/ sábado 28 de septiembre de 2024

Democracia virtual / ¿Se postergará  la pesadilla?

“No sé todavía, no he resuelto (el tema de la seguridad), la gente me va a cuidar. Nada más les vuelvo a pedir a todos que ya no me busquen allá. Recuerdo que el martes entrego la banda, me voy a quedar aquí unos días para aclimatarme y luego me voy a ir”.

Estas fueron las palabras textuales del aún presidente Andrés Manuel López Obrador en la mañanera, quien parece que no cumplirá la promesa de irse de una vez por todas a “La Chingada”, a partir del 1 de octubre.

En años anteriores reiteró que una vez concluido su gobierno se retiraría de la política y se iría a su rancho a ver qué puso la marrana, pero el anuncio que hizo el pasado jueves ha despertado suspicacias.

¿Por qué López Obrador se tendría que quedar en la Ciudad de México, si lo que busca es la desintoxicación política sumergido en la paz de su edén particular?

Hay dos posibles razones. Primero, porque el temor lo asalta (aunque diga lo contrario). Pese a que haya tratado con abrazos a los criminales, pudo haberle quedado mal a uno de los integrantes de los cárteles de las drogas que, a lo mejor, los acusó con sus mamás o sus abuelos. “El miedo no monta en burro”, dice el sabio refrán.

Recordemos que suspendió la custodia de agentes federales y/o militares para los ex presidentes porque, según él, era un exceso.

Creyó que las mentiras repetidas durante seis años serían suficientes para caminar tranquilo por las calles de Palenque, Chiapas, o sosegarse con el relajante tetrahidrocannabinol, como cualquier turista, frente a uno de los lagos que abundan en la región.

En la Ciudad de México podría sentirse seguro y resguardado por la futura presidenta Claudia Sheinbaum, sobre todo si decide hospedarse unos días más en el Palacio Nacional, al fin y al cabo lo que sobra en ese edificio barroco es espacio.

Segundo, también podría temer que los Estados Unidos de Norteamérica lo puedan perseguir, vengan por él a México y le ofrezcan una mejor estancia en Chicago, ahí en el meritito Manhattan, donde estuvo el “Señor Guzmán”.

A tabasco no tiene pensado ir, pero ni de visita, porque sus paisanos ya no lo quieren. Les dio atole con el dedo, se le gastó el sexenio y no sacó del atraso a esa noble población que creyó y puso el pecho por él para llevarlo a la presidencia. La gran mayoría se siente defraudada.

Sin embargo, a pesar de que su gobierno terminará con alrededor de 200 mil homicidios y los cárteles del crimen organizado fueron tratados con abrazos, no balazos, para que la delincuencia se propagara por toda la república a niveles inimaginables, todo le venido como anillo al dedo.

El sistema de salud es deplorable, la educación se perfila para un proceso de ideologización enfocado a la 4T como un proyecto de largo alcance, la corrupción y la impunidad van al alza, y por causa de la pandemia de COVID-19 fallecieron más de 800 mil personas, y, sin embargo, cerrará con un 60 por ciento de popularidad.

Pese a que las obras faraónicas de este gobierno como el AIFA, el Tren Maya y la Refinería Olmeca son prácticamente elefantes blancos; no se esclareció la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa y la vida se ha encarecido terriblemente en México, parece que todo le salió bien al dictador, pues ganó las elecciones, obtuvo la mayoría calificada en las cámaras, se ha pasado por el arco del triunfo la Constitución e inició el desmantelamiento del Poder Judicial.

Aunque hay un rechazo visceral de quienes lo acusan de populista, autoritario y mentiroso, además de mantener enfrentamientos constantes con la prensa, en las elecciones pasadas del 2 de junio la candidata de su partido Morena, Claudia Sheinbaum, obtuvo 35 millones de votos. ¿Qué fue lo que pasó? Ese fenómeno es inexplicable, pero es la realidad.

Sassón

¿Será que Andrés Manuel López se considera parte de aquel antiguo régimen europeo en donde los palacios eran las residencias oficiales de los neoburgueses enriquecidos? ¿Se quedará unos días más en Palacio Nacional o postergará su estancia para siempre? En este nuevo sistema todo puede suceder.

