/ viernes 19 de julio de 2024

Artilugios / MARIENBAD ELECTRICO, de Enrique Vila-Matas

La referencia del título es inmediata.

Marienbad, según el director de cine Alan Resnais, es ese lugar que tiene la isla donde ocurren cosas extrañas. Esa isla donde Morel instaló unas máquinas que, al ponerlas en movimiento las olas, proyectan sobre la isla una reunión de hombres y mujeres que caminan, festejan, beben, juegan al tenis, diseccionan la vida en aras de la bonvivancia.

La invención de Morel es un aparato diabólico porque el náufrago que aparece en la isla no sabe que esos que ve, esfuminados por la niebla o por el oleaje inmemorial, no son sino proyecciones, instantes cinematográficos que utilizan como set las extensiones de ese hotel que fue área de esparcimiento. El náufrago se entera que el mecanismo, a medida que graba y refleja a los personajes, los mata. De eso discuten un día, transmitido por el infame aparato, uno de los huéspedes con Morel.

El científico loco se ríe de él por su chatura de miras y le dice que ese es el gran invento de la humanidad, que ellos son conejillos de Indias y que pronto todos los seres humanos tendrán un doble, una proyección y nadie morirá. Esa es la exageración de Morel, como todo científico loco. Cree que su creación maldita es en beneficio de la Humanidad. Esa es más o menos la trama de la novela La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares.

En el libro de Vila-Matas encontramos esta y mil referencias literarias, artísticas, cinematográficas, musicales, televisivas. Recordemos que igualmente es autor de Dublinesca esa novela joyceana escrita por un español. Después de la novela, casi como siempre, llegó la película. El año pasado en Marienbad (1961) de Alan Resnais retoma la anécdota desde un guion elaborado por Robbe-Grillete.

EVM, como él mismo se autonombra en su libro, hace hincapié en que es una de las cintas más difíciles y complicadas jamás vistas, lo que provocará en el lector la obligación de verla. Enrique Vila-Matas escribe una novela donde el narrador es su alter ego, una especie de Watson, adlátere de una mujer despampanante y atrayente, Dominique González-Foerster. Convertidos en una pareja similar a la del detective Sherlock Holmes y el doctor Watson dirimen sobre el arte, sus consecuencias, la Literatura y sus emociones encontradas. Es más, recuerda el primer volumen de cuentos del detective inglés pues en él, Seimour, quien presenta a los caballeros, le dice a Watson que procure saber todo del detective porque si no, Holmes sabrá todo de ti, lo que siempre me pareció una frase ominosa.

Creo que nadie falta en este recurrente catalogo de referencias. Rimbaud, claro, los sitios más emblemáticos de Paris, así como las entrañas de las novelas o situaciones televisivas que se convierten en la relación de sitios donde DGF y EVM, los nombres de los dramatis personae, porque el escritor que apoya las instalaciones de la mujer pareciera ser el mismo autor de Lejos de Veracruz (1995), una novela escrita desde el puerto y poco conocida, creo, de Vila-Matas.

El caso es que durante poco más de 145 páginas, pocas cierto, pero de voluminoso saber, EVM y DGF avanzan hasta reencontrarse y no entre las posibilidades de la cultura realizada desde la primera campanada del año 2001, donde parece ser que comienza el siglo actual. Y Vila-Matas no deja de asombrarnos no solo con sus reflexiones o citas de autores, poetas, actores, músicos o series de televisión y películas. Vila-Matas opone el conocimiento a su practicidad, aunque esta palabra unida a la palabra arte no es correcta. Además, mientras transcurre la relación de trabajo, la relación amorosa se diluye pues ahí pone una delicada trampa el autor.

De repente, la experiencia Marienbad es como un enlace a Disneylandia. Ahí reside la capacidad de envolver con muchas notas, frases, situaciones al lector que no puede más que asombrarse y decidirse si cerrar el libro o no. Hasta 145 páginas de alusiones o santoyseñas, resultan farragosas. Dominique González-Foerster y Enrique Vila-Matas acaban siendo máscaras dentro de la mise en scene. Ni siquiera personajes. Ambos corren de ciudad en ciudad de la Unión Europea instalando performances, esa nueva oposición artística que volvió a ponerse de moda en estas postrimerías del siglo XXI.

Desde el principio el autor señala que la propuesta de una instalación resulta una equivocación. Y la dama y el escritor se convierten en esa pareja que instala según el guion del autor y después discute sobre la pertinencia de la obra. Generosamente el autor se complace en la sensiblería más delicada, aunque no sabemos si es por la dama o por la oportuna declaración de fe en cada una de las propuestas. La habitación amable, el hotel Splendide o el hotel Bonaparte son esos espacios en los que el autor y la dama acomodan trastos o libros.

