/ miércoles 11 de noviembre de 2020

Carolina García Olán | La atrofia muscular. Algunas consideraciones

El sistema muscular crea un equilibrio al estabilizar la posición del cuerpo, producir movimiento, regular el volumen de los órganos, movilizar sustancias dentro del cuerpo y producir calor. Los músculos pueden verse afectados por patologías como la atrofia, que causa un enorme impacto en la calidad de vida de las personas. Existen tres tipos de atrofias: las fisiológicas, las patológicas y las neurogénicas, siendo esta la más grave, causada por una lesión, o una enfermedad en los nervios que se conectan a los músculos.

La Atrofia Muscular Espinal (AME) es una enfermedad genética rara, relacionada con un defecto en el brazo largo del cromosoma 5, que afecta a 10 de cada 100 mil personas en México y puede provocar la muerte si no se atiende de manera adecuada. Afecta a ambos sexos, pero es más común entre los varones, quienes generalmente desarrollan síntomas entre las edades de tres y siete años. La AME es caracterizada por la degeneración progresiva de las neuronas motoras de la médula espinal, la atrofia de los músculos esqueléticos y la debilidad generalizada.

Otro tipo de atrofia muscular es la denominada enfermedad de Charcot-Marie-Tooth (CMT) «trastornos neurológicos hereditarios». Ésta afecta los nervios sensoriales y motores, causando una debilidad en los pies y conduce a tropiezos o caídas habituales. Además, genera deformidades del pie como arcos altos y dedos de martillo, al igual la parte inferior de las piernas pueden tomar un aspecto de botella de champán invertida. Entre más avanzada sea la enfermedad, se generan debilidades y atrofias musculares en las manos, causando impedimento en las capacidades motoras. Esta atrofia se presenta por lo regular en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta. Los síntomas son muy variados, incluso algunas personas nunca se dan cuenta del trastorno. La CMT no es letal y los pacientes que la padecen poseen una expectativa de vida normal.

Algunos signos que permiten la suposición de que exista atrofia muscular son, debilidad notable en una extremidad, sedentarismo en músculos, o que posea una pierna (más común) o un brazo más reducido que el otro. La atrofia muscular no tiene cura; pero, para diagnosticar correctamente, es recomendable un análisis de sangre, radiografías, resonancia magnética, tomografía computarizada, estudio de conducción nerviosa, biopsia de tejido muscular y nervioso, electromiografía. Los tratamientos conllevan a realizar actividades físicas, fisioterapias, terapia con ultrasonido, cambios en la alimentación, y en ocasiones hasta intervención quirúrgica.

Recientes investigaciones han aclarado los posibles mecanismos subyacentes a la patogénesis molecular de la enfermedad. Se han identificado varios agentes de tratamiento candidatos y se encuentran en diversas etapas de desarrollo. En este sentido, el ingeniero biomédico busca el origen, la justificación de los padecimientos y, por medio de conocimientos imparciales y métodos científicos, analiza y efectúa un diagnóstico, para que, con ello proceda a proporcionar un tratamiento.

Los tratamientos que asigna un biomédico, en la mayor parte no son para curar la enfermedad, más bien, va dirigidos a reducir o atenuar los padecimientos crónico-degenerativas de la atrofia muscular. Al centrarse en innovaciones tanto médicas como tecnológicas, se obtiene un avance en la humanidad y un mayor conocimiento del desarrollo del dominio de los seres vivos, específicamente de los humanos y las patologías que los aquejan. Por ello la necesidad de contar con más ingenieros biomédicos, como quienes actualmente se están formando en la Universidad Olmeca, con las capacidades de detectar y proponer soluciones innovadoras tanto a trastornos como la atrofia muscular, entre otras más.

Carolina García Olán, alumna del 3er semestre de la Ingeniería Biomédica, y Nahum Nolasco Caba, asesor del texto y docente de Ingeniería Biomédica.

El sistema muscular crea un equilibrio al estabilizar la posición del cuerpo, producir movimiento, regular el volumen de los órganos, movilizar sustancias dentro del cuerpo y producir calor. Los músculos pueden verse afectados por patologías como la atrofia, que causa un enorme impacto en la calidad de vida de las personas. Existen tres tipos de atrofias: las fisiológicas, las patológicas y las neurogénicas, siendo esta la más grave, causada por una lesión, o una enfermedad en los nervios que se conectan a los músculos.

La Atrofia Muscular Espinal (AME) es una enfermedad genética rara, relacionada con un defecto en el brazo largo del cromosoma 5, que afecta a 10 de cada 100 mil personas en México y puede provocar la muerte si no se atiende de manera adecuada. Afecta a ambos sexos, pero es más común entre los varones, quienes generalmente desarrollan síntomas entre las edades de tres y siete años. La AME es caracterizada por la degeneración progresiva de las neuronas motoras de la médula espinal, la atrofia de los músculos esqueléticos y la debilidad generalizada.

Otro tipo de atrofia muscular es la denominada enfermedad de Charcot-Marie-Tooth (CMT) «trastornos neurológicos hereditarios». Ésta afecta los nervios sensoriales y motores, causando una debilidad en los pies y conduce a tropiezos o caídas habituales. Además, genera deformidades del pie como arcos altos y dedos de martillo, al igual la parte inferior de las piernas pueden tomar un aspecto de botella de champán invertida. Entre más avanzada sea la enfermedad, se generan debilidades y atrofias musculares en las manos, causando impedimento en las capacidades motoras. Esta atrofia se presenta por lo regular en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta. Los síntomas son muy variados, incluso algunas personas nunca se dan cuenta del trastorno. La CMT no es letal y los pacientes que la padecen poseen una expectativa de vida normal.

Algunos signos que permiten la suposición de que exista atrofia muscular son, debilidad notable en una extremidad, sedentarismo en músculos, o que posea una pierna (más común) o un brazo más reducido que el otro. La atrofia muscular no tiene cura; pero, para diagnosticar correctamente, es recomendable un análisis de sangre, radiografías, resonancia magnética, tomografía computarizada, estudio de conducción nerviosa, biopsia de tejido muscular y nervioso, electromiografía. Los tratamientos conllevan a realizar actividades físicas, fisioterapias, terapia con ultrasonido, cambios en la alimentación, y en ocasiones hasta intervención quirúrgica.

Recientes investigaciones han aclarado los posibles mecanismos subyacentes a la patogénesis molecular de la enfermedad. Se han identificado varios agentes de tratamiento candidatos y se encuentran en diversas etapas de desarrollo. En este sentido, el ingeniero biomédico busca el origen, la justificación de los padecimientos y, por medio de conocimientos imparciales y métodos científicos, analiza y efectúa un diagnóstico, para que, con ello proceda a proporcionar un tratamiento.

Los tratamientos que asigna un biomédico, en la mayor parte no son para curar la enfermedad, más bien, va dirigidos a reducir o atenuar los padecimientos crónico-degenerativas de la atrofia muscular. Al centrarse en innovaciones tanto médicas como tecnológicas, se obtiene un avance en la humanidad y un mayor conocimiento del desarrollo del dominio de los seres vivos, específicamente de los humanos y las patologías que los aquejan. Por ello la necesidad de contar con más ingenieros biomédicos, como quienes actualmente se están formando en la Universidad Olmeca, con las capacidades de detectar y proponer soluciones innovadoras tanto a trastornos como la atrofia muscular, entre otras más.

Carolina García Olán, alumna del 3er semestre de la Ingeniería Biomédica, y Nahum Nolasco Caba, asesor del texto y docente de Ingeniería Biomédica.