“No sé todavía, no he resuelto (el tema de la seguridad), la gente me va a cuidar. Nada más les vuelvo a pedir a todos que ya no me busquen allá. Recuerdo que el martes entrego la banda, me voy a quedar aquí unos días para aclimatarme y luego me voy a ir”.

Estas fueron las palabras textuales del aún presidente Andrés Manuel López Obrador en la mañanera, quien parece que no cumplirá la promesa de irse de una vez por todas a “La Chingada”, a partir del 1 de octubre.

En años anteriores reiteró que una vez concluido su gobierno se retiraría de la política y se iría a su rancho a ver qué puso la marrana, pero el anuncio que hizo el pasado jueves ha despertado suspicacias.

¿Por qué López Obrador se tendría que quedar en la Ciudad de México, si lo que busca es la desintoxicación política sumergido en la paz de su edén particular?

Hay dos posibles razones. Primero, porque el temor lo asalta (aunque diga lo contrario). Pese a que haya tratado con abrazos a los criminales, pudo haberle quedado mal a uno de los integrantes de los cárteles de las drogas que, a lo mejor, los acusó con sus mamás o sus abuelos. “El miedo no monta en burro”, dice el sabio refrán.

Recordemos que suspendió la custodia de agentes federales y/o militares para los ex presidentes porque, según él, era un exceso.

Creyó que las mentiras repetidas durante seis años serían suficientes para caminar tranquilo por las calles de Palenque, Chiapas, o sosegarse con el relajante tetrahidrocannabinol, como cualquier turista, frente a uno de los lagos que abundan en la región.

En la Ciudad de México podría sentirse seguro y resguardado por la futura presidenta Claudia Sheinbaum, sobre todo si decide hospedarse unos días más en el Palacio Nacional, al fin y al cabo lo que sobra en ese edificio barroco es espacio.

Segundo, también podría temer que los Estados Unidos de Norteamérica lo puedan perseguir, vengan por él a México y le ofrezcan una mejor estancia en Chicago, ahí en el meritito Manhattan, donde estuvo el “Señor Guzmán”.

A tabasco no tiene pensado ir, pero ni de visita, porque sus paisanos ya no lo quieren. Les dio atole con el dedo, se le gastó el sexenio y no sacó del atraso a esa noble población que creyó y puso el pecho por él para llevarlo a la presidencia. La gran mayoría se siente defraudada.

Sin embargo, a pesar de que su gobierno terminará con alrededor de 200 mil homicidios y los cárteles del crimen organizado fueron tratados con abrazos, no balazos, para que la delincuencia se propagara por toda la república a niveles inimaginables, todo le venido como anillo al dedo.

El sistema de salud es deplorable, la educación se perfila para un proceso de ideologización enfocado a la 4T como un proyecto de largo alcance, la corrupción y la impunidad van al alza, y por causa de la pandemia de COVID-19 fallecieron más de 800 mil personas, y, sin embargo, cerrará con un 60 por ciento de popularidad.

Pese a que las obras faraónicas de este gobierno como el AIFA, el Tren Maya y la Refinería Olmeca son prácticamente elefantes blancos; no se esclareció la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa y la vida se ha encarecido terriblemente en México, parece que todo le salió bien al dictador, pues ganó las elecciones, obtuvo la mayoría calificada en las cámaras, se ha pasado por el arco del triunfo la Constitución e inició el desmantelamiento del Poder Judicial.

Aunque hay un rechazo visceral de quienes lo acusan de populista, autoritario y mentiroso, además de mantener enfrentamientos constantes con la prensa, en las elecciones pasadas del 2 de junio la candidata de su partido Morena, Claudia Sheinbaum, obtuvo 35 millones de votos. ¿Qué fue lo que pasó? Ese fenómeno es inexplicable, pero es la realidad.

Sassón

¿Será que Andrés Manuel López se considera parte de aquel antiguo régimen europeo en donde los palacios eran las residencias oficiales de los neoburgueses enriquecidos? ¿Se quedará unos días más en Palacio Nacional o postergará su estancia para siempre? En este nuevo sistema todo puede suceder.