En un momento un aspecto de la instalación se acota como una enorme pila horizontal de libros. EVM se esconde ahí de los reporteros que quieren que les explique el significado de la obra. El narrador se refugia ahí en la sala de las pilas de libros. Ya que está reacomoda la novela de Gaddis, Ágape, Ágape, para averiguar si la disposición de los libros guardaba un orden o era meramente aleatoria. EVM repasa, cómo no, los otros libros a la manera del donoso escrutinio de la novela cervantina. La lista incluye a Bioy Casares, Clarice Lispector, Jean Echenoz, Roberto Bolaño, el citado Gaddis así como Marguerite Duras y Wallace Stevens. La habitación recibe el sonoro nombre de Blue carpet.

EVM no sería el autor que es si no nos ofreciese una idea de súbita importancia. Las construcciones forman parte igualmente de la narrativa del performance. Los hoteles, siempre guardando un secreto, una maldición, una instancia sobrenatural, son los edificios ideales para que los amigos caminen dentro de ellos, acomodando, desacomodando, reacomodando, inutilizando a los espíritus que, al ver cambiada la escenografía, escapan del ligar horrorizados. Sí, también el ser humano es amenaza para los fantasmas.

Los libros son el punto de partida de DGF, son el escenario que pueden llegar a crear. Sí, el libro, cualquier libro, guarda no solo historias o caracteres. También tiene descripciones de lugares, paisajes, edificios, hoteles, jardines que son la selva organizada. Toda esta serie de reflexiones, agobiante para 145 páginas, son las que encontramos si leemos esta novela memoriosa, aunque siempre he rechazado el apellido de las novelas. Está el lector ante un documento de carácter estrictamente académico. Del mismo modo, está el lector ante un texto deliciosamente culto, felizmente erudito, acusadoramente telepático. No deben perdérselo. Dejo algunos datos biográficos de Enrique Vila-Matas.

Enrique Vila-Matas (1948) es un escritor español, autor de más de una treintena de obras, que incluyen novelas, ensayos y otros tipos de narrativa y libros misceláneos.

Su obra ha sido reconocida con diversos premios, tales como el Rómulo Gallegos, Médicis y FIL de Literatura en Lenguas Romances, entre otros, y ha sido traducida a más de treinta idiomas. Es uno de los tres escritores españoles entrevistados por The Paris Review.

La referencia del título es inmediata.

Marienbad, según el director de cine Alan Resnais, es ese lugar que tiene la isla donde ocurren cosas extrañas. Esa isla donde Morel instaló unas máquinas que, al ponerlas en movimiento las olas, proyectan sobre la isla una reunión de hombres y mujeres que caminan, festejan, beben, juegan al tenis, diseccionan la vida en aras de la bonvivancia.

La invención de Morel es un aparato diabólico porque el náufrago que aparece en la isla no sabe que esos que ve, esfuminados por la niebla o por el oleaje inmemorial, no son sino proyecciones, instantes cinematográficos que utilizan como set las extensiones de ese hotel que fue área de esparcimiento. El náufrago se entera que el mecanismo, a medida que graba y refleja a los personajes, los mata. De eso discuten un día, transmitido por el infame aparato, uno de los huéspedes con Morel.

El científico loco se ríe de él por su chatura de miras y le dice que ese es el gran invento de la humanidad, que ellos son conejillos de Indias y que pronto todos los seres humanos tendrán un doble, una proyección y nadie morirá. Esa es la exageración de Morel, como todo científico loco. Cree que su creación maldita es en beneficio de la Humanidad. Esa es más o menos la trama de la novela La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares.

En el libro de Vila-Matas encontramos esta y mil referencias literarias, artísticas, cinematográficas, musicales, televisivas. Recordemos que igualmente es autor de Dublinesca esa novela joyceana escrita por un español. Después de la novela, casi como siempre, llegó la película. El año pasado en Marienbad (1961) de Alan Resnais retoma la anécdota desde un guion elaborado por Robbe-Grillete.

EVM, como él mismo se autonombra en su libro, hace hincapié en que es una de las cintas más difíciles y complicadas jamás vistas, lo que provocará en el lector la obligación de verla. Enrique Vila-Matas escribe una novela donde el narrador es su alter ego, una especie de Watson, adlátere de una mujer despampanante y atrayente, Dominique González-Foerster. Convertidos en una pareja similar a la del detective Sherlock Holmes y el doctor Watson dirimen sobre el arte, sus consecuencias, la Literatura y sus emociones encontradas. Es más, recuerda el primer volumen de cuentos del detective inglés pues en él, Seimour, quien presenta a los caballeros, le dice a Watson que procure saber todo del detective porque si no, Holmes sabrá todo de ti, lo que siempre me pareció una frase ominosa.

