calao/Titular del área de Servicio Médico.