Creo que nadie falta en este recurrente catalogo de referencias. Rimbaud, claro, los sitios más emblemáticos de Paris, así como las entrañas de las novelas o situaciones televisivas que se convierten en la relación de sitios donde DGF y EVM, los nombres de los dramatis personae, porque el escritor que apoya las instalaciones de la mujer pareciera ser el mismo autor de Lejos de Veracruz (1995), una novela escrita desde el puerto y poco conocida, creo, de Vila-Matas.

El caso es que durante poco más de 145 páginas, pocas cierto, pero de voluminoso saber, EVM y DGF avanzan hasta reencontrarse y no entre las posibilidades de la cultura realizada desde la primera campanada del año 2001, donde parece ser que comienza el siglo actual. Y Vila-Matas no deja de asombrarnos no solo con sus reflexiones o citas de autores, poetas, actores, músicos o series de televisión y películas. Vila-Matas opone el conocimiento a su practicidad, aunque esta palabra unida a la palabra arte no es correcta. Además, mientras transcurre la relación de trabajo, la relación amorosa se diluye pues ahí pone una delicada trampa el autor.

De repente, la experiencia Marienbad es como un enlace a Disneylandia. Ahí reside la capacidad de envolver con muchas notas, frases, situaciones al lector que no puede más que asombrarse y decidirse si cerrar el libro o no. Hasta 145 páginas de alusiones o santoyseñas, resultan farragosas. Dominique González-Foerster y Enrique Vila-Matas acaban siendo máscaras dentro de la mise en scene. Ni siquiera personajes. Ambos corren de ciudad en ciudad de la Unión Europea instalando performances, esa nueva oposición artística que volvió a ponerse de moda en estas postrimerías del siglo XXI.

Desde el principio el autor señala que la propuesta de una instalación resulta una equivocación. Y la dama y el escritor se convierten en esa pareja que instala según el guion del autor y después discute sobre la pertinencia de la obra. Generosamente el autor se complace en la sensiblería más delicada, aunque no sabemos si es por la dama o por la oportuna declaración de fe en cada una de las propuestas. La habitación amable, el hotel Splendide o el hotel Bonaparte son esos espacios en los que el autor y la dama acomodan trastos o libros.

En un momento un aspecto de la instalación se acota como una enorme pila horizontal de libros. EVM se esconde ahí de los reporteros que quieren que les explique el significado de la obra. El narrador se refugia ahí en la sala de las pilas de libros. Ya que está reacomoda la novela de Gaddis, Ágape, Ágape, para averiguar si la disposición de los libros guardaba un orden o era meramente aleatoria. EVM repasa, cómo no, los otros libros a la manera del donoso escrutinio de la novela cervantina. La lista incluye a Bioy Casares, Clarice Lispector, Jean Echenoz, Roberto Bolaño, el citado Gaddis así como Marguerite Duras y Wallace Stevens. La habitación recibe el sonoro nombre de Blue carpet.

EVM no sería el autor que es si no nos ofreciese una idea de súbita importancia. Las construcciones forman parte igualmente de la narrativa del performance. Los hoteles, siempre guardando un secreto, una maldición, una instancia sobrenatural, son los edificios ideales para que los amigos caminen dentro de ellos, acomodando, desacomodando, reacomodando, inutilizando a los espíritus que, al ver cambiada la escenografía, escapan del ligar horrorizados. Sí, también el ser humano es amenaza para los fantasmas.

Los libros son el punto de partida de DGF, son el escenario que pueden llegar a crear. Sí, el libro, cualquier libro, guarda no solo historias o caracteres. También tiene descripciones de lugares, paisajes, edificios, hoteles, jardines que son la selva organizada. Toda esta serie de reflexiones, agobiante para 145 páginas, son las que encontramos si leemos esta novela memoriosa, aunque siempre he rechazado el apellido de las novelas. Está el lector ante un documento de carácter estrictamente académico. Del mismo modo, está el lector ante un texto deliciosamente culto, felizmente erudito, acusadoramente telepático. No deben perdérselo. Dejo algunos datos biográficos de Enrique Vila-Matas.

Enrique Vila-Matas (1948) es un escritor español, autor de más de una treintena de obras, que incluyen novelas, ensayos y otros tipos de narrativa y libros misceláneos.

Su obra ha sido reconocida con diversos premios, tales como el Rómulo Gallegos, Médicis y FIL de Literatura en Lenguas Romances, entre otros, y ha sido traducida a más de treinta idiomas. Es uno de los tres escritores españoles entrevistados por The Paris Review.